Nuestro Estado Natural

4.2 Almas confusas

Anil Andrew Lovelock, jamás fue un hombre expresivo, ni comunicativo, era frío, ordinario, a veces apático, lo había heredado de nuestra familia mitad india, la mayoría de mi ascendencia paterna vivía en las concurridas tierras de Bombay. Sucedió que desde que se jubiló, yacía dos años, adoptó un comportamiento todavía más repelente, un día apagó el televisor, bebió dos somníferos y convirtió la indiferencia intensificada en su estado natural.

Se sentó sobre la parte trasera del carro, destilaba confusión observándome ajeno y yo poco sabía cómo actuar ante la inusual situación, Gary le sujetó la mano preocupado, estaba por ponerse a llorar sin lograr entender nada, lo hubiera asociado a un ataque de pánico, sin no fuese tan diferente.

—Oye, ¿quieres agua o...

—¡Quiero irme a casa! Apura a Fiona, ella deberá conducir —afirmó acelerado —No me siento capaz

—Pero, ¿todavía sigue en Liverpool, ¿no? —preguntó Gary, temeroso

—¿Liverpool? No seas ridículo, la despensa se llama Mr. Rabbit —bufó con ese rostro descompuesto que jamás había presenciado —¿Verdad?

—Si, ese es su nombre —acaté

—¿Papi que pasa? —susurró mi hermano

—¿Eres Jesse o Paris? No soy Chris, no me digas así -replicó desagradable -Luego Fiona puede pensar que estoy enredado con Wanda o algo así

Christopher Chritie, fallecido padre de los gemelos.

—¡Soy Gary! —Las lágrimas empezaron brotar adoloridas

Jamás en nuestra vida Anil había manifestando un comportamiento tan extraño o anormal como en ese instante, no era él, no era papá con quien hablábamos, ¿no recordaba a Gary? ¡Su hijo! Al que criaba desde que nació. Intenté evadir los pensamientos trágicos, sin embargo, lo había visto antes. Apreté bastante fuerte los ojos y fingí una sonrisa dura.

—Mira, mira la camisa de Gary —apunté al chiquillo sollozo, papá obedeció. La prenda era negra con estampado de un luchador del programa WWE, Randy Orton decían las letras brillantes, la compraron dos años atrás, después de un show en vivo al que asistimos —Con el dinero de esa estafa hubieras comprado tres más, ¿lo recuerdas? Luego dijiste: "Tengo lo que merezco por no..." —fingí olvidar —¿No qué? No comprar...

—Por no comprar mercadería legal —acató entre lagrimas el menor ladeando una diminuta sonrisa —Y el poster costó cuatro libras

—¿Cuatro? Fueron seis —añadió al fin —En serio no olviden mi consejo, cuando vayan a comprar a lugares de dudosa procedencia, asegúrense de preguntar precios antes de tomar el producto, al menos ese día pudimos conocer a Randy Orton, ¿no? Fue lo mejor

—Es mas alto en persona —aseguró con emoción mi hermano —Su nariz estaba sangrando

—Y aun así ganó, a pesar de las trampas —continuó hablando a breves instantes de volver a ser él por completo —Ayer leí que regresaran en marzo y la preventa inicia el próximo mes

—¿Iremos? —preguntó Gary, ansioso

—Claro que sí, en primera fila —Mi hermano lo abrazó quizá aliviado.

Partí a casa sin entrometerme demasiado en su duradera conversación de chicos.

***

Afuera los gemelos movilizaban materiales de construcción para colocarlos bajo la sombra del arce y tenían compañía, otros niños les ayudaban, se trataba del grupo que Juliette Kennedy, la niñera, cuidaba, ella los supervisaba apoyada en el pilar de pórtico, bebía de una pajilla rosa refresco verde y usaba gafas de sol celeste.

Nathan, Charles, Manuel y Taylor daban una imagen afanada, se me hizo injusto que usaran a pequeños para semejante trabajo de albañilería casera, oh, Harriet, la única chica, también les colaboraba.

—¡Vaya que no bromeaban! — exclamé asombrada, aparqué afuera del garaje, tras el vehículo de Jesse — ¿En verdad planean hacer una casa del árbol?

— ¡Siii! — contestó Gary regresando a su alegría, era un infante que poco se complicaba — ¡Quiero ayudar!

Papá dejó de hablar, aquel rostro vació de todos los días se hizo presente con una pizca de incomodidad o tristeza, caminó directo a los gemelos y yo fui tras él

—Hola, tío — saludó París, andaba los brazos colorados por la faena — Sacaremos primero todo el material que usaremos hoy, la cochera tendrá más espacio

—¿Todavía está en buen estado? — cuestionó neutro, revisó algunas tablas de madera que había en el suelo — Se ven bien, llevan cinco años guardadas.

Exacto, Anil los compró para remodelar la azotea, intención que jamás se concretó.

— Por eso debemos ocuparlas, ten fe, nosotros haremos una construcción envidiable para todos los vecinos

— Claro — agregó desanimado, cansado —Solo asegúrense de que sea resistente

Confiaba mucho en los dos muchachos a pesar de todo.

—No lo dudes — presumió Jesse

Cuando entró a la casa, lo detuve antes de marcharse por las gradas.

—Pa, tenemos que hablar

— No hay nada que decir, tengo sueño — evadió subiendo de todas maneras

— ¡Pa! — llamé

— ¿Cómo estas, Debbie? — saludó el fino tono de Juliette desde atrás y me abrazó al girar, así era ella, una muchacha dulce con ricitos dorados y pecas al rededor de sus pómulos, adoraba los colores pastel, llevaba shorts amarillos cortos combinados con un abrigo verde largo — Traje a los chicos porque cuando supieron que Jesse y Paris construirían una casa en el árbol, se alborotaron

— ¿Sí? Creí que los obligaban a trabajar — bromeé.

Visitaría a Anil luego

— No, ¿cómo crees? — agregó tapando una pequeña risa con las manos, resaltaban sus rosas uñas largas — Insistieron en venir. ¿Te digo algo? — Vacilante enrolló el dedo dentro de sus cabellos espirales — Tu primo, Jesse, es muy bueno con los planos

— Eh, ¿Planos? ¿Cuáles planos?

— Los que hizo de la casa, me los enseñó hace rato — relató sonrojada, se le dibujaron los dos hoyuelos. No los hizo Jesse, el encargado de trazarlos fue un amigo de ambos, creo que se llamaba Finn, yo atestigüé cuando se los entregó, eran los planos de su propia casa del árbol. ¿Jesse quería impresionarla? Me mordí el labio inferior ojeando al gemelo mayor allá afuera, susurraba algo a Paris



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En el texto hay: ciencia, depresion, drama

Editado: 27.10.2021

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