Nuestro felices para siempre

Capítulo 2: Los secretos del Jefe

Astrid

A pesar de que no éramos tan buenos como un matrimonio, como jefe y asistente congeniábamos bastante bien. Trabajamos rápido y con precisión, terminábamos pronto y siempre volvíamos a casa a la hora adecuada.

Hoy no fue la excepción.

La empresa de la familia Taylor se dedicaba a la publicidad además de que tenían varios productos en el mercado. Matthew se dedicaba a realizar campañas para las empresas más prestigiosas de todo el mundo y había estado involucrado en el lanzamiento de sus tres productos principales; una línea de labiales llamada #KissMeT, una línea de vestidos de novia de lujo con diseños personalizados llamada #MarryMeT y una línea de lencería que llevaba el nombre de #LoveMeT.

Sinceramente los nombres eran bastante semejantes, pero habían logrado posicionarse en el mercado mundial y a excepción de la marca de vestidos de novia, todos eran bastante accesibles para el público, con productos de calidad que las personas amaban.

Como su asistente, lo acompañaba en todas las cenas importantes y reuniones de negocios, no estaba muy involucrada personalmente en sus productos, pero conocía sobre el tema a la perfección.

Creo que en el ámbito laboral podíamos congeniar bastante bien y encajábamos de una manera en la que el mundo podía decir que teníamos química. Si tan sólo esa coordinación pudiéramos llevarla a nuestro hogar, todo sería distinto.

—Envíale un correo al señor Dante y verifica si puedes cambiar la hora para la cita programada para esta semana, si es posible adelántala dos horas. Mi madre me ha enviado esta invitación, quiere que ambos asistamos al evento— me tiende un papel doblado y lo tomo entre mis dedos.

Era la invitación para el cumpleaños de una de las mejores amigas de Karen, su madre, y sabía que muchos de nuestros clientes estarían allí. Así que nuevamente no estaría allí como su esposa. Evito que mi rostro luzca decepcionado por saberlo y trago un nudo en mi garganta.

—Está bien— le devuelvo la invitación y salgo de su oficina.

Regreso a mi escritorio y sigo su orden antes de revisar los correos del equipo para la campaña publicitaria de una marca de perfumes para hombres. Cuando confirmo que la información y que la propuesta sea adecuada, se la reenvío a Matt mientras que espero la respuesta del asistente del señor Dante.

Camino hacia el baño y entro a uno de los cubículos. Escucho un par de pasos acercándose con un murmullo que se vuelve cada vez más audible.

—¿En verdad no había escuchado sobre ello? Es un secreto a voces que el jefe se ha casado. Estuvo en los titulares de las revistas más importantes— dice una de las mujeres.

—¿Quién es su esposa?— le cuestiona la otra mujer.

—Nadie lo sabe. No se ha mencionado su nombre y nunca nadie ha visto su rostro, dicen que ni siquiera Astrid sabe quién es la chica— responde y contengo mi respiración.

—¿Se avergüenza de ella?— pregunta en voz baja.

—Supongo. Pero también creo que no lo ha dicho porque de esa manera puede seguir viendo a otras mujeres, hace un par de días lo vi almorzando con Paulina, la gerente de mercadotecnia— acomodo mi falda y siento que el nudo en mi estómago crece mientras continúo escuchando las voces de las mujeres.

Cuando escucho que se alejan, salgo del cubículo y lavo mis manos. Observo mi reflejo en el espejo y respiro profundamente una y otra vez. Me sentía triste, abrumada y sólo deseaba que las voces de aquellas chicas se fueran de mis pensamientos. ¿Paulina y Matthew? Había estado a su lado durante todos los almuerzos a excepción del jueves, cuando él dijo que se reuniría con su hermano mayor y su sobrino.

Me había mentido.

Me sostengo del borde del mueble y trato de contener mis lágrimas. No podía ser cierto. Incluso si Matt no me quería, no había una razón por la que pudiera serme infiel. Para evitar cualquier problema, teníamos las reglas de nuestro contrato, en la que se incluía que no podíamos ver a nadie más.

Se siente como si hubieran golpeado mi pecho. Dolía pensar que él había estado con otra mujer y era un infierno.

Mis pasos son lentos mientras camino hacia mi escritorio, escucho mis zapatos de tacón chocar contra el piso de madera, pero mi mente se mantiene en duda. No quería verlo en este momento, quería que respondiera mis dudas y admitiera si había roto el contrato, si había hundido un poco más este matrimonio.

—¿Pudiste cambiar la hora?— me sobresalto al escuchar la voz de Matt y evito su mirada.

—Todavía no he obtenido una respuesta— respondo y escucho mi voz temblorosa.

Me regaño por permitir que me afecte hasta este punto. Debería haberlo sabido, si las cosas no iban tan bien entre nosotros. Él debió buscar a alguien más y quién mejor que Paulina.

—¿Te encuentras bien?— pregunta y lo escucho preocupado.

—Sí, por supuesto— le dirijo una sonrisa y camino apresurada a mi escritorio.

Me siento y comienzo a fingir que estoy escribiendo algo. Se marcha en silencio y entra a su oficina. Suspiro antes de dejar caer mi cabeza hacia atrás y cerrar mis ojos con fuerza.



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En el texto hay: matrimonio, contrato, amor

Editado: 05.03.2022

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