El sol del mediodía golpeaba como cachetadas, un castigo implacable. El calor era insoportable y las banquetas ardían como un infierno. Eran las 12:58 p. m., el aire de la colonia era denso y el ruido de los camiones me estresaba.
-"si se enteran mis padres que falté a mi primer dia de clases... me matan"-, mencioné, tragando saliva mientras los autos pasaban con ruidos ensordecedores.
-"No exageres, seffy"-, dijo Valeria, rodando los ojos, ignorando el ruido de la carretera y los compañeros que pasaban a nuestro lado.
No había semáforo, lo que hacía imposible cruzar. Miré la carretera, los camiones que pasaban zumbando. -"No sé cruzar la calle"-, susurré, una excusa que era la verdad. La ansiedad por el tráfico era una de las tantas cosas de las que se burlaba Valeria y los demás chicos.
Valeria dirigió su mirada hacia mí con voz muy decidida -"Cruzaras, o si no, dejo de ser tu amiga"-. Justo cuando iba a dar el primer paso hacia la carretera, una voz me detuvo en seco.
-"Señoritas,¿qué hacen a qui?Espero que no se quieran escapar, ¿verdad?"-. Era la maestra Mónica, la que nos dio Español desde primero de secundaria. Los ruidos de los carros y la gente alrededor me daban más ansiedad, haciendo que el nudo en mi estómago se apretara.
La maestra que siempre nos aconsejaba desde que entramos a la secundaria, nos había atrapado en el peor momento.Y solo era el primer día del último año. En ese instante, supe lo que nos esperaba.
La maestra Mónica nos miró fijamente. -¿"Esperan que les ponga un taxi para irse a casa"?- Su voz no era de enojo, sino de decepción.-"O si lo prefieren y creen que es mejor, les hablo a sus padres para que vengan a recogerlas".
El mundo se me vino encima... Quería que me tragara la tierra y me escupiera en Marte. Los ruidos de la calle se silenciaron y solo pude escuchar mi corazón latiendo con fuerza. Me imaginé a mi mamá, con la cara de cansancio después de trabajar, mirándome con decepción.
Miré a Valeria, pero ella no me devolvió la mirada. Estaba ocupada arreglando su mochila, como si nada le importara, como si el problema no fuera con ella. Rodé los ojos. -"No, maestra"- dijo Valeria, con una voz extrañamente tranquila y segura de sus palabras.
-"Nosotras... no estábamos haciendo nada malo, solo estábamos esperando a otra amiga que vive por aquí".-
"Pero... si por aquí no vive nadie"- dije irónica, sin poder contenerme. Valeria me volteó a ver y me frunció el ceño; sabía que la había cagado...Sentí un escalofrío. Mentía, y no se inmutaba. Mónica frunció el ceño aún más.
-"Bien. Entren. Las veré en mi clase en la segunda hora. Y si vuelvo a verlas afuera, les juro que no les va a ir tan bien".Valeria me agarró del brazo, arrastrándome hacia la entrada. No me dijo nada. Solo caminó.
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Editado: 28.08.2025