Nuestro Mal

Prólogo

Caigo de rodillas y siento como cada parte de mi cuerpo comienza a doler de un momento a otro, abro los ojos lo más que puedo mirando fijamente el suelo.

El frío de este mismo me hace sentir sin vida, los recuerdos de la noche anterior poco a poco se van haciendo presentes, sin embargo, el asco llega demasiado rápido.

Antes de poder reaccionar, siento sobre mi cuerpo unas manos que tratan de ser delicadas pero las siento tan pesadas que por un momento creo que van a tirarme contra el suelo.

¿?: Buenos días, cariño...

Un recuerdo nuevo llega sin quererlo, ese mismo apodo había usado en mí toda la noche, siento las náuseas de nuevo y me separo sin mirar a esa persona.

Me pongo de pie tropezando con mi propia ropa, mantengo mis ojos en las prendas durante un par de segundos para evitar sus ojos, siento que si hacemos contacto visual todo se hará realidad.

Cada uno de esos recuerdos.
Cada beso en contra de mi voluntad.
Cada caricia sin mi consentimiento.
Cada vaso de alcohol sin querer beber.

Mis ojos se llenan de lágrimas al darme cuenta de que nada va a cambiar si hacemos o no contacto visual, lo que pasó es real y nada podría borrarlo.

Mi primera vez fue tomada a la fuerza, había sido arrebatada por alguien mucho mayor que yo, ni siquiera recuerdo su nombre o como es que terminó bajo mis sábanas.

De repente soy consciente de lo sucio que está todo alrededor de mí, el piso está lleno de latas y botellas vacías de alcohol, nuestra ropa está tirada.

La puerta se abre bruscamente, mi padre se sostiene del marco de esta misma, yo levanto la mirada buscando un refugio en él pero al ver como se balancea aún agarrado, pierdo mis esperanzas.

Él sonríe mirándome mientras levanta una de sus manos y me señala.

Padre: ¡Enhorabuena! Feliz cumpleaños.

Otro golpe en mi pecho, este duele más que los demás, hace unas hora había cumplido apenas los quince años y ahora estaba al borde de las lágrimas porque alguien se había metido a mi vida sin pedirme permiso.

Y lo peor es que sé perfectamente desde que mi padre dijo eso, que esa persona va a estar en mi memoria para toda mi maldita vida.

Padre: ¡Finalmente has podido probar dos de las grandes maravillas del mundo! El alcohol hasta olvidar todo y el sexo...

Comienzan a reír mientras que yo caigo de rodillas conteniendo mis lágrimas, como última opción para salvarme de aquellos recuerdos y personas, decido ponerme a recoger el desastre que hay en el suelo.

Pero antes de poder tomar una botella vacía, mi papá pisa mi mano con fuerza, es ahí cuando mis lágrimas escapan de mis ojos y nuevamente siento la humillación.

Padre: Quiero que continúes.

Niego con la cabeza varias veces tratando de quitar mi mano, él vuelve a reír ahora tomando mi cabello y hace que lo mire, ver en sus ojos tanto asco me hizo sentir la necesidad de desaparecer no solo de esta habitación.

Padre: Dije que continúes, maldita mierda.

Sus insultos eran algo normal, sin embargo, oírlos ahora con ese tono tan enojado era peor que nunca, quería consuelo y un "estará bien" pero simplemente estaba recibiendo más y más miseria.

¿Alguien de quince años habrá hecho tantas cosas malas para recibir este tipo de castigos?

Quiero decir, solamente son quince años los que tengo y siento que este castigo es mucho para las pocas cosas malas que he hecho.

Entonces, como si padre leyera mi mente sonríe mirándome directamente a los ojos, tira de mi cabello hasta ponerme de pie delante de la cama.

Padre: Recuerda porqué estás aquí... Por tu culpa tu madre se quitó la vida aquel día... Por tu culpa es que ella está muerta... Me provocaste un gran dolor, ahora paga las consecuencias.

Quedo completamente en blanco al oírlo, me tira contra la cama y vuelvo a llorar.

No quería que ella se fuera.
Yo le dije que estaría bien mientras ella estuviera a mi lado.
Ella prometió estar a mi lado.
Aun así prefirió lanzarse de aquel puente.
No me dejó cuidarla de su dolor.
Es mi culpa.

Papá y esa persona salen de la habitación después de unas horas, me duele el cuerpo pero aun así me pongo de pie para poder cubrirme con una sábana y camino directamente al baño.

Comienzo a bañarme y no acabo hasta después de casi una hora, mi piel está roja pues había intentado desesperadamente quitarme la sensación de asco pero simplemente me había herido.

Salgo del baño con ropa limpia, la sucia la tiro a la basura y miro mi cama, sin pensarlo comienzo a quitar las sábanas para poner una nuevas, limpio el piso varía veces, abro las ventanas y tapo los espejos.




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