Nuestro pequeño error

Capítulo 3: Recuerdos.

Terry llegaba hororrosamente tarde. Y cuando digo hororrosamente, me refiero a 30 minutos de retraso y que no contestaba a mis llamadas ni mensajes. Habías quedado a almorzar y como hacia más de una semana que no la veía, me pareció correcto hacer la invitación. Después de todo era mi hermana y la quería. Pero su impintualidad lograba enloquecerme. 

Cuando la vi atravesar las puertas de la cafetería en la que habíamos quedado logre volver a respirar. Aunque estuviese enfadado. Se aserco a mi y dejó dos vasos en mis mejillas y aunque odiaba el contacto habían siertas personas que tenían permitido hacerlo. 

—Llegas tarde. —anuncie. 

Vi como su sonrisa se expandia mientras tomaba asiento. 

—Buenos días, hermanito. 

Un camarero se aserco y tomó nuestros pedidos. En cuanto desapareció de nuestras vistas, volví a atacar. 

—Sabes que odio la impuntualidad. Y resulta ser que llegas con 30 minutos de retraso. 

—Michael calmate un poco si. —pido.— Una clase se atraso y no me quedó más remedio que salir tarde, además el tráfico es infernal a esta hora. 

Podía entender sus explicaciones pero eso no quitaba que estuviese enfadado. 

—Podías avisar la próxima vez. —asintió.— Eso está mejor. 

—Por sierto. —comento observando a nuestro alrededor como si buscase a alguien.— ¿Donde está Félix? 

—Tenia asuntos que resolver en la oficina. Eh preferido venir solo. 

Félix era mi asiste y lo definitivamente mi mano derecha. Vale que contaba con un buen amigo como socio en mi empresa, pero no se comparaba con el nivel de complementación en los negocios que manejaba con Félix. Sam sólo era un amigo de toda la vida y un excelente socio. 

Pronto llegaron nuestros pedidos y comenzamos a almorzar. Estubimos hablando mientras comíamos. Me comentó como iban sus clases en la universidad y yo comenté algunas cosas sobre la empresa. Pronto tendríamos un gran avance y podríamos expandirnos fuera del país. 

—¿A qué no sabes quién vuelve a la cuidad? —busque sus ojos azules y espere una respuesta. Si bien no me interesaba, quizás ella buscaba conversación.— Resulta ser que tu chica Mickelson regresa dentro de unas semanas. 

Al escuchar ese apellido la piel de mi cuello se eriza y un mal presentimiento me recorre. Cuando Terry se refiere a mi chica Mickelson, quiere decir que la hija de una de las amigas de mi madre, debo agregar: esta obsesionada conmigo, regresa a la cuidad. 

—Mientras que no se acerqué a mi estoy perfectamente. —asegure. 

Mi hermana rompió en carcajadas y continuamos comiéndo mientras ella me explicaba porque volvía. 

Observe mi reloj. Ya comenzaba ser tarde y tenía una reunión cuando volviese a la oficina. Distraidamente me sentre en un punto fijo y comense a recordar los puntos que trataríamos en la reunión. Si bien los conocía todos siempre era bueno repasarlos. Confiaba en mi equipo pero me gustaba comprobar todo. Era demasiado perfeccionista para el gusto de algunos. 

Me di cuenta de que Terry estaba en silencio y que me observaba. Sin darme cuenta había fruncido la cejas y centrado la mirada en un punto distante sin operar siquiera. Para mi solpresa Terry parecía analizar mi comportamiento o mis movimientos. La mire directamente a los ojos. Parecía confundida y parecía buscar información en su cerebro desesperadamente. 

—¿Qué sucede? —pregunte. 

Sentro su mirada en el gris de mis ojos mientras parecía reaccionar de un letargo. 

—Nada. —se acarició la frente como si un fuerte dolor se hubiese instalado allí. Para los que la conocían ese era su forma de aliviar tensión y dejar de darle bueltas a la cabeza.— Es que ese gesto tuyo, el que acabas de hacer, —señaló a mis cejas. Parecía referirse a mi estado inconsciente  de buscar concentración. Nunca me había dado cuenta de que lo hiciese tan seguido.— me parece haberlo visto en otro sitio. —concluyó. 

—No sabía que lo hacía. Es como un auto reflejo. —explique— Creo que lo hago cuando me concentro demasiado en algo. 

Mi hermana pequeña sonrio y agitó la cabeza como queriendo deshacerse de los pensamientos. 

—Eso debe ser. Alguna vez te he visto hacerlo y por eso me resulta familiar. 

Cuando vi su sonrisa no pude hacer más que devolvérsela. 

Pronto el camarero retiro las tazas de café con las que concluimos nuestro almuerzo y yo le ebtrege mi tarjeta para el pago. Ya en la calle busque las llaves de mi auto en la chaqueta. 

—¿Has traído el coche o quieres que te lleve? —pregunte mientras Terry terminaba de colocarse el abrigo. 

—Eh traído el coche. —Finalizó.— Ha sido encantador verte hermanito. —se aserco a mi y me abrazo por unos segundos. En algún momento vio su reloj y me soltó maldiciendo.— Mierda se me ha echo tarde. Mía va a matarme. —acomodo su bolso y me dio un último beso.— Nos vemos la próxima semana. 

—¿Tienes alguna cita o algo? —pregunte con curiosidad. 

—No esaptamente. Quede con una conpañera de la universida y ya estoy atrasada. —volvió a besar mi megilla y se alejo. 

Si algo era mi hermana era despistada. Pero muy cariñosa y amable. Era de las pocas personas en las que confiaba y a las que apreciaba. Después de todo era familia. 

Saque las llaves del auto de la chaqueta y cruce la calle hasta mi auto. Uno de mis muchos autos me esperaba. Un Camaro SS en un negro brillantes encendió sus luces cuando quite el seguro. Me acomode en el asiento del conductor y me incorpore al tráfico de la cuidad con una delicadeza digna de la absurda perfección que le dedica a todo. 

Conduci por algunos minutos hacia el centro de la cuidad. Tenía una reunión importante con unos inversionistas y mi socio me esperaba. Si la reunión con los inversionistas era importante, reunirme con mi hermana después de toda una semana sin vernos era de vida o muerte. No soportaría los reproches de mi madre y hermana por mi descuido a la familia. Asi que prefería llegar tarde con los inversionistas a faltar a un almuerzo con ella. 

—Eres increíble. —aseguro mi amigo deambulando por mi oficina.— Nunca he dudado de tus capacidades, pero lo que has echo ahy fuera, —se aserco a mi escritorio y apollo sus manos en la madera.— lo que has echo ahy afuera fue increíble. 

Volvió a su recorrido en círculos por mi oficina mientras yo disfrutaba de un brandy recostado en mi silla. Los inversionistas se habían marchado hace unos minutos y gracias a mis capacidades, como lo llamaba Sam, habíamos cerrado el trato y ahora celebrábamos en mi oficina. 

Termine el brandy y deje la copa en el escritorio. 

—Solo he echo mi trabajo, Sam. 

Acabábamos de cerrar un trato millonario que elevaría nuestra empresa de forma internacional y a Sam parecía que le daría un infarto. Habíamos trabajado tanto por esto que ahora parecía totalmente irreal. Si bien yo confiaba en que podíamos llevarlo a cabo, el camino no habías sido el más fácil posible. 

—¿Qué tal una celebración? —preguntó un sonriente Sam mientras se servía una copa y se la tomaba de un solo trago para servirse otra.— Salimos esta noche. Nos vamos a un bar, nos tomamos unas copas y conocemos a alguna chica. 

—La última vez que dijiste eso no salió bien. —susurre. 

Sam me observo y nego mientras continuaba con su copa. 

—Han pasado cuatro años, supera lo de una vez. —pidió y se terminó su copa. 

En ese preciso momento Félix entraba en mi oficina mientras distraidamente a la situación revisaba algo en su móvil. Sam se aserco a él y le dio una palmada en el hombro. Pronto Félix le prestaba su total atención. 

—Procura que este idiota esté muy puntual en el bar de siempre a las ocho. —indico Sam a un confundido Félix. Dejo a mi asistente en su lugar y salió de la oficina. 

—Se le ofrece algo señor. —hice un gesto de negación con la cabeza. Feliz asintió y volvió su atención al teléfono.— Supongo que lo del bar no tendrá lugar. 

Lebanto la mirada y la dejó justo en la mía. 

—Supobes bien, Félix. Puedes retirarte. —y con el mismo silencio con el que entro, salió de mi oficina. 

Me concentre en las vistas de mi oficina y recorde aquella noche. 

Flash Back: 

  *Desde que había llegado al local no lograba dejar de mirarla. Sabía que si me pillaba en aquello parecería un acosador o algo por el estilo, pero no dejaba de hacerlo. Observe como bailo con aquel diminuto vestido que se le pegaba al cuerpo y dejaba ver sus curvas. No venía sola, en realidad venía acompañada de lo que parecía un amigo. 

Todo mi cuerpo pedía por ir hasta ella y tocar esa piel y esos cabellos dorados. También me moría por verla a los ojos y saber de qué colo eran. Podía ver sus gafas y la verdad le iban muy bien. Se veía tan inocente, tan pequeña, tan hermosa. Dios cuanto la deseaba.

Yo nunca había sido muy impulsivo y todas mis relaciones anteriores habían sido con personas de mi círculo. Personas que conocía. Pero aquella chica no tenía nada que ver con esas otras mujeres. Mi cuerpo pedía por ella y esos cabello dorados. 

Cuando la vi alejarse de su amigo y acercarse a la barra me lance. 

Parecía algo mareada y un poco borracha ya. Solo deseaba que estuviese lo vastante lúcida para poder mirarla a los ojos y hablarle. Y si podía ir más allá, que dios me lo permitiese. 

Me aserque despacio y le oí pedir una copa. 

—Sabía usted que se ve preciosa señorita. —susurre muy serca de su oído. 

En cuanto capte su aroma me sentí embriagado, embrujado. Pero cuando se volteo lentamente y me permitió observar sus preciosos ojos verdes atravez de las gafas, fue un sueño echo realidad. Desee unirme a ella mientras miraba esos preciosos ojos verdes.* 

Fin del Flach Back. 

Aquella noche había acabado desastrosamente. Ella se había escsbullido entre las personas y por más que intente buscarla nunca pude encontrarla. En un momento de locura y pasión, habíamos olvidado quienes eramos y nos dedicamos a desear nos solamente. El resultado de ese error aún tocaba mi corazón, pues cuatro años después continuaba sin conocer a aquella preciosa chica de pequeñas gafas y preciosos ojos. Nunca la había encontrado y nunca había averiguado su nombre si quiera. Pero tenía aquel rostro grabado en mis recuerdos. Aquellos ojos y su brillo aún permanecían en mi y mis manos recordaban el contacto con su piel. 

Quizás fuese una completa locura, pero aquel encuentro clandestino había llegado hasta lo más hondo en mi alma y me habia hecho prométeme que el día que la encontrará no permitiría que volviese a marcharse. No sería sólo una noche. No lo permitiría. 




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