—Terry no se como agradecerte que cuides a Noa mientras trabajo.
Terry sonrie aún con Noa sobre su regaso. Habíamos salido a almorzar como casi todos los días en este último mes.
—Para mi es un placer. Pasar tiempo con esta pequeñita es grandioso.
Terry se había echo tan constante en nuestra rutina. Después de la primera semana de trabajo habíamos comenzado a almorzar juntas y ahora lo hacíamos a diario. De echo había cenado en mi casa algunos noches y dado largos paseo los fines de semana. Mi hija la comenzaba a apreciar y hace algunos días le había comenzado a decir Tita Terry.
Para Terry no era diferente. Se veía que apreciaba a mi bebé como si fuese suyo. Yo adoraba ese vínculo que se había creado entre ellas. Entre nosotras.
—Sabes que ella te adora. —comenté.
—Y yo muero por ella. —aseguro antes de dejar un beso sobre su frente.
Mi hija comenzó a estar incomoda sobre su regaso, por lo que Terry la dejó en el suelo y ella se cento junto a mi para comer su sándwich.
Terry se había ofrecido voluntaria para vigilar a Noa mientras yo daba mis clases. Ella tenía esas horas libres y al parecer le encantaba trabajar en su escritorio junto a Noa. Hoy no era diferente. Durante mi clase de la mañana habían jugado juntas en la biblioteca y durante el turno de la tarde saldrían a hacer algunos recados de Terry.
Adoraba su generosidad y ya confiaba ciegamente en ella. Sabías que protegería a mi hija cuando estuviesen solas y que no le sucedería nada.
Observe a mi pequeña comer su bocadillo y disfrute del mío propio. En algún momento me di cuenta de que Terry observaba a Noa un poco confundida. Seguí su mirada hasta mi hija e intente buscar aquello extraño que buscaba Terry.
Mi pequeña comí su sándwich con sus cejas enmarcadas y mirando a un punto fijo si ver en realidad. Aquel gesto no era extraño. En realidad era una pequeña manía de mi pequeña. Lo hacía principalmente cuando estaba muy concentrada en algo o cuando intentaba comprender algo que no entendía. Me gire hacia Terry e intente comprender que pensaba.
—¿Sucede algo? —pregunte sacándola de su ensoñación.
—Nada en especial. —dijo al momento mientras buscába mi mirada.— Es que ese gesto que hace con las cejas me parece familiar.
Volvi a mirar a mi hija aún comiendo y después a mi nueva amiga.
—Lo hace muy seguido. Es una pequeña mani suya.
Vi como Terry sonreía, asintió y volvió su atención a su ensalada. Continuamos comiendo y charlando. Mi hija decía cosas sin sentido alguno y nosotras no hacíamos mas que sonreír. Ahora se había obserbcionado con unas nuevas caricaturas y no hacia más que hablar de ellas.
—Pequeña recuerda portarte bien y no darle problemas a la tía Terry. —le recorde mientras acomodaba su abrigo.
Mi pequeña me regalo un sonrisa y un abrazo.
—Si mami. Me portale bien.
La apreté más contra mi cuerpo diciéndole un último adiós.
—Te la entregare en una hora. No pasará nada. —aseguro Terry.
—Me llamas cualquier cosa. —le advertí. Antes de marcharme volví a abrazar a mi hija y deje un beso en su rosadita megilla.— Te amo, bebé.
—Te amo, mami.
Salimos juntas de la cafetería y nos despedimos en la acera. Reprimi el impulso de llorar mientras observaba a mi pequeña decirme adiós con su manita atravez de los cristales de un taxi. La tendría de vuelta en una hora, pero siempre se me hacia difícil despedirme.
Cuando comense este trabajo nunca imaginé lo feliz que podria ser. Había echo una nueva amiga y tenía excelentes compañeros de trabajo. Disfrutaba del amor de mi pequeña y el cariño de mis amigos.
En este mes habían pasado tantas cosas. Mi relación con Terry se había vuelto muy sólida y nos llebabamos bien. Thony se alegraba de que me fuese bien en el trabajo y cuando conoció a Terry se llevaron bien al instante.
Aún recuerdo aquella tarde que nos recogió en la universidad y el echo de que tuvimos que esperar durante toda una hora para que el pudiese atender a sus fanáticas. Sabía que era famoso pero nunca me imaginé que tanto. Amaba a ese chico como si fuese un verdadero hermano.
Comienzo a caminar en dirección a la universidad. Tenía media hora para llagar a la universidad y que empezase mi clase, después de todo tenía tiempo suficiente para permitirme el paseo.
***
Entro en el ascensor que me lleba directo a mi penth-house y marcó el código de entrada.
Ha sido una semana larga y cargada de trabajo. El trato que cerramos con los inversionistas se ha iniciado y Félix y yo hemos tenido que trabajar durante horas. Y no es que me disguste. Amo mi trabajo y esforzarme por llebar adelante mi empresa. Después de todo soy el ejecutivo del año. Y eso no se gana fácil.
Entro en mi apartamento y para mí sorpresa escucho un ruido parecido al piano desde el salón. Dejo la chaqueta en alguna parte junto al maletín y me dirijo a mi pequeño salón de música. No hago más que sorprenderme esta tarde.
En el banco de mi piano se encuentra una niña de cabellos oscuros mirando las teclas del piano. No es que me solprenda la niña en sí. Parece una niña cualquiera con un pequeño vestido y sus sandalias a juego.
Lo que más me sorprende es encontrarla frente al piano. Frente a mi piano, en mi apartamento.
De pronto escucho como suena una nota y me solprendo al ver a la niña hacerlo. Es muy pequeña, tendrá unos cuatro años cuando mucho. Me acerco despacio a ella y observo como busca otra nota.
Pronto me encuentro junto a ella y continuó observando como busca notas. Es sorprendente la capacidad que tiene para encontrarlas y más en una niña tan pequeña.
En algún momento se da cuanta de mi precensia y de un salto se baja del banco y me observa al otro lado del piano. Me solprende encontrarme con unos precioso ojos grises iguales a los míos y un rostro tan particular. Parece toda una princesita, con su vestidito violeta y su pequeña tiara. Tienes los ojos agrandados y las megillas rosas.
Parece avergonzada y un poco nerviosa. Se retuerce sus pequeños deditos junto a su regaso y desvía la mirada a sus pies. Esta nerviosa. La estas poniendo nerviosa.
En un intento por evitar que se ponga más nerviosa de lo que se encuentra, tomo asiento en el banco y sin mirarla comienzo a tocar una suave melodía. Después de algunos segundos desvío la mirada hacia la pequeña junto al piano y observo como mira maravillada mis manos moverse sobre el piano. En algún momento siente mi mirada y al encontrarse con mis ojos le indico que tome asiento en el banco. Pronto lo hace y continúa observandome. Vuelvo mi atención a mis manos y continuó con la melodía.
Cuando la melodía esta por acabar captó un movimiento a mi lado y me solprendo al ver a la niña alargar sus manitas y concluir la melodía con una combinación de teclas. Me quedo callado y con las manos extendidas sobre el piano. Estoy algo más que ligeramente sorprendido con la actitud de esta pequeña.
Cuando vuelvo a observarla me encuentro con una gran sonrisa en su rostro y un gris brillante que me observa.
—Mama coloca música cuando estoy triste. —explica la pequeña.
Esto es de locos. Llegó a casa y me encuntro con una niña desconocida tocando mi piano y al parecer es aficionada al piano.
—¿Qué edad tienes? —logro preguntar.
Lebanta su manita y señala su edad con tres deditos levantados.
—Tengo todos estos. Pelo pronto tendré estos. —añade un dedito más y sonrie.— Eso dice mamá.
—¿Con quien estás? —preguntó aún sorprendido.
Necesitaba aclarar aquella situación y devolver a la niña con sus padres.
—La tita Terry me trajo poque mamá esta ando clases. Pelo me escape de la tita y me encontré con el piano.
—Será mejor que busquemos a la tía Terry. —aclare levantándome del banco y ayudando a la pequeña.— ¿Como te llamas?
—Noa. —dice la pequeña que da pequeños saltitos a mi lado.— Mamá dice que el abu se llamaba así, pelo yo no conocí a abu.
Su comentario me hace sonreír mientras salimos del salón y buscamos a Terry.
Nos encontramos a Terry en la cocina. Al parecer estaba preguntando a mi ama de llaves por la pequeña. Cuando Noa ve a mi hermana me suelta la mano y corre a su encuentro. Terry la abraza notablemente preocupada.
—Te he dicho que no te alejadas de mi.
La niña se disculpa y baja la vista a su pies.
—Terry deja a la niña. Parece que va a llorar. —Terry me dedicaba una mirada asesina y después vuelve a la niña.—Por sierto, ¿desde cuando soy padre que yo no me he enterado? —dije en un intento de broma.
Para solpresa de ambos Noa se separo de mi hermana y se aserco a mi. Sentre mi mirada en sus ojos del mismo color de los míos y escuche lo que decía.
—Tú no eles mi papá. Yo no conozco a mi papa. —esto último lo había dicho más distraida. Pronto se dio la vuelta y volvió a donde Terry dejándome completamente anonadado y confuso.
Terry se puso a su altura y acomodo uno de sus mechones oscuros detrás de su oído.
—No le hagas caso, Noa. Michael solo bromeaba. Es un completo idiota. —la tranquiliza. Se puso de pie y tomando la mano de la niña se aserco a mi.— He venido a traerte las invitaciones del baile de mamá. Tenía la intención de esperar a que llegaras y cenar juntos pero tengo que devolver a este diablillo con su madre.
Asentí y me despedi de ella con un abrazo. Cuando estaban a punto de irse, Noa se aserco a mi y con un pequeño gesto me indicó que me arrodillarse. Tomandome por solpresa dejó un beso en mi megilla que provocó un breve cosquilleo en la misma.
—Gracias por tocal el piano pala Noa. —se despidió y volvió a tomar la mano de mi hermana para dirigirse al ascensor.
Terry me dedico una mirada inquisitiva mientras que Noa me decía adiós con su manita. Después que las puertas se cerrase me quede allí plantado. Lo que menos me esperaba al llegar a casa era encontrarme con esa niña y lo que más me solprendia era la sensación que me trasmitió ese pequeño beso.
Abandone mi pensamientos y volví al presente. A un presente donde aún tenía mucho trabajo que hacer.