Nuestro pequeño error

Capítulo 7: Viernes de películas.

El viaje había sido largo, largo y tedioso. No había echo más que pensar en aquellos ojos verdes y en la dueña de dichos ojos. Por no mencionar el echo de que estaba completamente seguro de que Noa era mi hija. Aún así tendría que comprobarlo. 

Si había algo que deseaba menos que asistir a esta cena, creo que aún no lo he descubierto. De seguro me pasaré toda la cena pensando en descubrir algo más y en volver a ver a Mía.  

Definitivamente moría por volver a verla y averiguar si me recuerda, si nos recuerda. 

Félix nos abre la puerta y ayuda a mi hermana a salir del auto y mantiene la puerta abierta para mi. Veo como mi hermana avanza un par de paso y al ver que no la sigo se gira hacia mi. 

—¿No vienes? —pregunta. 

—Adelántate. Tengo que hablar un momento con Félix. 

Terry asiente y le dedica una sonrisa a Félix antes de marchar. 

—No vallas a despedirlo. Tengo entendido que es muy bueno en su trabajo. —bromea. 

—Tranquila lo se de muy buena mano. —aseguro continuando con la broma. 

Espero a que mi hermana esté lo suficientemente alejada para que no oiga mis palabras. Félix me mira con algo de curiosidad manteniendo todo el respeto que siempre a demostrado. 

—Sucede algo señor. 

—Félix, recuerdas la conversación que mantuvimos sobre lo de llamarme señor cuando estuviésemos solos. 

—Si. Michael. —asiente avergonzado. 

Llebo mi mano a su hombro y veo como recupera la compostura. 

—No pasa nada. —me aserco un poco más a él e intento susurrarlo lo más bajo posible. No es necesario que nadie supiera lo que tenía planeado hacer.— Necesito investigar a una persona. Y se que tu tienes los contactos necesarios para conseguir la información que quiero. —asiente después de un momento de duda.— Pues busca esos contactos, necesito esta información para aller. 

Félix me mira confundido y vuelve a asentir. Saca su teléfono y busca en el. Permanecemos algunos minutos en silencio mientras busca lo que necesito. 

—Nombre de la persona que necesita investigar. —pregunta después de un momento. 

Vuelvo a analizar esta decisión. Si doy algún paso en falso podría salir muy mal parado. Luego recuerdo un par de ojos esmeraldas y otros grices y mucho más infantiles y decido no dudar. Quiero a esas dos en mi vida. Y las quiero ya. 

—Mía Montés. 

Félix asiente sin la mínima solpresa a ver que se trata de una mujer y comienza a teclear en su teléfono. Después de un momento lo guarda y me observa. 

—Tendrá la informacion más tardar el lunes en su oficina. Yo mismo se la entregare. 

Asiento y con una gran sonrisa me dirigo hacia la casa de mis padres. Tendré lo que deseo. Siempre he logrado lo que me he propuesto y resulta ser que las deseo a ambas y mi propósito es cumplir lo que deseo. 

***   

Llegamos a casa a la hora gusta. Thony ya nos espera fuera de casa para nuestro clásico viernes de películas. Sonrio al encontrarlo junto a nuestro porche y le envuelvo en un abrazo, necesitaba su seguridad con extremada urgencia. 

—¿Sucede algo? —pregunta a mi oído. 

—Después te cuento. —digo asiendo una señal a mi hija que nos observa serca de la puerta. Esta impaciente por llegar a los brazos de su tito y yo estoy en medio. 

—Ven acá pequeñaja. —dice Thony abriendo sus brazos para mi niña. 

Los tres juntos entramos en casa y mientras yo le doy una ducha a mi hija y tomó otra, Thony prepara los bocadillos para nuestra noche de cine. 

Al salir del baño escucho las carcajadas de mi amigo y mi hija procedentes del final de las escaleras. Entro a mi habitación con una sonrisa en mi rostro, la cual desaparece al recordar aquellos ojos grices. 

Cuando Terry me había comentado de su hermano nunca me hubiese imaginado que fuese tan guapo. Pero no era su belleza lo que me deaconsertaba de él. En realidad se trataba de sus preciosos ojos grices. Unos ojos grices muy parecidos a los del hombre de que conocí hace más de cuatro años atras, a los ojos del padre de mi hija. No sólo compartían los mismos ojos, sino también el mismo tono de cabello y si no logro equivocarme hasta la misma altura. 

De aquella noche recuerdo muchas cosas. Pero todas aquellas relacionadas con el padre de mi hija están un poco borrosas. Eso, eso era una consecuencia de no salir nunca a fiestas y no saber manejar el alcohol. Sabía que aquella noche se me había pasado la mano con los tragos, pero me la estaba pasando tan bien que nunca pensé en las consecuencias. Luego había llegado ese chico y había cambiado mi noche y mi vida para siempre. Pero no lograba recordarle. Pequeños detalles como el color de sus ojos y cabello.  Incluso la seguridad de sus manos y la intensidad que está me hacían sentir. El sentimiento de seguridad y de hogar. Los recuerdos eran muy vagos, demasiado para poder reconocerle con solo verle una vez después de cuatro años. 

Cuando baje las escaleras escuche las risas y logre sonreír. Encontré a mi hija sobre la encimera de la cocina mientras Thony terminaba con las palomitas. Habían preparado un verdadero banquete. Galletas, helado, refrescos, palomitas y muchas otras cosas. 

Me aserque a mi niña y deje un beso en su cabeza. Noa sonrio. 

—Tito a teminate. —preguntó. 

—Listo princesita. —aseguro Thony cogiendo las golizas y dirigiéndose al salón. 

—Vamos, bebé. —la tomo en brazos y sigo a Thony. 

—Mami. Poemo toca piano co el cico. 

Miró confundida a mi hija intentando entender a qué chico se refiere. Por alguna razón vienen a mi el recuerdo de unos ojos grices y la conversación de hace una semana con Terry. 

—No se mi vida. No creo que lo volvamos a verle. 

Para mi suerte llegamos al salón donde Thony ya está acomodado en el sillón con el control en la mano. 

—¿Que veremos esta noche chicas? 

Nos acomodamos a su lado y mi hija toma el mando de la noche. 

—El entanto. Tito on el entanto. 

Ambos sonreímos mientras Thony busca la película. Mi hija se obseciona muy fácilmente con las películas que ve y después las repetimos tantas veces que terminamos aprendiendonos las escenas de memoria. 

—¿Me dirás que te sucede? —pregunta Thony. 

Llevamos ya algunas películas y Noa se a quedado rendida después de la primera. 

—Creo que lo encontré Thony. —susurro aún apollada en su hombro. 

—¿Estas segura? —pregunta. No necesito explicarle a lo que me refiero. El conoce toda la historia. 

Acarició la cabecita de mi hija sobre mi regaso y suspiro. 

—No del todo. Pero ahí algo que me empuja a creerlo. 

Thony me abraza fuertemente y agradezco el apollo. 

—No te preocupes. Yo te apollare en todo lo necesario. Afrontaremos esto juntos. 

Logró sonreír y agradezco que siempre esté aquí. 

—Gracias por estar aquí Thony. 
 




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