—Llegas tarde. —acuso Sam al verme aparecer en dirección.
Ignore su comentario e intente entrar a mi oficina antes de que logrará interceptarme.
—Señor, el señor Félix le estaba buscando. —anuncio la secretaria de Sam.
—Llamelo y dígale que venga a mi oficina. —órdene.
La chica asintió y apresuró el paso hacia su mesa. Sam, para ni disgusto, logro alcanzar me antes de poder entrar.
—No te ha traído Félix. —moví la cabeza en un signo de negación.— Con razón llegas tarde. —se burló mientras se acomodaba dentro de mí oficina.
—Félix cumple órdenes y llege tarde por el tráfico infernal de esta cuidad. —aclare mientras me deshacía de mi chaqueta y lograba acomodarme en mi escritorio.
—Pero si tú amas esta cuidad. —Continúa burlándose.
Le asesine con la mirada. O al menos lo intente.
—Qué ame la cuidad en que naci no quiere decir que me agrade su tráfico infernal. —aclaro.
En ese preciso momento Félix entra en mi oficina cargando con el un tablet. Nos mira un poco confundidos por la presencia de Sam, pero logra recuperar la compostura antes de que este se dé cuenta.
—Señor. Señor Sam. —saluda con un pequeña inclinación de cabeza.
Me mira directamente y asiente mientras señala la tablet. Asesino a Sam con la mirada antes de ordenarle.
—Sam a trabajar. Que el que llegó tarde soy yo no tú.
Me mira ofendido pero acata mi orden. Vale es mi socio pero no por eso dejo de darle ordenes.
–Estas imposible por las mañanas. ¿Por qué será? —preguntó irónico antes de salir de la oficina.
Félix se aserca a mí escritorio y deja la tablet frente a mi. Cogo la tablet y comienzo a ver el documento que esta abierto.
Es un documento con toda la información de Mia. Leo algunas cosas y me solprendo con otras.
—Supongo que tienes un resumen echo ¿no?
Félix asiente mientras yo observo algunas de las fotos.
—Mía Montés. Tiene 26 años recién cumplidos. Nació el 26 de diciembre de 1997. Su madre era latinoamericana pero recide en el país desde sus 17 años. —Observo las fotos de sus padres y algunas tomadas en los últimos días. En ella aparece con Noa y otro chico de su misma edad.— En su adolescencia descubrió que le gustaba el arte y que tenía talento para ello. —No lo dudo.— Entro en la universidad en la clase de artes plásticas y se desempeño como una de las mejores estudiantes. Hace 5 años tubo que dejar las artes y entrar en historia del arte.
—¿Por qué sucedió eso? —no puede evitar interrumpirle.
—Sus padres murieron en un accidente en esa época y tubo que empezar a trabajar para pagar la universidad. El curso de historia del arte era mucho más barato y con muchas más ofertas de trabajo. —observo el informe de sus estudios y tube que evitar maldecir en voz alta.
—Se graduó con titulo de oro. —comenté.
—Así es, señor. A pesar de su embarazo logro destacarse. —le mire sorprendido.
¿Continuó estudiando mientras estaba embarazada?
—¿Qué edad tiene la niña? —pregunte notablemente interesado en ese punto.
Félix se aserco más al escritorio y contesto después de aclararse la garganta.
—Tres años y diez meses señor. Nació el 4 de abril del 2019.
Intente sacar las cuentas necesarias y buscar una solución a las dudas de mi cabeza. Era imposible que esa niña fuese mi hija. Para ello al menos debería nacer en junio.
A no ser...
Una lucesita de esperanza se intensificó aún más en mi y no pude evitar preguntar.
—¿Fue prematura?
Félix me miró directamente a los ojos. Se le notaba especialmente confundido.
—Esaptamente señor. —confirmo— Nació dos meses antes de lo esperado.
Una gran sonrisa se instalo en mi rostro mientras comenzaba a ignorar la presencia de Félix y me centraba en la información de Mia. Mi Mia.
Esa chica del bar en la que siempre pensé todos estos años. Esa que busque tan desesperadamente. Había encontrado esa chica y mejor aún tenía una hija con ella. Una preciosa niña que era mi imagen, físicamente al menos, y que conservaba la preciosa sonrisa de su madre y su amabilidad. Deseaba que estubiesen en mi vida. Deseaba salir a buscarlas y encerarlas en mi apartamento para disfrutar de ellas. Que solo yo tuviese ese privilegio.
Pero quedaban algunas cosas pendientes. Tenia que comprobar si Mía me recordaba, si deseaba los mismo que yo. También comprobar si Noa era mi hija. Que lo era. Pero tendría que hacer una prueba de ADN para estar completamente seguro y callar los comentarios de las personas cuando se entrasen de esta historia.
Entonces una idea me puso en marcha.
Tenían que hablar con Terry, ella estaba más serca de ambas y podía conseguirme lo que necesitaba. También les daría la buena noticia. Ella al igual que Sam y Félix era los únicos que conocían esta historia.
De un salto estaba de pie y buscando mi chaqueta. Observe el rostro de consternación que Félix mantenía y no pude hacer más que sonreí.
—Señor, ¿va a salir? —preguntó confundido.
—Si Félix. Voy a por ellas. —confirme.
Félix me miró aún más confundido.
—Si no es mucha indiscreción. —asenti— ¿Esa chica es...
—Si Félix. Es ella. —le corte— Y haré todo lo necesario para que esté en mi vida.
Vi como Félix asentia. Conocía toda la historia. Conocía todo por lo que había pasado estos años buscando a Mía y ahora la había encontrado.
—Prepararé el coche. —Fue lo único que dijo antes de salir de mi oficina.
Sonreí ante su seguridad. Una alegría extraña se había implantado en mi y deseaba que nunca se fuese. En realidad quería que se intensificará.
Félix me esperaba abajo con el coche. Subi sin pensármelo y vi como conducía. Si no estuviese de tan buen humor ya mi mente había procesado las millones de formas en las que podríamos morir si continuaba conduciendo así. Pero no me importa. Iba en camino hacia la mujer que había ocupado mis pensamientos los últimos 4 años y nuestra pequeña. Iba en busca de la que sería mi pequeña familia. Y no imaginan lo bien que se sentía.
—¿Michel? —ahogo un grito de solpresa.— ¿Por que no estas trabajando? ¿Paso algo? —preguntó Terry alarmada al verme entrar en su despacho.
Estaba tan entusiasmado que se me pasó por completo llamarla para avisar que iría a la universidad. Me aserque a ella mientras rodeaba su escritorio con un rostro en el que denotaba preocupacion.
—No ha sucedido nada. Solo he venido a verte. —la tranquilice.
—Dios. —dijo llebandose una mano al pecho intentando controlar su preocupación. Se aserco a mi y me golpeó en el hombro.— Te has vuelto loco. Cuando te vi entrar pensé lo peor. Por poco me da un infarto.
Intente ignorar el tono un poco elevado que utilizaba para concentrarme en acabar con sus preocupaciones y llegar al tema que me interesaba.
—Vale, me equivoque. Debí avisarte. Lo siento. —susurre.
Ella suspira, se aserca a mí y me abraza. Permanecimos unos minutos en aquel abrazo. Puede sentir como Terry volvía a calmarse y cuando estuve seguro de que había abandonado su estado de nervios la solté.
—¿A qué has venido? ¿No tienes que trabajar? —preguntó curiosa.
—Eso no es importante ahora. —asegure.
Vi como mi hermana ponía una expresión de solpresa en el rostro y dejaba caer su mandíbula.
—Dios estoy lista para que me lleves contigo pero no me juegues estas bromas. —bromeó— ¿Pero que te han echo y donde esta mi hermano obserbcionado con el trabajo? —preguntó irónica.
—Terry vasta. No sucede nada y ahora no me interesa el trabajo.
Alzó sus manos en signo de derrota mientras sonreía.
—Vale ya me callo. —aseguro.
Observe la oficina y me di cuenta de que estábamos solos.
—¿Estas sola?
—Si. Hoy Mía no ha venido. Al parecer le cento algo mal. —afirmó recupernado la seriedad.
Durante el recorido en coche había pensado un poco en cómo decirle. Había encontrado varias formas pero en este momento todas me parecían absurdas. Es mejor improvisar.
—Sobre ella te quería hablar. —asegure.
Mi hermana puso una expresionde horror en su rostro y comenzó a caminar por su oficina.
—Es que me dan ganas de acesinarte. De seguro ya le has investigado. —Y tenía razón. Aunque no por las razones que ella creía.— Ella es mi amiga, una buena amiga además, no te voy a permitir que eligas mis amigos. —sentenció mientras me recostada a su escritorio y bajaba la mirada para evitar el contacto cuando anunciase la buena nueva.— Nos llebamos bien y Noa es encantadora. No...
—Es ella. —asegure.
Mi hermana detubo su andar y con ella el pequeño discurso que había empezado. Se giro hacia mi para buscar mi mirada y cuando conectaron nuestros ojos vi algo que no entendí.
—¿E‐estás... —tartamudeo.
—¿Seguro? —le corte.— Completamente. —asegure.
Deje ir un suspiro de frustración y me toco a mi recorer el pequeño despacho.
Mi hermana seguía estática analizando toda esta nueva información.
—Eso quiere decir qué. —se corto para tomar aire. Ambos estábamos nerviosos y no le cuestionaba.— ¿Eso quiere decir que Noa?
—Si creo que si. Solo necesito comprobarlo. Pero, —me pare en seco y respire entrecortadamente.— creo que es mi hija.
La ilusión que se desató en mi fue catastrófica. Afirmarlo en voz alta confirmaba todo, lo hacía real. Deje escapar un grito y acercándome a mi hermana la alce en volandas y me puse a dar vueltas por todo el lugar mientras festejaba. Mi hermano rió histérica y pidió a gritos que la pusiese en el suelo.
—Dios. Soy padre. —dije abrazandola.
Mi hermana correspondió al abrazo y me apretó entro sus brazos. En esos brazos en los que logre calmarme un poco.
—Me alegro por ti Michel. —aseguro separándose de mi.— La verdad es que Noa se parece demasiado a ti. Incluso e visto algunas de tus manías en ella. Tendría que haberme dado cuenta. —aseguro.
—Eso no importa ahora Terry. Gracias a ti la encontré. Las encontré. No importa si no te dieras cuenta. —asegure.
Me sentía como un animal enjaulado en aquel pequeño despacho. Quería hacer tantas cosas, decir tantas cosas que creí que mi mente explotaria.
—Michel calmate un poco si. Necesitamos pensar que vamos a hacer. —anuncio. Asentí nuevamente e intente calmarme.— Tienes alguna idea de lo que sabe Mía de todo esto.
—No estoy seguro. —afirme.— Ella estaba mucho más inconsciente que yo aquella noche. Pero algo en mi me dice que me recuerda. Quizás no tan bien como yo pero me recuerda. —asegure.
Mi hermana comenzó a trazar un plan mientras yo esperaba e intentaba tranquilizarme. En aquello momentos mi fantástico cerebro no servía para nada. Estaba nublado por la felicidad y la impotencia del momento.
—Tenemos que averiguar que recuerda. Para ello tenemos que buscar una forma de meterte en su vida, en su rutina. De eso me encargare yo. —anuncio. Continuó hablando mientras comenzaba a dar vueltas de una esquina a otra.— ¿Dijiste que quieres asegurarte de que Noa sea tu hija?
—Con una prueba de paternidad estaría bien. No me importa que no sea mi hija. Aún así intentaría que su madre se quedase a mi lado. Pero... Dios sería increíble que diese positivo. Tiebe que dar positivo. —asegure mientras buscaba un lugar donde sentarme, eran demasiadas emociones.
—Puedo conseguirte algo. —aseguro mi hermana. Le dedique una sonrisa de agradecimiento.— No te preocupes hermanito, esas chicas entraran a la familia de una forma u otra. —aseguro y yo agradecí al cielo por tener una hermana tan magnífica y por la oportunidad que me brindaba. Era la mejor oportunidad de mi vida.