Nuestro pequeño error

Capítulo 11: Visitas inesperadas

El teléfono de mi mesa hizo acto de presencia sacándome de mis pensamientos. Alargo el brazo y llebo el teléfono a mi oído. 

—¿Si? 

—Señor, —dice Félix a través de la línea.— Su herm... 

En ese momento la puerta de mi despacho se habré y veo a mi hermana entrar en mi oficina junto a Noa. Ver a la pequeña junto a mi hermana no hace más que refutar mi teoría: necesitaba tenerlas junto a mi lo más rápido posible, tanto a la niña como a la madre. 

Culgo el teléfono viendo la expresión de horror de Félix al otro lado de la puerta. 

—Hola hermanito. —Dice Terry acercándose a mi mesa. 

—¿Qué haces aquí Terry? 

Me lebanto de mi mesa y voy a su encuentro. Mi hermana me deja dos besos en las megillas antes de soltar la manita de Noa y tomar asiento en una de las butacas frente a mi escritorio. 

—He venido a hacerte una visita. Ademas he venido acompañada. —dice mientras señala a Noa que me observa. 

En ese momento lo entiendo. En realidad no ha venido a verme. Ha venido para que yo viese a la pequeña. 

Me arrodilló para igualarme a su tamaño y veo como sonrie mientras se mese sobre sus pies. Parece nerviosa, como la primera vez que nos vimos en mi apartamento. 

—Hola princesita. —susurro llebando una mano a su megilla para acariciar su suave piel. 

—Ola tico de piano. 

Su ocurrencia me hace sonreír. Es increíble que aún me recuerde solo por eso. 

—En realidad mi nombre es Michel, no el chico del piano. —explicó. 

Continua meciendose con sus manitas a su espalda denotando confianza ante mi precensia. Me agrada que confíe en mi. 

—Mi-miche. —susurra intentando decir mi nombre. 

Sonrio por la ternura que emaná de ella y en un acto de impulso me acerco a ella y le preguntó. 

—Princesita, ¿me darías un abrazo? —Noa me observa y sin pensarselo mucho da un paso y se lanza a mis brazos. 

La envuelvo entre mis brazos antes de ponerme de pie. Entierro mi rostro en su precioso pelo oscuro y disfruto de su calidez. Tenerla en mis brazos era un sueño. No sabia lo mucho que deseaba esto hasta este momento y deseba hacerlo tan seguido como fuese posible. Observe a mi hermana con los ojos cristalizados aún sentada en la butaca mientras nos obserba. 

Me aserco a mi hermana y me siento en la butaca junto a la de ella. Dejo a Noa sobre mis regaso mientras continuó abrazandola. Después de un largo abrazo y un poco conmovedor me separo un poco dejandola sobre mis rodillas. 

—Gracias princesita. —susurro antes de dejar un beso en su frente. 

—¿Estabas tiste? —pregunta miedo directamente a los ojos— Mami me abaza cuando esta tiste. 

Claro que lo hace. Quien no desea que le abraces. 

—Eso es muy bueno. Tu mami no merece estar triste. —aseguro. 

—O te abazae cuando este tiste. —aseguro antes de volver a abrazarme. 

Su seguridad me sobrecogio obligándome a mantener la compostura. Sentí el movimiento de mi hermana al ponerse de pie y ir en dirección al lavabo. Me imaginaba la razón. También podia asegurar que me estaba afectando igual o peor que ella. 

Intente recobrar la compostura con Noa antes de que volviese y se pusiese peor. Acomode a Noa en mi antebrazo y la pegue a mi torso antes de hacercarme a los grandes ventanales de mi oficina y enseñarle las vistas. Unos minutos después Noa había insistido en bajarse de mis brazos y ponerse a correr por mi oficina. La vi tomar algunos de los adornos de mi escritorios y analizarlos con las cejas enmarcadas. Ese gesto llamó mi atención. 

Entonces una conversación con Terry llamo mi atención.  

Flach Back: 

   *—Es que ese gesto tuyo, el que acabas de hacer, —señaló a mis cejas. Parecía referirse a mi estado inconsciente  de buscar concentración. Nunca me había dado cuenta de que lo hiciese tan seguido.— me parece haberlo visto en otro sitio. —concluyó.* 

Fin del Flach Back. 

Era sierto. Con aquel gesto, Noa, no hacia más que confirmar lo mucho que se parecía mí.  No había duda de que esa pequeña era hija mia. 

Mi hermana se aserco a mi un poco más calmada que un momento antes. 

—Lo siento. Es que ha sido un poco demasiado. 

Lleve mi mano a su hombro y le di mi apollo. 

—Lo comprendo perfectamente. —aseguro.— ¿Ya tienes la prueba? —voy directo al grano. Quiero agilizar este proceso si continuo así me volveré loco en cualquier momento. 

—Esta en el bolso. —asegura— Son cabello, espero que con eso sea suficiente. 

—Será más que suficiente. —aseguro. Más pronto de lo que creia estaria todo resultó y podria asegurarme que tendría una pequeña familia. Una propia. — ¿Qué tienes de lo otro? 

—Tengo algo en mente y nos veneficira a todos. Sobre todo a Mía. —agrega. 

Me giro para buscar su mirada y reflejar mi confusión. 

—¿De qué se trata? —quice saber. 

Mi hermana me dedico una mirada atrevida y algo divertida. 

–Sabes ¿por qué Mia tubo que dejar la universidad de artes? —asiento— Pues no dejo de pintar. Continuó haciéndolo, hasta que nació Noa al menos. Según tengo entendido nunca pudo complir su sueño. Era necesario buscar algo mucho más seguro y estable para criar a un bebé sola. —explicó. 

—Eso lo entiendo y me agrada la idea de que cumpla su sueño. Pero, ¿qué tienes planeado hacer? 

Mi hermana vuelve a sonreir y comienzo a asustarme por la mente perversa que está demostrando. 

—Sabes esa vista, en tu apartamento, que me gusta tanto. 

—La de la sala de música. —preguntó contrariado. No tenia idea de adonde queria llegar a parar com todo aquello. 

—Esapto. Esa misma. —asegura.— Y sabes quién tendrá un cuadro de esa vista. —pregunta irónica. 

Enseguida comprendo sus planes y no hago más que comenzar a sonreír. Planea meterla en mi apartamento con un favor suyo al cual no podra decir que no. Además seguro le propone que también puede llebar a Noa. Yo estaria encantado de que ambas estén allí. 

—Dios hermanita aveces me das miedo. —aseguro volviendo a sonreír. 

—Lo se. 

—Tita Terry, —dice Noa acercándose a ambos— No vamo a. Quelo ve a mami. —susurra. 

—Claro cariño. Ya nos vamos. —asegura Terry quien va en busca de su bolso. 

Me arrodilló frente a Noa quien buelbe a meserce sonbre sus pies. 

—Adiós princesita. —susurro acomodando un mechon perdido detrás de su oído. 

Noa se acerca y deja un beso en mi megilla como aquella vez en mi apartamento. Siento un aleteo en mi corazón y como este se acelera. 

—Ados Miche. —susurra antes de ir hacia mi hermana quien le da la mano y se marchan de mí despacho. 

Acarició mi megilla y sonrio mientras recuerdo estos escasos momentos con Noa.  

Vuelvo a mi silla y se me hace imposible concentrame en lo que anteriormente demandaba todo de mi. En este momento el trabajo ha desaparecido de mi cabeza. 

Siento unos toques en la puerta y antes de dar la orden veo a Félix entra en mi despacho. Se acerca al escritorio y deja una bolsa de plástico con un cepillo de cabello dentro. 

—Su hermana me ha dejado esto para usted.  —indica. Me mira confundido durante un momento y luego asiente.— Se le ve muy feliz. —asegura. 

—Lo estoy Félix. Lo estoy —aseguro. 

—Señor si me permite el comentario. —asentí— Es igualita a usted. Y muy encantadora. —asegura. 

Lo observo pensativo antes de que la sonrisa vuelva a mis labios. 

—Tienes razón Félix. Yo también lo creo. —aseguro antes de ver salír a Félix del despacho. 

Paso el resto de la tarde sonriendo y recordando los pequeños momentos que he compartido con Noa y las entrañables horas que pasé con su madre hace tantos años.




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