—No creo que esta sea una buena idea. —susurre.
Terry me mira confusa mientras comienza a negar levemente.
—Mía podrías dejar de ser tan optusa por una vez en tu vida.
Niego levemente mientras continuó hundiendome en mis nervios e inseguridades.
—Mía he visto tu trabajo y estoy segura de que eres la indicada para esto. —asegura.
Ese es otro tema, desde que se apareció en mi casa y me obligó a enseñarle mis cuadros no ha dejado de insistir en que ella deseaba tener algo echo por mi. Por esa misma razón ahora estaba encerrada en un elevador en dirección a un penthouse en uno de los edificios más caros de todo el país. Lo peor de todo eso, tendría que pintar una de las tantas vistas que se podían contemplar desde ese apartamento, y resultaba ser las favoritas de Terry.
—Hace años que no he dibujado nada en un lienzo. Enserio Terry esto es una mala idea. —aseguro girandome hacia ella.
—No sigas diciendo eso Mía. Además son mis vistas favoritas como queden me gustarán. Ya va siendo hora de que haga algo.
—¿A qué te refieres?
Me dedica un pequeña sonrisa antes de ponerse a explicarse.
—Eh amado esas vistas desde que mi hermano compró el penthouse y nunca quiso regalármelo así que es hora de que tenga un pedacito de ellas aunque sea en un lienzo. —asegura.
—Eso es todavía peor. —pienso en voz alta.
Escucho como Terry comienza a reí mientras yo quiero echarme a llorar. Ahora tengo más presión sobre los hombros, es su vista favorita y puedo echarlo a perder. Además sera en casa de su hermano, ese mismo que vi en la universidad una vez y que fácilmente podria ser el padre de mi hija.
Diosito sacame de aquí. Elebe una pequeña súplica al cielo pues lo último que queria era confirmar mis sospechas con respecto a ese hombre. Buena quizás si queria aclararlas pero que no me quitase a mi hija.
Escuche el pitido del elevador antes de que las puertas se abrieran dejando ver el precioso apartamento perfectamente decorado. Me quedé en mi sitio enbelezada con la decoración y el tamaño del lugar. Mi casa cabria fácilmente allí dentro. Solo en el salón.
Terry tiro de mi brazo obligandome a salir del ascensor y entrar en aquel lugar digno de una película romántica. Podia ver la bara de la cocina al fondo junto a un gran ventanal y las escaleras que llebaban a un segundo piso justo al frente de nosotros.
Desvie la mirada al rostro de Terry que me miraba con una sonrisa. A ella no le afectaba tanto el lujo de aquel lugar como a mi. Ella ya estaba acostumbrada, después de todo se habia criado toda la vida en sitios como aquellos.
—El lugar es preciso. —asegure.
Asintió mientras me tendia la mano para giarme.
—Ven las vistas están por aquí. —aseguro arrastrándome a una puerta que deba a un lugar perfecto. Esa era la palabra que lo caracterizaba. Perfecto.
Era una especie de salón de música, aunque sólo habia un piano de cola preciso. También habia preciosos decorados y juegos de salón. Al final del salón, detrás de una pared copletamente de cristal, se encontraban las vistas más espectaculares de la cuidad que habia visto nunca. Aunque no solo por la espectacularidad del paisaje, sino también por el preciso tono naranja que dibuja el cielo a estas horas de la tarde. Entendía perfectamente por que Terry queria aunque fuese una pequeña parte de esas vistas. En realidad yo comenzaba a desearlas por entero.
—Terry, esto es... precioso.
Le veo sonreír antes de hacercarme al ventanal y contemplar la vista.
—Ahora vez por qué no puedes decirme que no. Tú lo entiendes perfectamente.
Asiento mientras me concentro en la vista.
Escucho como una puerta se abre y la buscar el sonido veo a una señora hacercarse a Terry.
—Señorita, es un placer recibirla. —Terry sonrie mientras asiente.
—Gracias Martha. Ven quiero presentarte a Mía. —me señala.— Estará por aquí un tiempo. Es una buena amiga y vendrá seguido.
La señora me observa confundida.
—¿Puedo preguntar a que se debe, señorita?
—Claro. —asegura Terry— Mia es artista y hace unos cuadros preciosos. —siento como la sangre se me concentra en las megillas por la seguridad con la que habla Terry sobre mi trabajo. Yo no estoy tan convencida.— Le he pedido que pinte estas vistas. Sabes cuanto me gustan.
Martha asiente antes de retirarse del salón.
Ambas nos miramos por un momento antes de romper a reír por la expresión de la señora.
—Es un poco, —Busco la palabra adecuada para describir el carácter de Martha.
—Si. Es muy sobreprotectora con la intimidad de mi hermano. Por algo lleba más de 5 años trabajando en esta casa. —asegura Terry.— Además de que siempre lo cuido cuando era niño.
—Entiendo.
Pasamos un rato más en el salón mientras analizó la luz y la posición de cuadro.
—¿Ya lo tienes todo? —pregunta Terry.
—Si ya lo tengo todo. Podemos irnos. —aseguro acomodandome las gafas sobre el puente de la nariz y cogiendo el bolso.
—Perfecto.
Ambas salimos del salón encontrándonos a Martha junto a la puerta.
—Su hermano viene subiendo, señorita.
Me tenso solo de escuchar las palabras de Martha. Michael, si mal no recuerdo, es el hermano de Terry. Pero mi instinto me dice que hay algo más sobre el que no me cuadra. El parecido con mi hija y la reacción de mi cuerpo ante su presencia me desconciertan y no puedo evitar preguntarme si en realidad es el mismo chico de hace cuatro años.
Escucho el ascensor a mi espalda y siento un cosquilleo en la piel mientras un sentimiento de seguridad y vieneatar me recore. Me volteo hacia él mientras se hacerca a nosotros con la mirada en su teléfono sin percatarse de nuestra presencia.
—Hermanito, —lebanta la mirada, la cual se conecta con la mía por unos segundos. No puedo evitar contener la respiración mientras evito hacer lo que mi cuerpo me grita.— que bueno que has llegado. Pensé que nos iríamos sin verte.
Desvía su mirada hasta Terry vastante confundido y es entonces cuando noto que había parado de andar cuando me vio. No puedo negar que es muy guapo además de que me resulta tan familiar que me asusta.
—Terry. No sabía que venías hoy. —se le ve vastante confundido y sorprendido. Siento como mi mente me traiciona cuando comienza a pensar que es por mi presencia.
No seas idiota Mía. Si fuese ese chico enserio crees que te recordaría.
—Recuerdas que te dije que quería un cuadro de tus vistas. —Michel asiente— Pues Mía será la encargada de pintarlo.
—Sierto, ya lo había olvidado. —asegura cuando su mirada vuelva a posarse en la mía.— Señorita Montés un gusto volver a verla. —dice mientras se hacerca a mi y me ofrece su mano.
Mi piel se eriza solo con sus palabras y una descarga me recore cuando nuestras pieles se conectan.
El sentimiento de familiaridad de antes se intencifica ante el contacto haciéndome observar nuestras manos unidas antes de volver a sus preciosos ojos grices que durante un momento se oscurecen. Fue un momento tan breve que comienzo a pensar que fue mi imaginación.
—Igualmente señor Lewis.
—Llamame Michel. Creo que después de ahora nos veremos más a menudo. —susurra con una pequeña sonrisa.
Mis sentidos se intensifican mientras la confusión me recore. Retiro la mano y un sentimiento de pérdida se instala allí donde su piel estuvo.
—No entiendo, ¿a qué se refiere? —no puede evitar preguntar.
Busco la mirada de Terry quien esta sonriendo. Ese gesto no hace más que intensificar mi confusión.
—Según mi hermana usted es la encargada del cuadro. ¿Me equivoco? —Terry niega— Sepongo que será imposible no vernos mientras usted esté por aquí. Después de todo es mi casa.
Vele, tiene razón. En que carajos estaba pensando cuando acepte trabajar en su jodida casa. Me regañe.
—Sierto.
Doy un paso atrás llegando a junto a Terry. Quien se hacerca a su hermano y le da un pequeño abrazo.
—Será mejor que nos vallamos hermanito. —susurra Terry ganándose una mirada asesina de su hermano, logrando despertar mi desconfianza.— Mía tiene que recoger a Noa y ir a casa. —su mirada se dulcifica y esto no hace nada más que empeorar mi curiosidad y confusión.
—Pues será mejor que se vallan ya. Esa princesita no merece esperar.
La familiaridad con la que habla de mi hija vuelve a confundirme.
Terry vuelve a despedirse de su hermano antes de arrastrarme dentro del ascensor. Antes de cerrarse las puertas observo como Michael me observa detalladamente. Siento un pequeño cosquilleo allí por donde su mirada pasó antes de cerrarse las puertas y descender.
Cuando llegó a casa voy directamente a darle un abrazo a mi pequeña. Llebo algunas horas sin verla y ya la extraño. No es por nada pero estoy tan acostumbrada a estar siempre con ella y ahora no me veo separadas.
Dejo a Noa con sus juguetes y me encuentro a Thony esperándome en la cocina.
—¿Cómo vas con lo del cuadro?
—Bien. Dentro de poco comenzare a pintarlo. No sabes lo bonitas que son las vistas. —aseguro antes de quedarme en silencio. Tomo aire antes de anunciar lo que viene.— Es en la casa del hermano de Terry.
Thony me mira asombrado y anonadado.
—¿En casa del sospechoso? —pregunta.
Asiento suavemente antes de hundirme en mi frutasion y mis nervios. Aún no puedo creer que tendré que verlo casi a diario y peor aún, sin saber a ciencia sierta si es él padre de mi hija.