Nuestro pequeño error

Capítulo 17: La invitada.

—Michael, ¿estas en la oficina? —preguntó Terry, sin saludar siquiera, mientras terminaba de contestar la llamada. 

—Sam a menudo la pata con unos inversionistas y llebo todo el puto día en la oficina. —expliqué. 

—Recuerdas que hoy era la cena de mamá ¿no? —preguntó en un tono vastante inocente para tratarse de mi hermana. 

Suspiré agotado mientras echaba mi cabello despeinado hacia atrás y comenzaba a acariciarme el puente de la nariz. Llebaba todo el día con un sordo dolor de cabeza que me estaba matando. 

—Llegaré a la hora. O al menos lo intentaré. —susurre. 

Terry se despidió después de un momento y yo volví al trabajo. 

Sabía que por muy cansado que me encontrase no podía faltar a esa cena. Mi madre era muy quisquillosa con todas las cosas de la familia y como casi nunca nos veíamos, a no ser en este tipo de eventos, no existía escusa para no estar presente. 

8:30 pm. Justo a tiempo.

Mire el reloj justo después de aparcar frente a la mansión de mi madre. La tarde había pasado demasiado rápido y había logrado resolver todos los problemas de la empresa antes de salir para mi parlamento y tomar una ducha. 

Había tenido un día tan agitado que solo durante el recorido en coche me había dado el lujo de pensar en todo lo sucedido la noche anterior en mi despacho. 

Si antes creía que el momento antes de cenar había sido demasiado emocionante, me equivocaba. Cuando la tube a solo unos sentimientos de mi al alcance de mi mano para tomarla y reclamar sus labios como míos, esos segundo habían sido fantásticos. 

Solo que había quedado en aquellos segundos. Cuando Noa apareció reclamando la atención de su madre no me quedó más obsion que retirarme y así lo hice. Le ordene a Martha que preparase dos habitaciones y me retire a mi habitación controlando el impulso de ir en su búsqueda y pasarme la noche reclamándome como mia. 

Tampoco hice eso. No era una especie de cavernicola o algo por el estilo. Además tenía que intentar resolver esto por las buenas y encontrar una forma de hacer que recuerde aquella noche, que me recuerde. 

Agite la cabeza para deshacerme de estos pensamientos mientras salía del coche y me acercaba a la entrada de mi antigua casa, la de mi niñez y gran parte de la adolescencia. 

Solo con algunos toques tenía a mi madre frente a mi y luego entre mis brazos. 

—Michael cariño. Que bueno que has llegado. —dijo mientras se separaba un poco sin dejar de abrazarme. Llebo una mano a mi megilla y acarició suavemente la misma. 

Amaba a mi madre, siempre había sabido mantener ese cariño fraternal incluso durante los largos regaños y castigos. Era una mujer muy sabia y muy cariñosa. Era imposible no querer a Mariam Lewis. 

—Perdón por la tardanza. He pasado todo el día trabajando. —explicó mientras ambos nos adentramos en casa. 

—Cariño no deberías trabajar tanto. Aún eres joven deberías buscar una mujer y darme nietos. —exige mi madre. 

Sonrio ante el recuerdo de dos mujersutas que me han robado el corazón y de las cuales no es el momento de hablar. 

—Madre aún no es el momento de que me case. Como la abuela decía, todo a su tiempo. —evado su comentario recurriendo a la viejas palabras de su madre. 

—Si cariño, pero... 

—Mariam deja a Michael. —le ibterrumpe mi padre hacercandose a ambos.— Ta es mayorcito para saber que le conviene. —Susurra antes dedame un corto abrazo con las acostumbradas palmadas en la espalda.— No hagas caso a tu madre. —me dice al oido antes de separarse  para que mi madre no se percate.— Es bueno verte hijo. Casi ni nos visitas. 

—Eso es cierto. —refuta mi madre. 

—La empresa está pasando por un momento complicado. Nuevas inversiones y el mercado internacional. Siempre es difícil. —explicó. 

—Se acabo el trabajo por hoy. —ordena Terry desde uno de los sillones con su acostumbrada copa de vino al vernos entrar en el salón.— Mejor vamos a cenar me muero de hambre. 

Sonrio antes de apartarme de mis padre y dejar un beso sobre su coronilla. 

—No seas tan gruñona. —le digo ganándome una de sus miradas de odio.— Pero tienes razón. Vamos a cenar. 

Me volteo hacia mis padres que aún se mantienen junto a la entrada. 

—Oh aún no podemos. —dice mi madre— Estamos esperando una invitada. 

La observo sorprendido al ver el rostro de solpresa de papá. Es que acaso el no sabía de eso. Me cuestiono. 

—¿A quien esperamos? —pregunta Terry colocándose junto a mi. 

Antes de que mi madre pueda contestar. Una sirvienta entra en el salón anunciando que la invitada acaba de llegar. Mi madre nos pude disculpas y sale corriendo detrás de la criada para ir en busca de la misteriosa invitada. 

Me aserco cuidadosamente a papá, con Terry pasándome los talones. 

—¿Sabes de que va todo esto? —le pregunto para recibir una negativa. 

—Que extraño. Mamá casi nunca actúa de manera misteriosa. —susurra Terry por lo bajo. 

Poco después escuchamos los pasos y las voces acercandose a la habitación. De pronto mi madre atraviesa la puerta acompañada de un verdadero fastidio. 

Lilibeth Mickelson. 

Noto el fastidio en mi voz incluso antes de comenzar a hablar. 

—Podemos hablar un momento a solas, madre. —preguntó observanola directamente y evitando a la odiosa y media loca Mickelson. 

—Claro, cariño. 

—Hola Michael. —dice Lilibeth cuando comienzo a caminar en su dirección. 

Convirtiéndome en un verdadero asno continuo mi camino hasta estar fuera de la habitación ignorando su saludo y esperando que mi madre me siga. 

No tarda mucho en hacerlo.  Aunque sea solo para reñirme. 

—Michael, ¿qué ha sido eso? —pregunta algo enfadada. Mi madre es una persona muy amable y casi nunca pierde los estribos. Pero no soporta la falta se educación y lo que acabo de hacer va en contra de sus reglas.— ¿Por qué te has comportado así? —Continúa riñendome mientras dejamos el salón y me dirijo al comedor. Necesito privacidad. 

—¿Por qué la has invitado? —preguntó si mirarle a los ojos. 

—Nos encontramos el otro día y decidí invitarla por su vuelta al país. Sabes que nuestras familias siempre han sido muy amigas. —se explica mi madre. 

Me giro hasta concentrarme mis ojos en los de mi madre que ahora me mira con menos fastidio que antes. 

—Sabes que no quiero verla. —dije intentando controlar mis emociones.— Sabes lo que sucedió la última vez que la deje acercarse. —mi madre bajo su mirada al suelo algo avergonzada. Cerré la distancia que existía entre ambos para darle un beso en la frente. Cuando sus ojos volvieron a los míos, sonreí.— Disfruten de la cena. Nos vemos luego madre. 

Con esto último me aleje de ella y me diriji a la salida de la mansión. Vi a mi padre de camino quien se evito a no decir nada y sólo asentir. Todos allí sabían por que me marchaba. Todos esepto sierta persona. 

—Michael. Espera. —dijo antes de llegar a mi, ya fuera de la mansión.  

—¿Qué quieres Lilibeth? —pregunto sin girarme a observarle. 

—¿Por qué te marchas? —preguntó. 

Gire mi cabeza para observarla sobre mi hombro dándome cuenta de su expresión de preocupación. 

Ella ya no me angañaba. La última vez me había salido muy caro. 

—Sabes por qué. —le dije antes de continuar con mi camino hasta mi auto. 

De pronto la noche se había arruinado. El día no podía ir a peor. 

***

—Me hubieses esperado. —dice mi hermana entrando en el pequeño despacho que tenía en casa— No pensaba quedarme allí con esa loca. 

Logro sonreir después de una hora completamente tenso. 

—Tú como siempre hermanita, haciéndome sonreír. —digo observando mi trago. 

—No puedo creer la desfachatez de esa loca. Como va y se sienta a la mesa con nuestros padres como si no hubiese pasado nada. —dice Terry mientras se sirve un trago. 

—Creo que es mejor dejar ese tema. No quiero recordar todo aquello. —digo. 

—Vale. Como quieras. 

Terry terminaba de servirse el trago y se hacerca a mi. Se sienta a mi lado y de un momento a otro comienza a sonreír. 

—¿Qué? —preguntó consternado por su repentino cambio de humor. 

—Así que tuviste invitadas anoche. —Asiento.— No me vas a decir que pasó. —pregunta después de un momento en silencio. 

—Mmn. —llebe un dedo a mi mentón como si me lo pensase.— Nop. —asegure mientras me reía en la cara de mi hermana y su expresión de solpresa. 

—No seas idiota y dime de una vez. —dice antes de atizarme en el hombro asiendo que ambos riamos. 

—Vale. Cenamos juntos cuando llegue y después me encerré en el despacho. Pero sucedió algo después y no estoy co plenamente seguro de por qué pero casi nos besamos. —Suelto de pronto.— Pero Noa nos interrumpió y no sucedió nada. —termino de contar antes de que Terry salte de su asiento y comeinse a gritar. 

—No hagas eso. —lloriquea.— No me ilusiones por nada. 

Comienzo a reír mientras continuó bebiendo. 

—Tú preguntaste.




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