Nuestro pequeño error

Capítulo 26: Tenemos que hablar.


Estacione el coche fuera de casa de mis padres. Sabía que ya era hora de hablar con ellos y contarle lo que pasaba en mi vida, pero eso no quitaba que me fuese un poco difícil confesar que tenia una hija de la cual supe hace muy poco. Aunque si creía que se alegraríana al saber que comenzaba a ser feliz, que tenía una familia. 

—Enserio vas a hacerlo. 

Recuerdo la pequeña conversación que tuve con Mía hace unas horas cuando le comenté mis planes. 

—Tengo que hacerlo cariño. —le asegure antes de dejar un beso en su frente.— Ya es tiempo. 

Ella había comprendido mis razones, pero aún así no estaba convencida de hacerlo. Sabía que estaba nerviosa y que era algo difícil de aceptar, más para mis padres y Mía lo sabia, por eso sus nervios. A ellas era a las que tendrían que aceptar y nunca era fácil cumplir expectativas. 

Pero Mía no conocía a mis padres y no sabía lo buenas personas que era y lo comprensivos. 

Sabía que Mía tenía miedo a que yo aceptase las condiciones de mis padres si me exigían alejarme de ella. Parecía que en realidad no me conociera. No aceptaría esas condiciones, ni aunque me las exigiesen mis padres. No perdería a la preciosa familia que comenzaba a tener. 

Unos toques en la ventanilla de mi coche me hicieron salir de mi ensoñación. 

Terry tocaba el cristal y me indicaba que saliera. Llevaba esperándola unos minutos pues había quedado en acompañarme y apoyarme en mi decisión. Ella también comenzaba a formar parte de mi pequeña familia. Solo faltaba mis padres. 

Solté un suspiro y salí del auto. Terry ya me esperaba. 

—¿Todo bien? —preguntó. 

Asentí vagamente y comenzamos a caminar hacia la entrada de la mansión. 

—¿Como están ustedes? —preguntó. 

Terry insistía en sacar conversación cuando yo no deseaba decir nada más que la historia que me había traído hasta aquí. Pero sabía que Terry no se quedaría satisfecha con mi silencio por lo que me obligue a hablar. 

—Ayer le dijimos a Noa que yo era su padre. —mi hermana parecía vastante sorprendida, y para variar, no me lo confirmó como se detuvo abrutamente, más bien fue la expresión en su rostro.

—¿Enserio? —Asentí deteniéndome junto a ella— ¿Y como se lo ha tomado? 

Sonreí. 

Aún recordaba la carita descolocada de Noa al contarle la verdad y la de preocupación de Mia cuando se quedó callada. Al principio pensamos que no había salido bien y que terminaría resultado una mala idea. 

Todo empeoro cuando Noa habló. 

—¿Eles mi papá? —todavía recordaba su carita de desconcierto. 

También recuerdo como busque apoyó en Mía para responder. 

—Si. —había respondido entonces. 

Digamos que pasamos una mañana extresada mientras Noa procesaba toda la información reciente. Para la noche ya todo era totalmente distinto pero Noa continuaba confundida. Incluso, aquella mañana, se había quedado callada pues me había dicho papá una vez y Miche otra. Aún no sabía como llamarme. 

—Supongo que bien. —intente no mentir— Aunque aún esta confundida y no se decidí por como llamarme. —expliqué— Mía me ha dicho que me lo tome con calma y no la presione e intento hacerlo. 

Mi hermana asintió y se comenzó a moverse nuevamente. 

—Es lo mejor que pueden hacer. —Pues claro que estaría de acuerdo con Mía— Es una niña y te adora, solo necesita tiempo. 

Asentí. Para ese entonces ya estábamos junto a la puerta de la entrada. 

—Noa es una niña y lo aceptara, pero —Observe como Terry dudaba entre acercarse al timbre o retroceder y volver al coche.— nuestros padres... 

—Mía esta igual. —asegure interrumpiendola.— No pienso dejarlas. Aunque sean ellos quienes me los pidan. 

A Terry pareció convencerle mis palabras pues se acerco al timbre y lo precioso. 

—Aunque conociéndolos creo que se enamoraran de ellas antes de pedirte que las alejes. 

Poco después las puertas se abrieron y apareció mi madre con una expresión sorprendida. Después arrugó el entrecejo y nos miró confundida y preocupada. 

—¿Por qué me da muy mala espina que mis dos hijos me visiten al mismo tiempo y con esas caras? —preguntó mi madre y no puede evitar mirar a Terry. 

Suspiré resignado por lo que seguía a esto y tome valor antes de pasar junto a mi madre y dejar un beso en su mejilla antes de asegurar. 

—Tenemos que hablar. —me adentre en casa mientras escuchaba como Terry y mi madre me seguían, la primera en completo silencio y la segunda preguntándole que sucedía aunque Terry no le contestase. 

Nos encontramos con papá en el salón leyendo la prensa y al vernos aparecer arrugó el ceño y dejó la lectura de lado para observarme y luego a mi hermana. 

—Mamá puedes tomar asiento. —esta vez fue Terry quien hablo. 

Mi padre nos miró aún más confundido mientras mi madre camino en silencio hasta el sillón que estaba junto a mi padre y se dejó caer en el. Terry se sacó el abrigo y lo dejó en el respaldo de uno de los sofás y se acomodo en este. Yo la seguí y me acomode junto a ella pero mucho más tenso de lo que imaginaba que estaría. 

—¿Qué sucede? —preguntó papá observandonos. 

Ambos nos quedamos en silencio dedicándonos una mirada. 

—Niños no nos asusten de esta manera. —pidió mi madre algo alterada— Sucede algo muy grabe, lo puedo ver en sus caras. 

Terry se inclinó hacia delante y hablo con total calma. 

—Madre tranquila, no sucedería nada grabe solo, —me observo y volví a asentir— tenemos que contarles algo. 

Mi madre me observo a mi directamente al igual que mi padre claramente pidiendo una explicación a todo esto. Me sorprendió lo fácil que se dieron cuenta de que era yo quien tenía que comenzar a hablar. 

—Hace poco e descubierto algo relacionado con mi vida privada que me tiene muy feliz. —intente comenzar con la parte fácil y con la que estaba totalmente seguro de la que se alegrarian. 

—¿Es relacionado con la chica que te tiene distraído? —preguntó Míriam.

—Así es. —afirme y mi madre sonrio. 

—Cariño pero eso no es nada malo ni de por qué preocuparse. —aseguro— Si tu estás feliz, nosotros también. 

Busque la mirada de Terry que asintió invitándome a continuar. 

—La cuestión es que es no es todo lo que e descubierto. —mi madre volvió a tensarse. Busque la mirada de mi padre y decidí utilizar una carta oculta— Recuerdas unos años atrás, cuando te pedí ayuda para buscar aquella chica.

Thomas asintió ante las palabras de su hijo para la sorpresa de si madre y hermana.  

—Es la misma chica. —concluyó su madre al ver que todos se quedaban en silencio y a pesar de que ella no conocía esa historia me sorprendí al ver lo rápido que llegó a esa conclusión. 

—Si. —asegure. 

—Es profesora en la universidad. —explicó Terry— Se encontraron gracias a mi. 

—¿Pero ahí algo más? —intervino mi padre por primera vez— No es así. 

Asentí. 

—Mía es madre —mi madre me miró sorprendida— de una niña de casi cuatro años. 

Se hizo el silencio. 

Mi padre fue el primero en ponerse de pie como si pretendiera acercarse a mi. Sabía que el podría echar cuentas atrás y imaginarse cosas, pero no creía que sería tan rápido. 

—¿Es...? 

—Si. —le interrumpi. Y la firmeza y seguridad en mi voz pareció sorprenderle.— Tengo pruebas suficientes para comprobarlo, pero en realidad no hacen falta. 

Se dejó caer nuevamente en el sillón mientras procesaba la información. Mi madre me miró confundida y luego a mi padre y cuando su mirada volvió a mi era de espanto y mucha confusión. 

—Michael. —casi fue una suplica— Explicame todo esto. 

Suspiré frustrado y note la necesidad que tenía en este momento de abrazar a Noa o de besar en Mía y relajarme. Pero no las tenía conmigo así que tenía que hacerlo yo sólito. Me incline y apoye mis codos en mis piernas. 

—Es mía. —asegure y mi madre me miró aterrorizada.— Es mi hija. 

—Estas... ¿Estas seguro? —note como le costaba preguntarlo. 

Asentí. 

—Realicé la prueba de paternidad, pero solo como una frivolidad. —asegure— Noa es más mía que de su madre. 

Escuche la risita de Terry y no pude evitar sonreír. Mi madre sin embargo frunció el ceño y miró a Terry de forma asesina. 

—Terry esto no es una broma. —aseguro. Mi padre continuaba sin decir una palabra.— Es demasiado serio para risitas. 

Terry se puso sería al momento y miro mal a mi madre. 

—Por supuesto que es algo serio. —estuvo de acuerdo— Pero si conocieras a la niña sabrías por que me hace gracia el comentario. —aseguro algo ofendida. 

Mi madre se encogió. 

—Oh, lo siento. —se llevo una mano al pecho dolida— Por no conocer a mi nieta que hasta hace unos segundos era inexistente. 

Esta vez el ofendido fui yo. 

—Madre, Terry no tiene culpa alguna. Yo soy el que ha ocultando el tema hasta este momento y no precisamente por querer ocultarlo. 

—Ah no. ¿Y por qué entonces? 

Me dolía el tono de mi madre. Pero también comprendía que estaba en algún tipo de chok por la noticia. 

—Necesitaba tener una buena relación con mi hija y con la madre. Necesitaba que estuviera junto a mi antes de exponerlas de este modo a mi mundo, incluso a ustedes. 

Mi madre se encogió en su asiento ante mis duras palabras entendiendo mis razones. Todos sabíamos que este tipo de noticias podía afectar mucho a las personas y más cuando llegara a los medios. 

—Míriam. Michael tiene razón. —aseguró mi padre ya recuperado— Mi nieta y su madre no merecen lo que pueda pasar cuando los medios se enteren. 

Eh de admitir que me emociono un poco como mi padre nombró a Noa, no como antes lo había echo mi madre con un deje despectivo, sino más bien como su fuera cariñoso. Como cuando el se habaenterado que tenía una hija y que, a pesar, de no conocerla la había amado al instante. En su caso era, principalmente, porque venía de aquella noche que tanto había soñado repetir, de aquella chica a la que había buscado asta el cansancio. En el caso de su padre, estaba seguro, de que era por el simple echo de que ya yo la amaba y que tenía una pequeña parte de mi. 

También entendía un poco el estado de su madre. Ella pensaba que Mía era una cazafortunas  cualquiera que se había dejado embarazar solo por el dinero que poseía. Difinitivemnte mi madre no conocía todos los echos de esta historia, así como tampoco conocía a Mía o a su nieta. Estaba seguro de que las amaría tanto como el, solo había que darle tiempo. 

Esta vez mi madre guardo silencio ante la palabras de mi padre. Thomas no desaprovecharia la oportunidad para comer a preguntar y averiguar todo lo que podía sobre el tema. Era mi padre y lo conocía bien.

—Quiero a mi nieta y a su madre en la cena de esta noche. —mi madre lo miró con ganas de asesinar a alguien. Madre dirigió la vista gasta Terry y aseguro— También estas invitada cariño. Míriam prepararas más condiciones para recibir a mi nieta. —se anticipo a las palabras de negación de mi madre mucho antes de que ella se girarse hacia el con tono de reproche. 

Mi madre asintió y permaneció en silencio. 

—Michael. Deberías marcharte y traerme a mi nieta lo más pronto posible. —esto fue una orden directa. 

—Claro padre. 

Con mis palabras me puse de pie y me despedí de mi madre con una sonrisa. Terry también lo hizo y me siguió a la menor oportunidad. 

—Bueno. Eso a salido todo lo bien posible. —eso fue un claro intento de broma. 

—Estoy seguro de que mamá piensa que Mia es una cazafortunas. —dije mientras salía de casa y me dirigía al coche. 

—Tienes que darle tiempo Michael. Es lo que pensaría cualquier madre cuando se está en una situación como esta. —aseguro— Yo misma lo pensaría de no ser por conocer a Mía.

—En eso tienes razón. —dije antes de abrir la puerta de mi coche y escabullirse dentro. 




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