Nuestro pequeño error

Capítulo 27: La nieta de alguien.


Entre en el salón donde mi pequeña jugaba con una pequeña —y preciosa— muñeca que Michael le había regalado unos días atrás. Noa habia quedado fascinada con ella en cuanto la vio y no dudaba de que amaba mucho el gesto. Hasta a mi me había impresionado. 

Me acerqué en silencio y me acomode a su lado en una clara invitación silenciosa para que viniese hacia mí. Noa no tardó en sentarse en mi regazo y continuar jugando con la muñeca. Yo la abrace contra mi aún cuando se quejo porque no la dejaba jugar. Pero no me importó para nada. 

—Cariño. —llamé su atencio— ¿Quieres que nos vallamos para casa? —cómo no contesto continúe insistiendo— Podemos llamar a Thony y ver pelis mientras comemos palomitas. —propuse. 

Noa continuaba en silencio. Se había quedado quietecita sobre mi regazo pero no había respondido.

—¿Cariño? —comenzaba a preocuparme. 

Noa se separo un poco y se libero de mis brazos, pero aún permanecía en mi regazo, cuando se giro y pregunto. 

—¿Miche e mi papa? —se escuchaba confundida y tensa. También estaba expectante por mi respuesta. 

—Si. Michael es tu papá. —confirme— Eso te incomoda. 

Noa se quedó en silencio un segundo y poco después contestó. 

—No. Me agada que sea mi papá. —Sonreí gustosa por su respuesta y Noa también lo hizo.— ¿Teno que amalo papá? 

—Solo si lo deseas cariño. —respondí sorprendida por su pregunta. 

Noa sólo asintió y se giro nuevamente para continuar jugando. Yo la seguí abrazando mientras ella jugaba. 

—No quelo ir a casita. —dijo después de un momento.— Quelo espear a papá. 

Me tomo por sorpresa la si seguridad y la forma en la que se refirió a Michael. Era su padre, eso lo sabías, pero que mi hija lo aceptara sin tapujos me sobrecogio  emocionalmente y no pude hacer nada más que contener las lágrimas y abrazarla un poquito más fuerte que antes antes de despedirme de ella. 

Justo cuando puse un pie fuera del salón las lágrimas, que ya no podía contener, se me escaparon y comenzaron a descender por mis mejillas. Lleve una mano a mi boca para acallar los sollozos que me sobrevenían y obligue a mis piernas a caminar para alejarme del salón y de mi hija. 

Justo cuando pasaba por el vestíbulo del apartamento escuche el ascensor e intente escabullirme hacia la cocina o las escaleras y evitar encontrarme con quien sea que hubiese aparecido antes de poder controlar mis lágrimas y mejorar mi aspecto. 

Pero no pude lograr mucho. No cuando oí su voz. 

—¿Mía? —me gire al recién llegado Michael que dejaba las llaves del auto sobre una mesita del recibidor y se acercaba hasta mi. Cuando vio mi aspecto y mis ojos rojos, así como el rastro de lágrimas en mis mejillas, su expresión cambió drásticamente a una vastante preocupada.— ¿Qué sucede? ¿Por qué lloras? —sonaba preocupado y yo no lograba hablar. Su expresión volvió a cambiar a una de terror mientras terminaba de acercarse y colocaba sus manos en mis hombros— ¿Le ha sucedido algo a Noa? 

Quizás fue su expresión preocupada o su tono de voz, pero logre reaccionar. Lleve mis manos a sus mejillas y comencé a negar. 

—No sucede nada. Noa esta bien. —asegure y su preocupación disminuyó un poco.— Estamos bien. —me vi en la obligación de añadir. 

El suspiro y llevo sus manos a mi cintura y me abrazo contra él. 

—Gracias a dios. —susurro. Me apartó un poco después y miro las manchas de lagrimas— ¿Y por qué has estado llorando? —preguntó. 

Parpade buscando una respuesta y me si cuenta de que no tenia ninguna, al menos una lógica, para responder su pregunta. 

Comencé a negar nuevamente y me incline hacia el para dejar un beso en sus labios. Se relajo un poco pero no del todo, aún buscaba una respuesta. 

—No es nada. —asegure— En realidad eran lágrimas de felicidad. 

Pareció aún más confundido. 

—¿A qué te refieres? 

Sonreí y negué. 

—Cariño no ha pasado nada. Y no pienso contártelo, tienes que averiguarlo tu mismo. —No pareció muy convencido pero no continuó haciendo preguntas, en su lugar me abrazo nuevamente y dejó un beso juguetón en mi cuello que me recordó todo lo que habíamos echo desde que nos enteramos quien eramos —o al menos desde que yo me entere—. Deje que continuará con sus pequeñas caricias intentando distraerme de mis locas emociones. El problema vino después cuando recordé por qué había salido de casa en primer lugar. Me aleje al instante y por mi expresión creo que ya sabía lo que vendría después.— ¿Cómo te fue con tus padres? 

¿Por qué carajos sonaba tan temerosa y nerviosa? La verdad es que no lo sabía.  

—Esto... —se tenso. 

Digamos que su reacción no me gusto para nada. 

—¿Qué sucede Michael? —comencé a temblar y a ponerme aún más nerviosa. 

Aún recordaba la conversación de hace unas horas atrás cuando me comentó que se irá a ver a sus padres y que les contaría las "buenas nuevas" . A mi no me alegro tanto la noticia ni las malditas ideas que me vinieron a la cabeza. En aquel momento Michael había sabido convencerme de que eran ilógicas y entonces le había creído. Pero resulta que en este instante volvían a mi como una tsunami y demolia todo a su paso y más si observaba con el rostro lleno de desconfianza y miedo. 

Yo perdí la cabeza y comencé a ponerme aún más nerviosa. 

—No les ha gustado la idea ¿verdad? —creo que formule mis palabras como una pregunta porque necesitaba una respuesta positiva. O simplemente porque no quería creérmelo. 

—No es eso cariño. —aseguro Michael entrando en el juego y viendo mi expresión que lo impulso a actuar— Si que les a parecido un poco raro al principio pero han aceptado que yo quiero estar con vosotras. 

—¿Entonces que sucede? 

Suspiro y luego cogió aire como si buscase algo se valor en esas pequeñas partículas de oxígeno. 

—Mis padres quieren que cenemos con ellos. —Espera ¿qué? Lo mire aterrada.— Esta noche. —agregó y creo que después me desmaye o se me fue la chabeta después de sus palabras. 

Suponía que tenía la boca hasta el suelo pues comenzaba a dolerme la mandíbula. 

También hubo un momento en el que pensé que era una broma por lo que solté una pequeña carcajada y negué. Pero al ver su mirada decidí que esa tampoco era buena opción. 

—¿Qué...? —y justo cuando quería aclarar esta situación y su "broma" algo mágico sucedió. 

—Mami. —oí la vocesita de Noa tras de mi y justo cuando me gire vi como los ojitos de Noa se iluminaban y supe que había visto a Michael tras de mi.— ¡¡Papá!! —grito y al mismo tiempo que su gritito llegó a mis oídos también capte el fuerte suspiro de Michael a mi espalda. Poco después vi como Noa salía corriendo y pasaba junto a mi en dirección a su nuevo y recién entrenador padre.

—Hola princesa. —escuche que decía Michael aún a mi espalda y note el mismo nivel de sentimientos y sorpresa que yo tenía un poco antes. 

Cuando me gire Noa estaba en sus brazos y cuando sus ojos encontraron los míos vi, en la profundidad de sus preciosos ojos grises, un gran nivel de felicidad que me robo el aliento. También vi como comprendía mis lágrimas de antes después de un asentimiento y de pronto tenia grandes ganas de llorar nuevamente. 

Me acerque a ambos, Noa estaba en sus brazos y ahora descansaba su cabecita en su hombro en un abrazo, me incline sobre ella y deje un beso en su cabeza y luego un beso en los labios de Michael. 

—Ahora regreso ¿si? —dije antes de darme la buelta e ir hacia las escaleras. 

Subí a toda prisa y me escondí dentro de la habitación. Me deje caer sobre la cama y me quedé allí observando a mi alrededor. No tenía idea de que estaba sucediendo en mi vida. Pero era ¿feliz? 

Sí, definitivamente era feliz. 

A pesar del miedo atroz que sentía con referencia a la familia de Michael o a la vendida cena que prefería creer que era una broma. A pesar de mis miedos era feliz y me sentía amada y valorada. Todo eso tenía que agradecérselo a Michael. 

Primero me había dado a Noa, que era la cosa más bonita de mi vida, y ahora me daba este nivel de felicidad que sentía. No podía amarlo más que ahora y lo mejor es que el lo sabía y que yo estaba dispuesta a repetirse lo miles de veces. 

Escuche la puerta abrirse y al voltear me encontré a Michael adentrándose en la habitación. Traía una preciosa sonrisa en el rostro y por alguna razón me vi devolviéndosela. 

—Hola. —dijo nada más llegar a mi después de dejar un beso en mis labios— Otra vez. 

—Hola. —conteste en el mismo tono lleno de sonrisas.— ¿Dónde está Noa? 

—Abajo, con Martha. —susurro y me pareció que su sonrisa se ensancha. 

—Estas vastante feliz. —asegure mientras el se acomodaba a mi lado y me arrastraba con el hasta su regazo. 

—Lo estoy. —coincido.— ¿Cómo no estarlo? —casi sonó como una ironía— Tengo una preciosa mujer junto a mi que me ama muchísimo. Una preciosa niña que al fin me dice papá y una preciosa y pequeña familia en formación. —aseguro. 

—Te escuchas muy seguro. —me acomode sobre su pecho y suspiré al captar su aroma. 

Me encantaba el olor de Michael y me sentía muy afortunada de poder tenerlo así de cerca. 

—¿De qué precisamente? —preguntó. 

—Sobre eso de que te amo muchísimo. —bromee— Yo no diría que tanto. 

Michael se quedó callado y cuando busque su mirada vi que tenía la mandíbula contraída y me observaba algo enfadado. 

Alguien no ha captado la broma. Pensé. 

—¿A qué te refieres con eso?  —pregunte y yo sonreí. 

—Pues eso. No creo que te quiera taanto. 

Michael se enfado un poquito más y yo casi no soporte la risa. Aunque logre soportarlo. 

—Mía puedes dejar de decir esas cosas. —pidió claramente enfadado.— ¿Cómo es eso de que no me quieres taanto? —imitó mi tono en la última palabra y yo no pude soportarlo más y comencé a reír sin parar. 

Me retorcí sobre el debido a mi incontrolable risa y el no hizo más que continuar enfadado. Cada vez que observaba su rostro contraído por la condición y el enfado me entraban nuevas ganas de reír que no podía controlar. 

Al final logre que dibujara una sonrisa mientras yo mantenía en la mía hasta en mi alma. 

—No p-pasa nada. —intente hablar y explicarme pero la falta de aire después del ataque de risa no me agradaba nada.— S-solo estaba bromeando. 

El enfado de Michael disminuyó un poco me obligó a volver a acomodarme en su pecho. 

—Menos mal cariño porque no pensaba dejarte salir de esta habitación hasta que me lo confirmarás. 

Sonreí. 

—Te amo, Michael. —asegure— Te amo muchísimo. 

El también sonrió y me tome de la barbilla para que lo mirase directamente a los ojos, para que no me apartará. No creía que tuviese fuerzas para hacerlo pero aún así el no me soltaba. 

—Yo también te amo, Mía. Te amo con todo mi ser.

Y luego me beso. Me beso por mucho rato. Me beso como siempre lo hacía, tomando el control de mis labios y de mi ser. Amándome. 

Me beso por tanto tiempo que cuando el beso comenzó a subir de tono tuve que apartarme pues Noa nos esperaba abajo y no sería correcto. 

—Para. —susurre contra sus labios. 

—¿Por qué debería? 

—Porque nuestra hija nos espera abajo y aún me tienes que aclarar que es eso de que tus padres quieren cenar con nosotros. —para ese entonces ya se había alejado un poco de mis labios, no así de mi cuerpo— ¿Hoy? 

—Si. Sobre eso... Mi padre quiere conocerlas y me ordenó que las llevara a cenar con ellos justo esta noche. —explicó— Se que es un poco apresurado y que quizás no tengas nada preparado para ir de visita a cada de mis padres, pero no podía decirles que no. 

—Tienes razón cuando dices que no tengo nada preparado. Ni siquiera tengo la ropa adecuada para algo así. —me explique recordando algo que seguro me frustraria dentro de un rato. 

—Lo se cariño. —dejo un pequeño y casto beso en mis labios— Pero hay que entender que mis padres quieran conocer a su nieta. Apenas y se han enterado de ello y les comprendo un poco. 

Dios Noa tenía abuelos. 

La verdad es que no me había puesto a pensar en eso. Siempre imaginé que quizás tuviese abuelos ya que no conocía a su padre y no estaba segura del tema. Y después de reencontrarme con Michael no había pensado en eso. 

Noa nació después de que mis padres murieran y nunca había tenido ese privilegio. No hasta ahora al menos. 

Siempre había visto a mi hija como la hija de alguien. Incluso se podía decir que era la sobrina de alguien, si teníamos en cuanta que Thony era casi como un hermano para mi y ahora tenía a Terry que si era su tía. 

Pero ahora, Noa era la nieta de alguien, y estaba segura de que Noa amaría tener abuelos tanto como había amado a Michael incluso antes de encerrarse que era su padre. 

Esperaba sinceramente que mi hija no fuese la única que se enamorara. No me importaba que pensarán de mi si lograban amar a mi hija y lograr que ella fuese feliz. Para mi solo era importante mi pequeña, ella era lo que más me importaba. 

—Lo entiendo cariño. —asegure apoyando mi frente sobre la de él— Solo necesito buscar algo que ponerme y algo para Noa e intentar no frustrame en el proceso. 

Michael sonrió. 

—Esta bien. Si vez que pierdes el control me avisas. Estoy aquí para ti. 

—Lo se. 

Nos quedamos allí durante un rato más en completo silencio pero juntos. Se sentía muy bien estar así

—Holaa. —escuche un grito desde el piso de abajo.— Dejen lo que sea que están haciendo y bajen de una vez. 

—¿Esa es Terry? —pregunte sorprendida.

—Creo que sí. 

Y si que era ella. Lo peor es que no venía sola sino con varias bolsas de ropa y un par de chicos ayudándola. 

—Supuse que no tenias nada para esta noche así que te eh traído algo. —dijo mientras señalaba uno de los chicos que dejó las bolsas junto a la escalera. 

—Si, tienes razón. —asentí— ¿Y para quién son las otras bolsas? —señale al otro chico. 

Terry lo miro y luego a mi y por último a Michael que se encontraba a mi lado. 

—Esas son para Noa. Quiero que se vean como unas princesas para mis padres y que los enamoren tanto como a Michael. —asegure mirando a su hermano. 

Este asintió con una sonrisa. 

—Estoy de acuerdo con ella. —aseguro. 

Intercambie la mirada entre Terry, Michael y las bolsas y luego sonreí yo también. 

—Pues manos a la obra. —susurre. 




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