—¿Estas seguro de esto? —preguntó Mía desde el asiento del copiloto.
La observe desde atrás del volante y reconocí los nervios que se dibujan en su precioso rostro en los primeros segundos. Por un momento me permití observar su cuerpo enfundado en un precioso vestido rosa pastel que llegaba hasta sus rodillas. Iba preciosa a pesar del sencillo vestido.
Luego tendría que recordar darle las gracias a Terry por llegar de improvisto y salvar la paz mental de Mia para esta noche.
Volví a su rostro apenas maquillado y en tensión, luego a sus preciosos ojos verdes que me miraban expectantes.
—Es lo mejor. —asegure. Acaricié su mejilla y me incline para besar sus labios en un beso fugas.— Además ya estamos aquí.
Observe el gran jardín que rodeaba el porche de la mansión de mis padres donde justo ahora estábamos estacionados.
—Mía, relajate un poco. —pidió Terry desde el asiento de atrás. Noa estaba con ella y aunque un poco entretenida observando el jardín sabia que estaba atenta a todas nuestras palabras.— Nuestro padres sólo quieren conocerlas. Las amaran. —aseguro.
Yo asentí en su dirección agradecido por el apoyo y luego mire a mi chica.
—Todo estará bien. —repetir por enésima vez esta noche y estaba seguro de que tendría que repetirlo varias veces más antes de llegar a la puerta. Mía estaba muy nerviosa.
Yo intentaba comprenderla y ponerme en sus zapatos, a pesar de ser muy pequeños, si yo tuviese que conocer a sus padres después de dejar caer la noticia de que era el padre desaparecido de su nieta seguro moriría de nervios. Pero esta vez se trataba de mis padres y yo les conocía lo suficiente para saber que nada iría mal. A pesar de la actitud que tenía mi madre esta mañana cuando estuve en la mansión.
Yo la conocía y sabía que solo se preocupaba por mi. Todo iría bien. Y esta vez era para mi.
Mía asintió no muy convencida antes de regalarme una sonrisa. Salí del coche tras devolversela y di la buelta al mismo para abrir su puerta y luego la trasera, tome a Noa en brazos y le di la mano a su madre. Con Terry nos siguió pisandonos los pies y juntos nos dirigimos a la entrada de la mansión de mis padres.
Y justo así, como una pequeña familia en plena formación, fue como nos encontró mi padre al abrirnos las puerta.
Rápidamente una sonrisa de dibujo en sus labios antes de apartarse mientras nos daba las "buenas noches" y nos debaja entrar en casa.
—Hola papá. —Terry fue la primera en acercarse a el y darle un beso en la mejilla.
Mi padre le sonrio y le dio un pequeño abrazo.
Cuando Terry se apartó decidí que era hora de ser el siguiente en hacer algo principalmente para que Mía no entrara en pánico. Deje a Noa en el suelo junto a su madre y me acerque a mi padre, le di la mano como siempre lo hacíamos y el me dio unas palmaditas en el hombro.
—Hola papá.
Desvío la mirada hacia mi espalda donde seguro se encontraban Mía y Noa y luego me miro mientras ensanchaba su sonrisa.
—Presentanos hijo. —eso sí que fue una orden.
Me gire hasta ver a las dos de las mujer más importantes de mi vida con una sonrisa. Me aleje un poco de mi padre y me acerque a ellas, volvi a tomar en brazos a Noa y abrace a Mía por la cintura acercandola a mi.
—Padre ellas son mi mujer, Mía, —indique y sentí más que vi como Mía se tensaba.— y nuestra pequeña Noa. Chicas el es Thomas, mi padre.
Noa miró extrañada por un segundo a mi padre antes de removerse entre mis brazos indicándome silenciosamente que la devolviese al suelo. Cuando lo hice avanzó el par de paso hasta mi padre y volvió a mirarlo como si lo analizará a profundidad.
—¿Eles mi abuelo? —preguntó con toda la seriedad del mundo mientras que yo sonreía y veía como Mía intentaba ocultar la suya.
Mi padre se puso a su altura antes de hablar.
—Esaptamente, y ¿tú eres?
—Mi ombe es Noa y soy su hija —explicó mientras nos señalaba a ambos, me encantó que ya estuviese incluido en esa frase.— Mi mami se ama Mía y mi papi Miche. —la ternura en su voz nos hizo sonreír a todos.
—Ya veo. —dijo mi padre mientras se ponía muy serio— Pues yo soy Thomas y soy el padre de Miche —utilizo el mismo apelativo que utiliza mi hija— y me encantaría ser tu abuelo. Claro si tu madre me lo permite.
Noa se giro hasta ver a su madre y me vi buscando también su rostro. Ambos vimos como asentia. Noa se volvió hacia mi padre y con una gran sonrisa dijo.
—Mi mamá pemite.
—Eso es perfecto. —aseguro mi padre y luego abrió los brazos— ¿Quieres darle una abrazo al abuelo?
Mi hija asintió y con un gritito se tiro a sus brazos.
—Shi.
Mu padre se incorporó aún con Noa apretada entre sus brazos. Cuando ambos dejaron de abrazarse mi padre la acomodo en su brazo y la sostuvo allí mientras se acercaba a nosotros.
—Tú debes ser mi nuera. —se dirigió a Mía.
—Mía, —le ofreció su mano— mucho gusto.
—Thomas. —apenas dijo antes de tomar la mano de Mia y arrastrala hasta el para darle un abrazo.
La deje ir durante unos segundo alegre de que mi padre se lo tomase tan bien y disfrutando de lo lindo de la expresión sorprendida de Mia que aún estaba entre los brazos de mi padre.
***
Me había llevado varias sorpresas desde que llegué a la mansión. La primera había sido la belleza de la misma y el lujo que desprendía junto con una sencilla elegancia. La segunda había empezado cuando mi hija se acerco a su abuelo y se puso a hablar con él como si se conociesen se toda la vida y se hubiesen reencontrado por ahí. La tercera si que había sido una sorpresa para ella, nunca había esperado que su "¿suegro?" la abrazase de improvisto nada más presentarse
Pero la más grande se la llevó justo cuando estaba entre sus brazos y escucho el simple "Gracias" que su suegro había susurrando junto a su oído.
Al retirarse asintió levemente intentando comprender el significado de ese gracias. Tendría que recordar preguntarle a alguien en algún momento sobre el tema.
Después de esa presentación se comenzó a relajar pensando que todo lo malo ya había pasado. No me imaginaba que mi inesperada tranquilidad alcanzada desaparecería unos segundos después cuando se escucharon unos pasos por el pasillo en dirección a ellos.
Me fue imposible no contener el impulso de retirarme y volver junto a Michael que volvió a abrazarme al instante imaginando mis razones. Sabía que el intentaba comprender pero que aún así le resultaba difícil pensar que sus padres pudiesen decirle algo para que se alejase de nosotras.
Su padre ya no me preocupaba o al menos no tanto se veía que era un buen hombre. Pero aún faltaba su madre y quizás, solo quizás, fuese más difícil de conquistar. Después de todo era una madre y se trataba de su hijo mayor, su primer hijo.
Incluso para ella era difícil imaginarse a Noa en una situación similar y no preocuparse.
—Ahí viene la abuela. —susurro Thomas y vi como mi hija lo miró extrañada.
—¿Auela? —Justo después apareció una mujer de unos cuarenta años vestida con un sencillo pero elegante vestido y peinada de forma muy pulcra y elegante.
Michael le sonrío a su madre mientras me daba un suave y disimulado apretón de apoyo. Thomas también le sonrio a su esposa y Noa miró extrañada a su recién extrañada abuela. Terry fue la única en moverse hasta su madre y saludarla con un rápido abrazo y un simple buenas noches.
—Hola madre. —susurro Michael sin alejarse se mi.
—Cariño han llegado nuestro invitados. —indico Thomas.
Noa miró extrañada a la mujer y luego a nosotros.
—¿Eda es mi abuela? —preguntó mientras señalaba a la mujer y nos miraba a nosotros.
Michael asintió y Noa volvió a observar a la mujer que se encontraba consternada observando a mi hija. Decidí que era momento de tener a mi hija entre mis seguros brazos que con unos completos desconocidos.
Me acerque a Thomas y tome a Noa de sus brazos, el no impuso mucha resistencia.
—Ven cariño. —volví con Michael que pareció comprenderme.
Thomas se acerco a su mujer y todos nos quedamos en silencio mientras esperábamos su reacción.
La madre de Michael se nos quedó mirando por algunos minutos, parecía analizar cada detalle nuestro. También note como se quedaba unos segundos de más en la mano de su hijo a mi alrededor así como en Noa. Sabía que mi hija se parecía mucho a Michael pero aquella mujer me comenzó a dar muy mala espina por como nos miraba.
—Míriam, cariño. —llamo su atención Thomas y ella pareció reaccionar.
—Michael cariño. —dijo dibujando una sonrisa en sus labios y acercándose a su hijo.
Michael se separo un segundo de nosotras para acercarse a su madre y abrazarla brevemente. Cuando estos se separaron llegó nuestro turno y la verdad no tenía ni idea de que hacer.
Michael volvió con nosotras y su madre lo miró expectante.
—Madre, ella es Mía mi mujer —indico mientras me señalaba. Aún no me creía que me dijese de ese modo. Aunque debo confesar que me gustaba mucho.— y nuestra hija, Noa. —señaló a la niña en mis brazos que le regalo una sonrisa— Tú nieta.
Míriam miro a su hijo un segundo antes de observar nuevamente a Noa.
—Es muy parecida a ti. —indico ella y yo busque la mirada de Michael. El no me miraba pero si encontré una sonrisa en sus labios mientras asentia a su madre. Míriam se acerco a mi y me ofreció su mano— Mucho gusto querida, soy Míriam —acepte su mano— la madre de este. —hizo un leve movimiento con la cabeza en dirección a Michael.
—Mucho gusto. —susurre.
Ella volvió a observar a Noa y sonrió.
—Tú debes ser la pequeña Noa, no es así. —mi hija asintió.— ¿Puedo cogerla? —preguntó mientras me dedicaba una corta mirada.
Asentí brevemente antes de pasarle a mi hija. Noa observo confundida y interrogante a su abuela mientras está sonría.
—¿Auela? —preguntó mi hija ya en sus brazos.
—Esapto. Soy la abuela Míriam. —indico mientras se dirigía a su marido. Mi hija le sonrió y volvió la vista hasta Thomas que también sonreía.— Vengan chicos que la cena esta servida. —indico Míriam dejando a Noa en los brazos de su esposo.
Tanto Terry como Michael —que aún me tenía agarrada por la cintura— siguieron a sus padres por los pasillos de la mansión hasta llegar a un precioso salón donde se encontraba una preciosa. Esta decorada y servida lista para disfrutar de la cena.
Todos nos acomodamos alrededor de la mesa y me sorprendo al ver que Míriam se roba a mi hija y la atiende durante toda la cena.
La mesa queda presidida por Thomas con su mujer a su derecha y junto a esta se encuentran Noa y Terry, mientras que a su izquierda se encuentra Michael y junto a él yo.
Al comienzo todo transcurre en silencio mientras intento disfrutar de la comida y no volverme loco por ver a mu "suegra" atender a mi hija como si yo no estuviese en la mesa. En parte me alegra un poco pues eso quiere decir que le acepta pero no me quita la sensación extraña que siento y me niego a pensar que son celos o malas vibras pues eso significaría que me estoy volviendo loca.
Una de las veces que me quedo observando a mi adorada y muy bien portada hija, —cosa que me enfadaba un poco pues es verdaderamente un diablillo cuando soy yo quien le da la cena— siento el apretón en mi mano y cuando me giro a observar a Michael me encuentro con su sonrisa y su suplica silenciosa para que cene y deje de matar a mi hija con la mirada. Intento disimular la roña que me da ese echo y intento hacer lo que me pide y disfrutar la cena.
No puedo evitar sonreír al ver lo bien que me conoce ya.
—La cena esta deliciosa. —digo un rato después— Felicite al cocine de mi parte. —miro directamente a Míriam y ella sonríe.
—Oh gracias. Cocina muy poco en casa pero me gusta que me elogien cuando lo hago. —asegura.
—La entiendo perfectamente. —aseguro con una sonrisa.
Míriam me la devuelve y continuamos con la cena que comienza a ser un poco amena.
La verdad es que desde que entre en la casa me comenzó a agradar el padre de Michael, Thomas, y luego cuando conocí a su madre tuve una mala espina con respecto a ella pero lo atribuí a sus ganas de asesinarme que había en su mirada. En este punto de la cena ya no había eso en su mirada y ahora me comenzaba a agradar. De seguro era la típica madre sobreprotectora que se pasa la vida controlando la vida de sus hijos. Y hablo por experiencia propia cuando digo que uno siempre se preocupa.
—¿A qué te dedicas Mía? —pregunta mi suegro tiempo después cuando ya hemos terminado de cenar y disfrutamos de un café en el salón.
—Doy clases en la universidad de Historia del Arte.
—Mami penta. —anuncia Noa que ahora se encuentra en las piernas de su padre mientras juega con los botones de la camisa.— Penta bonito.
Sonrío ante la ternura de mi hija antes de darle otro sorbo al café.
—¿Pintas? —esta vez es mi suegra quien pregunta.
—Algunas cosillas. —intento restarle importancia.
—Eso no es tan así. —aclara Terry— Es muy buena pintando en realidad y yo soy testigo. Tengo una gran prueba de eso en casa.
—¿Qué quieres decir con eso hija? —le pregunta su padre.
Michael se aclara la garganta y se dispone a hablar.
—Hace poco Mía le pinto un cuadro a Terry de las vistas de mi apartamento y debo aclarar que ha quedado espectacular. —aseguro mientras me miraba de forma crítica— No le quieres importancia a tu talento cariño que eres muy buena.
Enrojeci un poco por utilizar ese apelativo cariñoso frente a sus padres y un poco más por el regaño que acababa de recibir de su parte.
—Me encantaría ver tus cuadros. —aseguro Míriam para mi sorprensa.— Soy una amante de todo lo relacionado con el arte. Quizás pueda comprar una de tus obras. ¿Si te parece bien?
Me quede perpleja y sin saber que decir tras su ofrecimiento. Estaba verdaderamente sorprendida pues nunca imaginé una propuesta así y menos de ella.
Aclara mi garganta cuando me di cuenta de que esperaban una respuesta de mi parte.
—La verdad es que ahora no tengo ningún cuadro que pudiese mirar pero en el futuro quizás tome en consideración su oferta.
Ella asintió en silencio y volvió a su café.
El silencio volvió al salón durante unos segundo en los que yo me dedique a observar a mi hija que se veía algo soñolienta aunque luchaba para no quedarse dormida. Michael también se dio cuenta por lo que la acomodo mejor en su regazo para que ella estuviese más cómoda. La voz de mi suegro me sacó de mi ensoñación.
—¿Por qué no estudiaste arte si eres tan buena?
Su pregunta me borro la alegría del rostro al recordar esa etapa de mi vida. La mayoría de los presentes observaron mi cambio y mientras algunos se alarmaban otros, como Michael, me brindaron su apoyo para continuar.
—Mis padres murieron algunos meses después de comenzar la universidad. En aquel entonces tenía una beca pero no alcanzaba para pagar toda la carrera. —todos me miraron mientras yo me detenía un segundo en mis historia y continuaron haciéndolo mientras volvía a hablar— Decidí cambiarme para Historia del Arte porque era más barata y no se alejaba tanto de lo que me gustaba. No mucho tiempo después me entere de mi embarazo y todo se complico un poco más. Peor gracias a la ayuda de un buen amigo pude terminar mi carrera.
—¿La maternidad se interpuso en tu carrera? —observe a mi suegra un segundo antes de negar con rotundidad.
—Para nada. Noa es lo mejor que me ha pasado en la vida. Ella siempre ha sido mi impulsor para continuar. —asegure. Observe a mi pequeña que ya estaba media dormida en el regazo de su padre y sonreí.— Aún lo es.
Observe como Thomas me miraba y luego a su hijo para volver a mi. Después de repetir el proceso varias veces sonrió y dijo.
—Cuando has llegado hace unas horas enseguida supe por que te había elegido mi hijo en primer lugar. Estaba claro que eres una chica preciosa. —aseguro con una deje pícaro que me sorprendió— Pero después de este poco tiempo, debo añadir, que también se por que eres la madre de su hija. —toda la estancia estaba en silencio— No sólo eres bonita por fuera sino que tu interior es precioso y me alegra que mi hijo lo haya sabido ver. Mía debo decir que estoy muy agradecido contigo, nunca había visto a Michael tan feliz como esta noche. Bienvenida a la familia.
Miro a su hijo y le regalo una sonrisa y luego me miro a mi. Le devolví la sonrisa y observe a Michael.
Thomas tenía razón. Michael estaba feliz pero no solo él. Yo también era feliz. Muy feliz.
Continuará...