Nuestro Romeo y Julieta

Capítulo seis │La dirección mi nuevo hogar

Capítulo seis │La dirección mi nuevo hogar

HAYLEY SMITH

Unos gritos hacen que me despierte alterada. Caigo de la cama debido al susto. Los gritos solo van en aumento, me levanto y me pongo mis pantuflas para salir, me acerco a la puerta y la abro, mala decisión, los gritos solo se escuchan más fuerte, veo como unos enfermeros llevan a una chica a rastras, la chica va pataleando para que se detengan, pero cada vez gritando más fuerte.

Un escalofrío recorre mi espina dorsal, hago una mueca y entro a la habitación, pero me detiene la voz de la directora por los altavoces que ni siquiera sabía que existían.

—Queridos internos, por diferentes motivos las clases quedan suspendidas por el resto del día —suspira—. Por los mismos motivos hoy todos asistirán con su psicólogo designado. No se les ocurra faltar a la cita, es realmente importante y esta vez no se la pueden saltar, yo pasare por las oficinas de los diferentes psicólogos para pedirles las listas de quienes fueron. —finaliza, cuando giro mi cuerpo me doy cuenta que no soy la única que se encuentra afuera de su habitación.

Puedo visualizar a Fabián entre la multitud. Veo como poco a poco se va acercando, antes de que llegue a mi trato de cerrar la puerta, pero justo pone su pie para impedirlo.

—Mierda —susurro para darle la cara, sonrió inocentemente. Él simplemente entrecierra los ojos.

—¿Ibas a dejarme afuera, cara de ángel? —pregunta enarcando una ceja.

—¿Yo?, claro que no.

Eso, finge demencia.

—Entonces, ¿por qué ibas a cerrar la puerta en mi cara?

—No te había visto—miento—, por eso iba a cerrar la puerta. En fin, ¿qué necesitas?

—Pues venía a contarte qué es lo que paso con esa chica, pero como no me quieres escuchar, ni ver —hace un puchero lamentable—. Así que, supongo que nos vemos por ahí.

¿En serio te vas a perder un chisme solo porque no te agrada lo suficiente? Que tonta, antes no eras así.

—Espera —llamo haciendo que voltee, cuando voltea veo como está sonriendo triunfante—. Espero que valga totalmente la pena escucharte, estoy desperdiciando estas horas que puedo usar para dormir para escucharte.

—¿No vas a dejarme entrar? —pregunta asomando su cabeza por la puerta—. ¿En serio quieres que todos nos escuchen?

Bufo, abro completamente la puerta—. No toques nada.

—Como ordene mi comandante —contesta haciendo un saludo militar.

Suelto una pequeña risa, ya que eso me recuerda un poco a papá.

—Entonces, ¿quieres que te cuente o seguirás riéndote tú sola? —pregunta el intruso llamando mi atención.

—Cuéntame, y date prisa, tengo otras cosas que hacer.

Cierro la puerta y me voy hacia la cama, me siento en ella esperando a que empiece a contarme todo.

Cuando Fabián trata de acercarse a la cama, solo niego con la cabeza, eso parece indignarlo así que se sienta en el suelo.

El intruso empieza a contarme toda la historia, dice que la chica que se llevaron a la fuerza sufre de esquizofrenia. Al parecer no tomó sus pastillas y empezaron sus alucinaciones, y delirios. La chica estaba a punto de atacar a alguien cuando los encargados del piso llegaron, la sacaron a rastras y empezó a gritar.

Aparentemente cuando llegaron a la enfermería o una sala que no conozco, le pusieron un calmante, obviamente para que se calmara. Según Fabián todo lo que me acaba de contar parece estar sacado de algún libro.

En parte tiene razón, pero en la otra pensé que él estaba acostumbrado a este tipo de escenarios, ya que me conto que está aquí desde hace unos 6 meses.

Cuando termina de contarme todo, literalmente lo sacó a patadas para volver a dormir, porque, aunque las clases estén suspendidas, yo tengo que hacer otras cosas, por lo menos ya no tengo que lavar platos, porque el castigo termino hace una semana.

Tengo una semana desde que no veo a Asher, ni siquiera me lo he topado por los pasillos, pero, decir que no he hablado con él sería una completa mentira, porque, aunque sea difícil de creer, hemos estado hablando por medio de mensajes.

A veces creo que me coquetea, pero luego descarto la idea cuando cosas de mi pasado relucen en mi mente.

Niego con la cabeza, me acuesto en la cama para poder dormir y por la tarde ir donde el psicólogo.

—♡—

—Entonces, sufres trastorno de bipolaridad tipo 2, ¿no? —pregunta Noah, Noah es mi psicólogo designado, para tener 24 o 25 años, si quieren ser extremos, diría que tiene 27. Sus ojos son marrones, en su cabello azabache se pueden notar unos pequeños rulos.

—Hayley —llama haciendo que termine con mi gran escaneo—. Tienes trastorno de bipolaridad tipo 2, ¿cierto? —asiento—. Bien, me gustaría hacerte un par de preguntas.

Asiento con la cabeza y presiono los labios.

—¿Cómo te diagnosticaron el trastorno?

Hago una mueca, me acomodo en el sofá.




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