Capítulo siete | Somos pingüinos
Empiezo a barrer el patio de muy mala gana, estoy segura de que en cualquier momento voy a romper la escoba por la fuerza que estoy ejerciendo.
Aun siento mi cuerpo pegajoso por el maldito jugo, por cada movimiento que hago siento como mi ropa se adhiere mucho más a mi cuerpo, y también me siento mucho más incomoda.
A lo lejos veo la anatomía de Asher moviéndose para barrer otro lugar del patio, mueve la escoba de un lado a otro para quitar todo rastro de suciedad que tenga el suelo. Ni siquiera sé porque la directora nos dijo que hiciéramos esto, mañana estará completamente sucio otra vez.
Sigo barriendo de mala gana, aunque, ni siquiera estoy barriendo, solo estoy moviendo la escoba en el aire de aquí para allá. Suspiro porque lo pegajoso del cuerpo ya me tiene harta, y también porque ya me duelen los pies de tanto estar parada.
Suelto otro suspiro porque sigo sin creer que la directora me haya castigado por segunda vez, ¿quién pensaría que en un lugar como estos te castigan? Exacto, nadie.
Por una parte, estoy molesta con Asher, porque por su culpa empezó todo.
Técnicamente, tú lo golpeaste, no sé de qué te quejas si te lo mereces.
Mereces todas las cosas que te pasan, Bella.
Niego con la cabeza.
Es mi culpa, bueno, solo un 50 por ciento, porque el otro 50 se lo lleva Asher por tirarme el jugo encima, porque no tenía ninguna razón para hacerlo. ¿Qué fue lo que hice?, ¿dejarlo en visto?, ¿existir?, eso es inmaduro.
También es inmaduro ir tirando golpes al primero que se te cruce en el camino.
Bufo, yo no he ido tirando golpes al primero que se me haya cruzado en frente. ¿Verdad?, de todas maneras, estas muy equivocada, Hayley de la conciencia de Hayley.
¿En serio?, ¿Hayley de la conciencia de Hayley?, para ser escritora no tienes mucha imaginación en otras cosas.
Cállate, y déjame en paz.
—¿Con quién estas peleando ahora, dulzura? —pregunta Asher.
—¿Ah? —pregunto frunciendo el ceño, ni siquiera me di cuenta en que momento se movió hasta acá.
Susurra algo que no alcanzo a escuchar, decido ignorarlo y seguir con mi tarea para irme de una sola vez a mi habitación, me quiero ir a bañar.
Noto como Asher se va hacia otro lugar para seguir con nuestra torturosa tarea, sigo sin poder creer que no llevo ni un mes aquí, y ya me han castigado dos veces.
No me sorprendería que lo hicieran una tercera vez.
Cállate, que insoportable eres.
No, tú eres insoportable.
Que no, tú eres insoportable.
No.
Sí.
—Dulzura —dice Asher llamando mi atención—, puedes dejar de pelear contigo misma y ayudarme a limpiar, por favor.
Aww, sabe que peleamos, él es el indicado, Hayley.
—Para tu información no estaba peleando conmigo misma, estaba charlando. Charlar y pelear son dos cosas totalmente diferentes, mi querido Asher —contesto, me apoyo en el palo de la escoba.
—Sí, claro —contesta con sarcasmo—. Mejor ayúdame a terminar, ya me estoy desesperando de ver como la ropa se te adhiere al cuerpo.
—Imbécil —masculló para irme al otro lado del patio, en un sitio muy alejado de él.
—♡—
Salgo de la ducha envolviendo mi cabello en una toalla, haca más de dos horas que terminamos de barrer el patio, me fui de ahí como si el diablo me estuviera dando caza.
Y sí, me tardé más de dos horas en bañarme.
Mi cuerpo estaba extremadamente pegajoso, y ni siquiera hablemos de mi cabello, juro que sentí trozos de fruta que tenía el jugo, me costo mucho deshacerme del pantalón y de la sudadera, sudadera y pantalón que van a la basura porque quedaron tiesos y de un color fucsia terriblemente fuerte.
Asher definitivamente me debe una sudadera nueva.
Escríbele y reclámale.
Tienes razón otra yo.
Le escribiré a Asher para reclamarle.
Voy hasta la cómoda donde mi teléfono esta cargando, lo desconecto y entro directamente a WhatsApp ignorando las demás notificaciones. Entró a nuestro chat y le envió un mensaje.
Hayley.
Tú, tremendo imbécil, me debes una sudadera nueva.
No espero su respuesta y tiró el teléfono hacia la cama, casi me infarto cuando el teléfono rebota en la cama, pero por suerte no se cayo al suelo y se hizo completamente mierda.
Voy hacia mi closet y saco algo cómodo, porque sí, aun tengo castigo que cumplir, me visto tarareando una canción que he tenido en la mente todo el día, una vez estoy lista amarro las agujetas de mis zapatos, agarro mi celular y salgo de la habitación para irme hacia la cocina.