Capítulo ocho│¿Trucos de ladrón?
15 de junio, 2018
Despierto por unos golpes en la puerta, me estiró en la cama, los golpes no cesan así que me para y pongo mis pantuflas.
Voy hacia la puerta frotándome los ojos con el dorso de la mano, abro la puerta bostezando aun frotándome los ojos.
Me asusto cuando alguien empieza a zarandearme haciendo que me despierte rápido.
Le doy un manotazo para que se detenga y se aleje de mí, en el proceso la herida del brazo me duele como el infierno.
—¿Qué paso?, ¿estás bien?, por dios, me tenías preocupada, Hayley —dice una voz que fácilmente reconozco.
Los brazos de Atenea me abrazan, aún confundida por lo que acaba de pasar le devuelvo el abrazo, cuando la abrazó escondo mi cara en su cuello, de repente las ganas de llorar aparecen en mi haciendo que la abrace más fuerte. Ella solo me abraza y acaricia mi cabello diciéndome que todo estará bien.
Trato de retener las lágrimas, pero es imposible, al poco tiempo me encuentro sollozando en sus hombros, puedo escuchar que ella también solloza bajito.
Me separo de ella para limpiar mis lagrimas y limpiar mis mocos, ella está igual o peor que yo, tiene los ojos hinchados y la nariz roja, se ve que no es la primera vez que llora en el día.
Le pasó un pañuelo para que se limpie los rastros de lagrimas que tiene en la cara.
La puerta se abre de repente y Fabián entra alterado a la habitación, cuando me ve se me tira encima y me abraza.
Ayer pasé encerrada en mi habitación todo el día, cuando desperté Asher ya no estaba, solo había dejado una nota. Decidí dejar la nota en la cómoda y hacer otras cosas que no implicaran salir de la habitación.
Ayer se puede decir que avance mucho en el libro que estoy escribiendo, escribí unos tres o cuatro capítulos, también leí un poco y vi unas cuantas películas, pero en ningún momento salí de la habitación, varios vinieron a buscarme, porque estuvieron tocando la puerta a todas horas, pero decidí hacerme la dormida y no abrir.
Supongo que esas personas eran estos dos.
Suelto una pequeña risa, porque nadie se había preocupado así por mi desde hace mucho tiempo.
Les cuento todo lo que pasó, desde la “pelea” con Asher, (que él no obtuvo ningún rasguño, pero yo perdí dos uñas), hasta lo que pasó en la enfermería. Después de que termino de contar todo, ellos empiezan a llenarme de preguntas demostrando su preocupación por mí.
¿Por qué se preocupan tanto por mí si apenas nos conocemos?
Ni idea, solo sé que se siente bien que alguien más que tu papá se preocupe por ti de esa manera.
Nadie se había preocupado así por mi durante mucho tiempo, solo Stephanie.
El recuerdo de Stephanie hace que mi cara cambie completamente, lo sé porque cuando ellos lo notan, se miran entre sí, me preguntan que es lo que pasa, evado todas sus preguntas, niego con la cabeza y pido que me dejen sola.
Sigo evadiendo sus preguntas y los echó de la habitación, antes de que puedan salir completamente ellos me dan sus números para que durante el día les escriba, yo solo asiento con la cabeza tratando de evitar que las lagrimas caigan, antes de que cierre por completo ellos me dan una mirada rogándome para que les cuente que es lo que pasa, pero solo evito hace contacto visual con ambos.
Cuando finalmente se van cierro la puerta, recuesto mi cabeza en esta arrastrándome hasta el piso, empiezo a sollozar, sollozo por el recuerdo de Stephanie, todo lo que pasamos juntas, todos nuestros planes.
Después de unos largos minutos me levanto del suelo, porque mi espalda empieza a doler, me levanto y voy hacia mi cama, apartó todas las sábanas, agarro una almohada para abrazarla pensando que es ella. Sigo sollozando hasta que caigo en un profundo sueño.
—♡—
Me siento en una mesa de la cafetería de muy mala gana, la parejita me fue a sacar de mi habitación a rastras, y cuando digo a rastras es a rastras, ni siquiera me dejaron ponerme zapatos, ando modelando por segunda vez mis pantuflas de conejo por toda la cafetería. No preguntaron porque mis ojos estaban hinchados o porque horas antes los eche de mi habitación sin razón alguna. Cosa que agradezco mucho.
Atenea se quedó conmigo en la mesa, y Fabián fue a traer comida para los tres, la pelirroja se me queda viendo como si me estuviera analizando, hago una mueca y me remuevo incómoda en mi asiento. Ella lo nota, pero no deja de mirarme.
—¿Tengo algo en la cara? —pregunto rompiendo el silencio que se había creado entre nosotras, y también hablando por primera vez desde que me sacaron de la habitación.
—No, ¿por qué? —contesta acercándose más a la mesa.
Okey, tengo que admitir que me intimida un poco.
—Porque me estas viendo como si fuera una presa —imito su acto.
Hacemos guerra de miradas por largos minutos hasta que alguien carraspea su garganta alertándonos de su presencia.
Pero ninguna quita la mirada, ignoramos triunfalmente a quien sea que carraspeo.