El ambiente en el barco era tenso. Zoro se había encerrado en su habitación, sin pronunciar una sola palabra tras lo sucedido. Necesitaba estar solo. Necesitaba tiempo para procesarlo.
Mientras tanto, en el comedor del Sunny, el resto de la tripulación compartía la cena en torno a la mesa, conversando en murmullos sobre lo ocurrido.
Luffy daba mordiscos a su segundo pedazo de carne cuando de repente soltó, con la boca llena:
— Es raro ver a Zoro llorar, ¿no?
El silencio cayó de golpe sobre la mesa. Nami, quien removía su té distraídamente, dejó la cuchara en el platillo y suspiró.
— No raro... impactante.
— Nunca lo habíamos visto así —comentó Usopp, apoyando los codos en la mesa—. O sea, lo máximo que ha hecho es enojarse o desmayarse por el dolor, pero... ¿llorar?
Chopper, sentado sobre una pila de cojines, bajó la mirada con preocupación.
— Debe haber sido algo muy fuerte... Algo que realmente lo rompió.
— La pregunta es... ¿qué? —preguntó Franky con los brazos cruzados—. Porque si fue alguien importante, ¿quién podría ser?
Robin, con su expresión serena, dejó la taza sobre la mesa y apoyó el mentón en la mano.
— No solo es el hecho de que haya llorado... Es que se encerró. No quiere que lo veamos así.
Sanji encendió un cigarro y se apoyó contra la pared con aire pensativo.
— El estúpido marimo es un idiota orgulloso... Prefiere tragarse el dolor solo antes que aceptarnos como apoyo.
— Sí... pero no podemos hacer nada, ¿verdad? —murmuró Chopper con preocupación.
— A veces hay que dar espacio antes de insistir —dijo Robin con calma.
— ¡Pero yo quiero saber! —Luffy se cruzó de brazos con el ceño fruncido—. Si le pasó algo importante, ¡Zoro debería contárnoslo!
— No es tan fácil, Luffy —le explicó Nami—. Tú lo dices porque siempre eres directo con lo que sientes, pero Zoro... no es como tú.
— Lo mejor será esperar —añadió Franky—. Pero eso no significa que no estemos atentos.
Todos asintieron.
— Solo esperemos que cuando esté listo, él mismo nos lo diga —concluyó Robin.
Luffy miró hacia el pasillo que llevaba a los camarotes y tomó una decisión.
— ¡Entonces esperaremos! Pero cuando Zoro quiera hablar, estaremos aquí.
Una energía de determinación llenó la mesa. No podían hacer nada más que esperar... pero una cosa era segura: no dejarían que su compañero cargara con todo el peso solo.
Tras unas cuantas bocanadas más de comida, los platos quedaron vacíos y la tripulación se levantó, dirigiéndose a sus dormitorios para descansar.
Sanji, sin embargo, se quedó un momento más en la cocina. Suspiró con fastidio mientras preparaba otro plato de comida.
—Ese estúpido marimo ha logrado que me sienta mal... —murmuró para sí mismo, negando con la cabeza.
Con el plato en mano, caminó hacia la habitación de Zoro. Golpeó la puerta con suavidad, pero no obtuvo respuesta.
—¿Marimo? —insistió—. ¿Estás despierto? Voy a entrar.
Empujó la puerta lentamente y vio a Zoro tumbado en la cama, dándole la espalda. Su respiración era entrecortada y, aunque intentaba ahogar el sonido, Sanji pudo escucharlo sollozar.
Por un instante, el cocinero dudó. Luego, avanzó y dejó el plato sobre la mesa.
—Oye, Marimo... —suspiró mientras se sentaba al borde de la cama—. No sé qué te habrá pasado, y tampoco soy el más indicado para decir esto, ya que solo nos la pasamos peleando... Pero estoy preocupado. Sí, sí, Sanji preocupado por Zoro —se rio levemente, pero su tono seguía siendo serio—. Si realmente pensaste que alguien estaba muerto... ¿no deberías ir a buscarlo en lugar de quedarte aquí encerrado?
Zoro no respondió, pero había dejado de sollozar.
—En fin... Te traje la cena. Come algo al menos, te lo pido —Sanji le dio una palmada en el hombro y salió de la habitación sin decir más.
Zoro permaneció inmóvil por unos minutos más. Luego, cuando estuvo seguro de que el rubio se había alejado, se incorporó lentamente. Miró el plato sobre la mesa y, en un gesto de agradecimiento silencioso, comió al menos la mitad de la comida.
Después, volvió a acostarse. Algunas lágrimas más escaparon de sus ojos antes de que el sueño lo venciera.
A la mañana siguiente, el sol se filtraba por las ventanas del barco, iluminando suavemente el interior. Uno a uno, los miembros de la tripulación fueron despertándose y se dirigieron al comedor, donde Sanji ya tenía preparado el desayuno.
—¡Buenos días! —gritó Luffy con su habitual energía.
—¡Buenos días! —respondieron los demás.
Chopper, mientras devoraba un trozo de pan con mermelada, miró alrededor y frunció el ceño.
—¿Y Zoro?
—Sigue en su habitación —respondió Robin con calma—. Hemos decidido dejarlo tranquilo, al menos por ahora.
—Volveremos a explorar la isla —informó Luffy con una gran sonrisa—. Es nuestro día de descanso, después de todo.
—¿Creéis que Zoro vendrá? —preguntó Chopper, con un atisbo de preocupación en su voz.
—No lo creo... —contestó Nami—. Dejémoslo tranquilo por hoy.
Así, poco después de desayunar, la tripulación desembarcó y se dirigió nuevamente al pueblo.
Lo que nadie sospechaba... era que cierto espadachín ya había salido del barco mucho antes que ellos.
¡Hasta aquí el capítulo de hoy!
Espero que lo hayáis disfrutado muchísimo!
Mil gracias por el apoyo~
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AUTORA DE: Kaori, la esfera mágica.
EDITORIAL: Ediciones Arcanas.
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Editado: 03.04.2025