Nunca me ames

Capítulo 3

Oh viernes, bendito y preciado viernes, como me encanta este día de la semana, en done las clases terminas y uno puede “descansar”, pero en realidad nos dejan millones de tareas. Si, así estoy yo ahora, con trabajos pendientes y cosas que hacer, aunque al menos no viene mal algo de descanso. No hay nada mejor que después de llegar un largo día que acostarte en tu mejor amigo, la cama, técnicamente.


Lo sé, soy rara o estoy loca, ya eso ni importa. Oye rimó.


En fin, desde mi grandioso lunes me la he pasado como una loca corriendo para entregar pendientes de la universidad a tiempo y después el trabajo en la cafetería, me tienen estresada.  


Ahora mismo estoy en mi cálida cama descansando y tratando de dormir de lo más cómodo con algo peludo en mis pies.


Espera… ¿peludo?


Estiro mis piernas y mi cuerpo, y de pronto ya no siento esa cosa peluda en mis. Ahora escucho un ruido de algo estrellándose con la pared. Bueno, no como si se fuera estrellado algo fuerte, pero se escuchó un chillido. Me levanto y me desperezo lo más rápido.


Poniéndome de pie de la cama, me doy cuenta que la dicha cosa peluda era el señor Clash que está en un rincón   acurrucado. Pobre gatito, pero igual le dieron un merecido por meterse en donde no debe y hacer popo en mis zapatos.


De solo pensarlo me da asco.


-Lo siento, señor Clash- le digo con fingida disculpa para después cambiarme de ropa, me coloco unos jeans, una blusa y un tenis.  
A veces no me dan ganas de vestirme de lo mejor, así que solo lo dejo pasar. Da igual.


Bueno, ahora mismo es de tarde y sí estaba durmiendo porque merezco descansar después de un largo día.

Ahora, pensándolo bien tenía una cita, bueno, no una cita, sino una trabajo que esta pendiente desde hace rato y es el de Alan; no un trabajo sobre él, que patético sino el trabajo que me debe hacer y cuando digo debe es porque es así.

Lo sé, eso muy abusador, pero no puedo hacer nada. A veces buscamos solo el beneficio propio y somos un poco egoístas. Solo un poquito. 
Busco mi teléfono en cuarto y me doy cuenta de que tengo un mensaje. Y adivina, adivinador, ¿Quién es? 
Ding, ding ding. Alan.

Lo revisó y me en el mensaje me indica cual es su dirección para llegar a su apartamento.


Cuando salgo del cuarto me encuentro con Blake, que está en la cocina buscando algo de comer y se encuentra arreglada para salir a Dios sabe dónde.

Me acerco para agarrar algo de comer, pero me interrumpe en el momento.


-No te vayas a comer lo que queda en el refrigerador para la cena – me dice 
entrecerrando sus ojos hacia mí de manera acusativa. Yo solo alzo las manos en son de paz.


- Yo no soy así – le dije de forma inocente – sabes que no me comería todo eso – le contesté intentando hacerla comprender de mi fingida inocencia.


Era obvio que me lo iba a comer. Siempre tengo hambre o bueno mayormente, es decir quien no, la comida es una gran bendición, si señores.


-Y porque te conozco sé que te comerás la cena tu sola, lo sé Sky – me dijo de manera obvia. Pues sí, era verdad. Me miro pensativamente como si esperara algo.


- No me dijiste que había una carrera – me dijo haciéndose la indignada. Aquí vamos otra vez, ella no le gusta nada de eso pero a mí me emociona, me da adrenalina.


- Simplemente no quise – le dije sinceramente, sé que piensa que es malo, pero es mi vida, igual no le iba a dar tanta vuelta a eso.


Abrí el refrigerador en busca de algo de comer y encontré una manzana. Bueno, es lo que hay o no del todo, pero no me podía comer la cena, según Doña Blake.


-Por cierto, ¿A dónde vas?, si se puede saber – me dijo mirándome fijamente con sus ojos claros, hicieran lo que hicieran nunca me intimidaba que me miraran fijamente, al contrario lo tomaba como un desafío de miradas.

 

- Por ahí, pendientes – le dije sin tomar importancia que iba al apartamento de Alan. No era tan relevante.

 

- Ese por ahí es el chico del comedor – me dijo con complicidad y moviendo la cejas de modo picara, yo solo pude rodar los ojos ante su acción. Parecía muy tímida, pero era una pequeña pervertida, a mí no me mienten.


- Ah, el rarito sí, es él – dije restándole importancia al asunto. 
No sé porque le digo así cuando podría decirle freaky, nerd o gafitas, bueno la verdad no me interesaba.


-No seas así, no te ha hecho nada, pero bueno te dejo tengo que hacer algunas cosas – me dijo, yo solo me encogí de hombros, ella se fue, saliendo de la cocina y caminando hacia la puerta para después perderse de mí vista.

 

Terminé de darle el mordisco a la manzana y guardé mis cosas y mis apuntes en mi mochila, mientras cogía las llave y la guardaba, me encaminé a la puerta para salir y bajar al estacionamiento a buscar mi moto, la encontré donde estaba y me monté encendiendo el motor y arrancando, perdiéndome en el tráfico de Los Ángeles.


Ahora que lo pensaba hoy había entrenamiento de Ethan y casi siempre voy a sus  entrenamientos, lo que significa que debería ir, entonces me debería quedar menos tiempo de lo programado donde Alan y debí decirle a Blake que me acompañara al entrenamiento, siempre vamos juntas, pero esta vez se me olvido.  


¿Por qué siempre se me olvida todo? Bueno, no todo, no es que tenga memoria de Dory.


En cuanto a Alan esta semana no nos hemos visto después del incidente del chocolate, lo cual en mi defensa no sabía sobre eso. Ok, sí, pero me distraje solo un poco. En fin, solo nos hemos vistos pocas veces y el solo me ha saludado a lo que yo respondo con un asentimiento, ahora mismo no me interesa hacer amigos, estoy bien así.  
A veces creo que él me tiene miedo, pero a penas lo conozco.


Saliendo de mi ensimismamiento me estacionó en un gran edificio. Bueno, al menos es bonito. Me bajo de la moto dirigiéndome a la entrada. Cuando entró me anunció al vigilante y el solo me dice que suba.



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En el texto hay: humor, novela romántica, secretos

Editado: 21.07.2021

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