Nunca me ames

Capítulo 20

 

W.S

Siempre en la vida me han enseñado a esperar, vigilar y ver cuál será el siguiente movimiento de la otra persona sin importar que.

Dicen que las personas son malas porque pasaron cosas terribles en su niñez o adolescencia que lo hicieron así o pasaron su vida en un hogar disfuncional, o que siempre fueron personas solitarias condenadas al fracaso.

Yo crecí en un hogar donde me dieron todo, no pase hambre, no fui una persona solitaria, siempre fui extrovertido, el mejor en todo, el ejemplo a seguir.

Y aquí estaba yo, buscando lo que quería a pesar de que no pudiera alcanzarlo, pero la fuerza de tenerlo era más grande que mis dificultades para lograr mi objetivo.

El peor de los males no es cualquier cosa que nos haga daño. Es la obsesión perversa y engañosa, pero deseosa de una forma retorcida que a mí me encantaba porque eso sentía.

Yo lo tuve todo. Mi único problema es que no la tuve a ella.

Me acomodé en la silla, en la cual estaba sentado y me daba una vista del edificio dónde vivía ella. Estaba en una cafetería de la esquina dónde podía ver, pero nadie podía percatarse de que estuviera haciendo algo malo.

La había observado entrar la noche anterior con un hombre. Uno que reconocí vagamente, pero lo hice por sus rasgos familiares.

Eso no fue lo que me molestó, sino que subiera con él porque sabía cómo iba terminar eso y lo que iban a hacer.

De solo pensarlo la sangre me bullía cómo líquido ardiente calentándose en mi interior. Quería quemar todo y tenerla, pero debía esperar.

Entonces supe que era el momento de mandar la ficha que tenía en mi mano y empezar a mover el juego a mi favor.

Sus fotos hermosamente desnuda expresando cada trazo de su piel y cada curva de su cuerpo que me volvía loco, su cabello un río chocolatoso y condenadamente bello y deseaba tenerla a como fuera lugar. Aún podía recordar el olor de su presencia y me preguntaba si eso también había cambiado ahora.

Su belleza era mi mayor detonador y la inocencia de lo que era antes de lo que se había convertido era mi perdición y caería por esta.

Muy pronto lo haría porque ella era mía. Sky Anderson era mía.

Era tan hermosamente frágil porque a través de esa fachada de niña ruda y fuerte se escondía mi Sky, la adolescente indefensa que yo debía proteger, pero que amé destruir a mi manera.

Porque yo rompería cualquier molde de la otra persona para llegar a la que fue antes y hacerla mía, pero ante todo cobrar por lo que hizo mientras no estaba.

Sonreí cuando la ví salir furiosa del edificio a paso fuerte y decidido hacía su moto estacionada más atrás salió el chico, lo cual me hizo rodar los ojos y más cuando se acercó a ella confundido y preocupado.

Seguro ya le había dado una buena follada y luego se desharia de él como la había visto hacer con otros, pero yo se lo pondría más fácil.

Motivado por el hecho de que él la había podido tocar y saborear, pero yo nunca había podido hacerlo, él la había visto en pleno placer de su cuerpo y rostro. Y solo la había visto en pleno dolor. Eso me puso más furioso y apreté mi mandíbula.

Era un tonto y ya me ocuparía de él. De hecho ya sabía cómo.

Ella temblaba de la ira contenida, seguro se sentía fuera de control al no poder manejar una situación después de tanto tiempo.

Ella tenía el pelo alborotado y estaba muy alterada. Los pantalones negros ajustados resaltaban sus piernas y la chaqueta de cuero que llevaba le hacía parecer de un aire indomable junto con sus botas.

Interesante, todo en ella lo era.

Me pareció absurdo cuando se acerco a ella y aún más cuándo acunó su rostro enfurecido entre sus mano. Mirándola con deseo y preocupación.

Los ví discutir de forma acalorada. Parecían estarse gritando el uno al otro como si dependieran de ellos. Él la tomó entre los brazos para acercarla pero está se apartó enseguida sin dar tregua de nada.

Cogí el celular para escribir otro mensaje para ella que sabía que la volvería loca.

W.S

Una última advertencia, cariño. Aléjate de él si no quieres que tus fotos terminen rondando por la universidad. O también él terminará como otros.

Le di enviar al mensaje y esperé el drama frenta a mí sin que nadie pudiera botarme tan siquiera. No podría verme ni reconocerme, pero yo me deleitaria de ella una y otra vez

El sonido del teléfono pareció sobresaltar los a los dos de su burbuja estúpida y ella se separó de él.

Apartada la ví revisar su teléfono y vibre de satisfacción al presenciar el cambio repentino de humor. Su expresión era de sorpresa y segundo después se tornó a un desesperado odio.

Ódiame que por lo menos sientes algo por mí. Ódiame porque sé cuánto sufres por mí a escondidas. Ódiame porque yo siempre seré tu final. Ódiame porque desde ahora estás atrapada en mi jaula nuevamente.

Sky era mi obsesión. Mi cielo roto que yo había ayudado a que se rompiera, del que cuidaría del monstruo dentro de mí. Yo la protegería, pero también sería yo mismo quién la destruiría porque era hermosa y mía.

Ya había destruído a Sky Anderson y lo haría de nuevo.

Sky.

Miré el mensaje una y otra vez mientras estaba completamente desnuda en medio de mi habitación y miraba las fotos mías.

Lo primero que sentí fue humillación al verme expuesta de esa vil y asquerosa manera que nadie merecía pasar por su vida.

Impotencia por nunca haber podido hacer nada al respecto por quedarme ahí sin saber que hacer. De brazos cruzados.

Dolor y tración porque esas fotos se la había confiado a cierta persona.

Y por último irá pura y dura por querer matar a quién sea que estuviera detrás de esto.

Respiré una y otra vez pero no podía porque me estaba derrumbando. Joder.

Mierda. Esto estaba muy mal. No, estaba del carajo, de lo peor. No podía dejar que esas fotos salieran.



#32121 en Novela romántica
#5314 en Chick lit

En el texto hay: humor, novela romántica, secretos

Editado: 21.07.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.