¿Cómo comenzó todo esto?
No lo sé, no tengo ni la más mínima ni remota idea de cómo mi vida cambio, puedo culparlo a él, de hecho, lo hago.
Él es el causante de tantos problemas en mi vida.
Y en verdad ya no sé qué pensar.
No sé qué pensar sobre mi misma, sobre él, sobre mi vida. Porque todo lo que veo ahora es oscuridad. Siento que estoy en un profundo vacío del cual no puedo salir.
Lo irónico es que él era mi luz en mis noches oscuras... y ahora es todo lo contrario.
Y todo comenzó con una simple y tonta mirada lejana.
A veces pienso del porque tuve que mirarlo ese día, el porque me tuvo que atraer.
Tal vez no entiendas de lo que estoy hablando, ya que ni yo misma lo sé.
Debería comenzar desde el principio ¿No?
Pues aquí voy...
Primer día de clases, recuerdo que ese día el sol brillaba como nunca, no era para nada raro ya que nos encontrábamos en verano.
La mayoría debería tener miedo al saber que el séptimo grado sería algo nuevo. Un nuevo ambiente, nuevos profesores, las materias serían más difíciles y demás cosas, pero yo estaba bien, la verdad estaba emocionada por ir.
Por lo menos tendría a mis amigas conmigo, Keniah Bennedet, mi mejor amiga desde el kínder. Su familia proviene de Brasil por lo que posee una piel morena y una cabellera negra y larga, ojos café y una sonrisa cariñosa.
También estaba Sofia Muller, ojos café y el cabello del mismo color, un poco gruñona a veces pero así las tres nos complementábamos bien, ella se unió a nuestro grupo en quinto grado y desde ese entonces somos mejores amigas, nadie más ha entrado a nuestro grupo desde ese entonces.
Bueno, la verdad es que el colegio privado al cual asisto no tiene muchos alumnos, el año pasado ni siquiera llegamos a ser diez alumnos en un salón de clase, a algunos no les gustaba eso pero a mí sí, en ese colegio todos nos conocíamos ya que el grado que más alumnos tendría seria unos quince como máximo, tenía una buena educación ya que si no entendíamos algo la profesora siempre tenía la paciencia de volver a repetirnos todo y podía con nosotros. Creo que por eso siempre he tenido un buen promedio.
Llegue al colegio temprano, entre emocionada y recuerdo haber visto a Keniah sentada en unos de los escalones frente a unas de las primeras clases, al verme se levantó con una gran sonrisa y ambas corrimos para darnos un gran abrazo.
— ¡Amaia!
— ¡Keniah!
La abrace con fuerza y reí, cuando se alejó la mire mejor y noté que estaba más delgada y lo que me sorprendió fue ver que comenzaba a tener más pecho. La adolescencia.
Ambas apenas teníamos once años en ese entonces, estábamos en pleno proceso de cambios incomodos.
Ella me mira de pies a cabeza.
— ¿Qué hiciste en tus vacaciones? —Pregunta riendo, levanta mi brazo y lo señala—. Estás más blanca que el papel, se nota que no has salido de tu casa.
Me sonroje un poco, la verdad no había salido mucho, mis vacaciones consistían en estar en casa y ver vídeos de Justin Bieber siendo sincera.
Me encogí de hombros restándole importancia.
—Ven —Dijo jalándome del brazo—. ¡Ya sé cuál será nuestro salón!
Me jalo con tanta fuerza que perdí el equilibrio por unos segundos, pero luego seguí sus pasos apresurados. El salón que nos tocó ese año era completamente diminuto. Un quejido lastimero se escapó de mis labios.
— ¿Es aquí? —Pregunte esperanzada de que estuviese bromeando.
Ella asintió con la cabeza.
—Es aquí —Confirmo voleando a mirarme—. Lo bueno es que estamos lejos de la Dirección, si hacemos barullo no podrán escucharnos.
Solté un bufido por lo bajo.
Me saque la mochila y la posicione en una de las sillas al lado de la de Keniah.
—Mejor vamos a esperar a Sofía —Digo volteándome en su dirección.
—Vamos.
Salimos del salón y caminamos hacia la salida, no había muchos estudiantes eso no me sorprendía para nada, vi algunos rostros familiares y los salude con la mano.
Esperamos a nuestra amiga afuera, ella no vivía lejos del colegio así que solía venir más tarde ya que no caminaba mucho.
Keniah venía en autobús con su madre y yo venía caminando hasta la mitad del camino con mi mamá. Nos sentamos en uno de los bancos y miramos como algunos padres traían a sus hijos, Keniah me contaba lo que había estado haciendo en sus vacaciones y yo la escuchaba atenta.
Alguna que otra vez nos reíamos de las estupideces que había hecho hasta que vimos a Sofía llegar, tenía puesto el uniforme de colegio como todas, de un color azul el cual no era mi favorito pero no podía cambiarlo, al vernos sus ojos brillaron y nos levantamos al mismo tiempo para ir a abrazarla.
Acomodo su cabello de costado y pestañeo repetidas veces, ella era una de las que más llamaba la atención, Keniah y yo siempre fuimos un poco más tranquilas pero ella no.
—Ya llego la Reina —Dice acomodando su cartera—. ¿Cómo están chicas?
Antes de que podamos responder ladea la cabeza en dirección a Keniah.
— ¿Te están creciendo los pechos? —Por su tono de voz pude distinguir algo de envidia pero eso era normal en ella.
—Shh —Dijo ella incomoda y mirando por todos lados—, no lo digas tan fuerte tonta, no es nada, casi ni se nota.
Y era verdad, pero como Sofía y yo seguíamos siendo planas creo que ella se sintió celosa como siempre.
Hizo una mueca pero luego fue sustituida por una nueva sonrisa.
— ¡Adivinen quien tuvo novio este verano!
No pude evitar negar con la cabeza, esos no me sorprendía para nada. Sofía estaba en la etapa donde cualquier chico que le decía cosas bonitas ya podía ser considerado como su novio.
Yo tuve un novio el año pasado, bueno, apenas llegamos a darnos unos cuantos picos pero Keniah era otro caso, ella no ha tenido novio aún.
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Editado: 12.04.2019