Nunca Tú

La excursión

Al llegar el día siguiente Sheriza se siente aún más confundida « ¿Cómo es que he sido capaz de besar a Alexander Ellis? ¡Lo odio!» Se repite sin cesar desde el día anterior sin encontrar respuesta ni terminar de convencerse de sus sentimientos. No se ha tratado de cualquier beso, ha sido el primer beso de la joven. Siempre pensó que su primer beso seria con alguien que amara y lo que le resultaba más confuso es que sintió algo muy especial al unir sus labios a los de Alexander pero ella no puede estar con alguien como él. Ese joven no encaja en su grupo social, si sus amigas o alguien en el colegio se enteraban de lo sucedido su imagen y popularidad se verían afectados, « No puedo permitirlo, es algo imposible.» Se dice con seriedad. Al llegar al colegio ubica a Alexander quien ha decidido fingir que nada ha sucedido a pesar de que al igual que de Sheriza ese beso ha sido su primer beso y se encuentra confundido porque no siente arrepentimiento alguno por el hecho de que su primer beso fuera con Sheriza Russell, al contrario, le ha gustado bastante. El joven se encuentra en su casillero sacando lo que requerirá en sus clases. De pronto, se percata de la presencia de una joven que no sabe si hablar o alejarse de ahí fingiendo amnesia.

– ¿Qué sucede?– pregunta sin mirarla en el preciso momento en el que ella pretende retirarse, él se niega a aceptar lo que siente por aquella joven por lo que mirarla no le ayudaría en ese momento.

– Necesito hablar contigo respecto a lo que sucedió ayer– indica la joven rápidamente al tiempo que juega con sus manos de manera nerviosa.

– Te escucho– responde Alexander con tranquilidad.

–Únicamente quiero pedirte que no se lo digas a nadie, por favor– suplica ella con tono amable y dulce tomando por sorpresa a Alexander.

–No debes preocuparte, de igual manera no pensaba hacerlo, no es algo que me enorgullezca y quiera presumir– responde él manteniendo la atención en su casillero.

– ¡¿Tan malo fue?!– pregunta ella sin ser capaz de ocultar su decepción al escuchar esa respuesta.

– No; sin embargo, eso realmente no importa– replica él observándola confundido–, ¿Sabes, Russell? No te comprendo, vienes y me dices que no se lo mencione a nadie pero te decepciona escuchar mi respuesta, ¿Qué te sucede? ¿Es tu orgullo herido, cierto?

– Olvídalo, como has dicho, no importa– indica Sheriza sintiéndose arrepentida de haber hecho esa pregunta y sintiendo su corazón latir fuertemente al mirar los ojos de Alexander–. En realidad, si estoy ahora frente a ti es para mencionarte una nueva regla entre tú y yo.

– ¿Regla? ¿Quién eres tú para poner reglas?– cuestiona Alexander sin ser capaz de evitar reír ante tan absurda idea.

– Soy Sheriza Russell y eso me da el derecho de hacer lo que yo quiera– expresa sonriendo de manera arrogante–. Pero eso es lo de menos, mi querido Ellis, lo importante es que no te quiero cerca de mí, ¿Comprendes? Es por ello que tienes estrictamente prohibido acercarte a mí.

– Mi querida y hermosa señorita Russell– responde Alexander controlando su molestia y en un tono similar al usado por ella a manera de burla–.  Yo no me he acercado para hablarle en ningún momento, por lo que para mí no hay problema alguno en respetar su petición; sin embargo, ¿Podrá usted mantenerse alejada de mí?

– ¡Eres un presuntuoso, Ellis! – exclama ella molesta–,  ¡Mantente lejos de mi camino, entre menos tenga que verte será mejor!

– ¡Créeme que no tengo intención alguna de permanecer cerca de ti! Con tu permiso, tengo clases, adiós– responde él cerrando el casillero y alejándose del lugar.

Sheriza permanece algún tiempo en silencio pensando en lo que sintió cuando Alexander la miró. Sabe perfectamente que tener algo con él es imposible, por lo que debe detener lo que se ha despertado en ella. Mientras tanto, Alexander llega hasta su lugar, no sabe qué es lo que siente, le molesta la idea de sentir algo por esa presuntuosa joven pero al mismo tiempo siente un deseo irrefrenable de complacerla. Es por eso que a pesar de encontrarse en total desacuerdo con ella ha aceptado mantenerse lejos; sin embargo, trata de convencerse de que es porque él lo prefiere de esa manera debido a que la cercanía de alguien como ella no es bueno. No sabe que siente por ella pero realmente no puede permitirse sentir algo más intenso.

El día de la excursión de grupo llega, todos los jóvenes avanzan con paso cuidadoso debido a que la zona no se encuentra del todo firme. Al principio esa excursión había parecido una buena idea; sin embargo, después de la lluvia del día anterior ya no parece tan buena pero ya es tarde para cambiar los planes. A pesar de que el suelo del lugar se encuentra resbaloso, para la mayoría resulta bastante agradable por lo hermoso del lugar, los grades arboles, el vibrante color verde de la vegetación y el embriagante olor de la tierra mojada, era realmente agradable, todos avanzan bromeando y disfrutando de la experiencia.

– ¡Auxilio!– grita de pronto alguien siendo escuchado únicamente por Alexander que se encuentra al final del grupo, los demás quieren llegar rápido al lugar donde ubicarían el campamento mientras que él se mantiene al final observando todo a detalle–,  ¡Alguien que me ayude!

El joven decide volver para saber de donde provienen los gritos de auxilio. Avanza con cuidado agudizando su oído. Cuando reconoce el lugar donde provienen los sonidos se dirige hasta ahí lo más rápido que le es posible. Se preocupa enseguida al percatarse de que se trata de Sheriza Russell que ha caído en la trampa de algún cazador. La joven se encuentra terriblemente molesta por su mala suerte y habla sola sin parar por lo que cuando Alexander llega al borde de la trampa y la observa ella ni siquiera se percata de su presencia.

– ¡Mira nada más lo que me he encontrado! – comenta con tono bromista llamando la atención de Sheriza.

– ¡Eres tú! ¡Vete de aquí, sabes que verte me molesta!– expresa la joven de manera grosera como acostumbra a hacer.




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