Varios días han trascurrido desde el regreso de la excursión, es viernes por la tarde y Alexander se encuentra en la sala de su casa en compañía de su mejor amiga de toda la vida. Rachel Stewart es una hermosa joven de ojos color gris, cabello claro, largo, ondulado y brillante, de labios rosas y de forma definida, sonrisa encantadora, tez blanca y estatura de un metro setenta, una joven realmente hermosa y aunque parece frágil no lo es realmente, desde pequeña ha practicado artes de defensa propia y se encargó de convencer a Alexander para que la acompañara, su personalidad valiente, decidida, totalmente segura de sí misma la convierte en una joven fascinante, es aficionada a utilizar colores obscuros en su vestimenta además del carácter bromista y sincero que posee hace que le tengan confianza fácilmente.
Alexander ha tenido un día difícil en el colegio gracias a la insoportable señorita Russell, quien después de aquel día en el que él se tomó la molestia de ayudarla se comporta más insoportable que nunca con él y a pesar de que Alexander intenta todo el tiempo llenarse de paciencia, ya no tolera mas el comportamiento que la joven tiene. Realmente él es incapaz de comprender la manera de actuar de ella y peor aún, lo que siente por ella a pesar de sus caprichos y desplantes.
– Realmente me haces falta en este colegio, Rachel– comenta el joven mirando al techo.
– No te creo nada, después de todo tienes a tu incondicional amiga, ¿No?– replica Rachel fingiendo molestia, no le agrada ni un poco esa amiga que tanto mencionaba Alexander, desconocía la razón pero lo que él le decía le hacía sospechar de esa joven y no para bien.
–No seas celosa, Rachel, tu siempre serás mi mejor amiga y lo sabes bien, eres esa hermana que nunca tuve; además, ella es muy tranquila, te necesito, seguramente ya habrías puesto en su lugar a Russell.
– ¡Eso ni dudarlo!– exclama ella para después reír divertida por la manera en la que se expresa su mejor amigo de esa terrible señorita que le hace la vida imposible; sin embargo, Rachel se encuentra totalmente convencida de que su amigo se niega a aceptar lo que realmente le sucede.
– En ocasiones pienso que llegará el día en el que me fastidiara tanto que terminaré siendo sumamente grosero con ella y no quiero, parece tan frágil, tan delicada y dulce que me da miedo lastimarla de alguna manera, a pesar de lo egocéntrica que se muestra en el colegio sus ojos tienen algo que me hace pensar que ella no es de esa manera, es hermosa y...
– ¡Y estas enamorado, Alial!– expresa emocionada Rachel impidiéndole continuar, él siempre se niega a aceptar tal cosa pero para Rachel es evidente que Alexander se ha enamorado de esa joven a pesar de todos los defectos que ella tenga.
– ¡No digas tonterías! Mejor escoge una película mientras yo preparo las palomitas– indica Alexander al tiempo que se pone de pie y se aleja en dirección a la cocina, realmente ese es un tema que lo molesta demasiado; sin embargo, cada vez le resulta más complicado convencerse de que lo que siente por Sheriza Russell no es amor.
– ¡Escapando no conseguirás engañarme, Alexander, las esmeraldas te delatan; además, has estado hablando de ella todo el día, Russell esto, Russell lo otro!– replica Rachel divertida por la manera de actuar de su mejor amigo.
– ¡Lamento no tener más temas de conversación, soy un aburrido!– responde él justificándose.
– ¡No te olvides de decir que Russell se ha convertido en tu tema favorito!– comenta la joven decidida a hacer que Alexander acepte sus sentimientos de una vez por todas.
– ¡No es de esa manera; sin embargo, no puedo evitar hablar de los malos momentos que me hace vivir, esa jovencita es mi karma, no hace más que molestarme todo el tiempo!
– ¡Y te encanta ese karma!– afirma Rachel provocando a Alexander.
– ¡Ya cállate!– responde molesto por la insistencia de su amiga.
– ¡Como quieras!–expresa riéndose divertida–, ¡Nada más espero que recuerdes que puedes engañar a todos pero no a tu corazón, Alexander y realmente esa joven despertó algo en ti cuando te beso y con el tiempo ese sentimiento únicamente ha aumentado!
Alexander desde la cocina se queda pensando seriamente en lo que su amiga ha dicho pero sin dignarse a darle una respuesta. Realmente es incapaz de no hablar de Sheriza, esa joven ocupa la mayor parte de sus pensamientos y aunque trata de pensar en algo más, le resulta imposible. Sabe perfectamente que Rachel tiene toda la razón, después de aquel beso él es incapaz de controlar su corazón y mente, es como si Sheriza Russell lo hubiese atrapado con un hechizo a través de aquel beso. Mientras Alexander se mantiene perdido en sus cavilaciones, Rachel se pone de pie y comienza a revisar las películas que Alexander tiene en su colección, de pronto escucha el timbre de la puerta sonar anunciando una visita.
– ¡Yo abro!– grita desde la sala para que su amigo no se preocupe y continúe vigilando esas palomitas.
– ¡De acuerdo!
La joven coloca nuevamente las películas en su respectivo lugar y avanza hasta la entrada con paso tranquilo, al llegar, abre la puerta y se encuentra con una hermosa joven que sujeta sus manos de manera nerviosa mientras mantiene su mirada fija en el piso. Le resulta sumamente inusual esa visita por lo que observa con curiosidad a la joven frente a la puerta. Imagina que debe tratarse de alguna vecina de su amigo o alguna compañera del colegio, inclusive por un momento piensa que se trata de la famosa amiga de Alexander llamada Brisa; sin embargo, algo en su interior le indica que no se trata de esa joven.
– ¿En qué puedo ayudarte?– pregunta con amabilidad provocando que la joven eleve la mirada.
– Busco a Alexander– responde la joven en un tono de frialdad y adoptando un semblante totalmente diferente al que tenía cuando Rachel abrió la puerta.
– Entiendo, entra– indica Rachel apartándose a un lado y permitiendo que la joven ingrese sin comprender muy bien el tono de voz que la joven ha utilizado, una vez que la joven ingresa cierra la puerta, la guía hasta la sala y llama a su amigo–. ¡Te buscan, Alial!