Transcurrió una semana desde que Sheriza y Alexander comenzaron a salir. Es una bonita relación la que tienen aunque a Alexander le molesta tener que ocultarlo en el colegio; sin embargo, realmente es capaz de tolerar todo eso únicamente por lo que siente por Sheriza. Mientras tanto, Sheriza que se encuentra acostumbrada a mantener cada cosa en su sitio resulta sencillo mantener separada su vida social de su vida personal y amorosa. Ella se encuentra feliz y realmente ama a Alexander quien cada día hace algo nuevo para conquistarla.
Las clases han llegado a su final y Alexander sale del salón en compañía de Brisa. Se encuentran compartiendo opiniones acerca de un libro en común, ríen y bromean como los buenos amigos que son sin percatarse de lo que le ocurre a una joven que observa atentamente sus movimientos. Ambos salen, llegan a la puerta de salida y se detienen a conversar un momento. De pronto, Sheriza cruza en medio de ellos empujando a Alexander con evidente intención.
– Ten más cuidado– dice Alexander con tranquilidad.
– ¿Me hablas a mi? Eres demasiado atrevido, Ellis, no tienes porque dirigirme ni siquiera la palabra y lo sabes bien, adiós– indica la joven mirando a Alexander con evidente molestia para después girar y retirarse.
– No te preocupes, Alex, Russell es así– comenta Brisa molesta por el comportamiento de Sheriza hacia su amigo.
– Sí, eso lo sé bien, nos vemos mañana, Brisa, debo hacer algo importante– responde él con tono tranquilo y amable.
– De acuerdo, Alex, hasta mañana– se despide Brisa con una gran sonrisa.
Alexander avanza rápidamente en dirección a donde ha visto que Sheriza se ha marchado. Se siente confundido por el comportamiento que ella ha adoptado. Es más que evidente que se encuentra molesta y él desconoce totalmente la razón de su molestia. La ubica a las afueras del colegio y corre para alcanzarla, al hacerlo la detiene.
– ¿Qué te sucede?– pregunta tratando de encontrar la mirada de la joven pero le resulta imposible.
– ¡Eso no te importa, Ellis, déjame tranquila!– ordena liberándose del agarre del joven y avanzando más rápido para alejarse de él.
– ¿Por qué estas actuando de esta manera, Sheriza? ¿Qué te hice para que te molestaras conmigo? No me digas que te sientes celosa, ¿Es eso?– cuestiona avanzando detrás de ella.
– ¡Déjame tranquila, no quiero verte ahora!– exclama comenzando a correr.
– ¡Ya basta, Sheriza, detente!– grita corriendo tras la joven–, ¿Realmente me harás perseguirte? ¡Esto es muy infantil!
– ¡Nadie te ha dicho que lo hagas, idiota!– responde furiosa.
– ¡Tienes razón! ¡No sé ni porque lo hago! ¡Tampoco entiendo cómo puedo amarte de esta manera si no eres más que una niña mimada, caprichosa y engreída!– indica él deteniéndose, la joven al escucharlo se detiene también.
– ¿Realmente lo haces?– pregunta sin girarse manteniendo su mirada en el piso.
– ¿Hacer qué?– cuestiona confundido.
– ¡Idiota!– exclama girando para mirarlo–, ¿Realmente me amas?
– ¿Aun lo dudas? Mírame humillándome de esta manera por ti, no hay nada que no haga para hacerte feliz y eso lo sabes bien, te amo cada día más– dice aproximándose a la joven.
– Lo lamento, me molestó mucho verte con esa tipa sin gracia alguna– expresa de manera despectiva.
– No hables de esa manera, sabes que no me gusta; además, ella es mi amiga, no tienes razón para molestarte y sentir celos– responde mirándola a los ojos–. Únicamente tengo ojos para ti que eres la mujer más hermosa sobre la faz de la tierra, te amo, Sheriza.
– ¡Eres mío, Alexander!– indica cruzándose de brazos.
– ¿Y cuando lo he negado? En cambio tú, prefieres mantener nuestra relación oculta porque te avergüenzas de salir con alguien como yo– responde mirando hacia otro lugar.
– ¿Avergonzarme? ¿Acaso te has visto en un espejo?– cuestiona tomando el rostro del joven entre sus manos para que la mire–. Eres muy atractivo, Alexander, simplemente no quiero que nadie dañe nuestra relación con sus comentarios mal intencionados.
– ¿Consideras que me detendrían esos comentarios para amarte como lo hago?– pregunta mirando a la joven a los ojos.
– Sé bien que no pero no soy tan fuerte como tú, Alex.
– Lo comprendo– dice dando fin a ese tema–. Vivo por y para ti, Sheriza, no vuelvas a comportarte de esta manera, me lastimas.
– Lo siento, te veías muy feliz y compartías tu bonita sonrisa con ella, no pude evitarlo.
– Eso mismo que sentiste es lo que yo siento cuando Ryker se encuentra cerca de ti.
– No es lo mismo, Ryker es un idiota que con esfuerzos soy capaz de tolerar mientras que ella es tu amiga y tiene más en común contigo que yo; además, es evidente que ella tiene interés por ti, te mira de una manera diferente y no como un amigo.
– No es verdad, Sheriza, simplemente somos amigos, me quiere y yo a ella, no te hagas ideas en esa hermosa cabecita, Brisa no me mira de manera diferente y aunque lo hiciera, ¿Importa cómo me mire? Lo importante es lo que yo siento y yo te amo a ti.
Sheriza no dice más limitándose a sonreír dulcemente, se aproxima a Alexander, une sus labios a los del joven que se deja llevar por lo que siente y corresponde al beso de ella. Realmente Sheriza tiene una manera de ser muy especial, para Alexander no importa que ante todos se comporte totalmente diferente a como suele ser con él, lo que realmente le parece importante es que al mirar los ojos de la joven encuentra todo el amor que le profesa.
Dos semanas más transcurrieron, Sheriza se encuentra feliz, todo se mantiene en total armonía, avanza tranquilamente por el pasillo del instituto, llega hasta donde se ubica su casillero y lo abre tranquilamente, se enfoca en sacar las cosas que necesitara en su clase cuando de pronto se percata de la presencia de alguien a su izquierda, decide ignorarlo y continuar lo que hace con la esperanza de que se marche sin molestarla.