Son las seis cuarenta de la tarde cuando el timbre de la casa de los Russell suena anunciando una visita. La madre de Sheriza le pide que abra la puerta por lo que la joven deja su libro de lado y con tranquilidad avanza en dirección a la puerta, al llegar abre encontrándose con una persona oculta detrás de un gran ramo de rosas blancas y rojas.
– ¿Me disculpas por el comportamiento que he tenido?– pregunta quien se ocultaba detrás de las flores.
–Bienvenido, Alex– saluda la joven sonriendo, él baja las flores para poder observarla–. No tengo nada que disculpar, te comprendo.
– Te lastime con mis palabras, realmente lo lamento, me siento muy avergonzado y arrepentido por mi manera de actuar– responde mirándola a los ojos.
– Yo te lastime al ocultarte lo sucedido, quien debe perdonar aquí eres tú.
– ¿Continua en pie tu propuesta para cenar?
– Me ofendería si no te quedaras, entra.
Alexander entrega las flores que la joven recibe con una gran sonrisa e ingresa, ella lo guía en dirección a la sala. Una vez ahí le pide que espere un momento mientras busca donde poner sus flores, la joven se aleja en busca de un jarrón y vuelve rápidamente.
– ¿Quién es, cariño?– pregunta la madre de la joven desde la cocina.
– Invité a alguien a cenar, quiero presentárselos.
– ¿A quién has invitado?– cuestiona con curiosidad apareciendo en la sala–. Joven Ellis, me alegra mucho verlo, ¿Cómo se encuentran sus padres?
– ¿Se conocen?– pregunta Sheriza sin ocultar su sorpresa.
– Se encuentran bien, le envían saludos, esto es para usted, señora– responde entregando un ramo de flores a la madre de la joven con una gran sonrisa en su rostro, son rosas de color rosa combinadas con blancas para después explicar de dónde se conocen–. Nos conocimos en una cena de negocios de mi padre con el tuyo, ellos son socios.
– Tan galante como tu padre, ¿No es así? Te lo agradezco mucho, ¿Eres amigo de mi hija?
– Es mi novio, madre– responde Sheriza con una gran sonrisa.
– ¿De verdad? ¡Qué alegría más grande, cuida bien de mi niña!– expresa ella con emoción.
– Lo haré, señora.
– Muy bien, los dejo para que puedan conversar e iré a terminar la cena ya que tenemos un invitado muy especial.
Transcurrieron dos meses, es sábado por la mañana y Alexander ha invitado a Sheriza al cine. Al principio a ella no ha parecido la mejor idea; sin embargo, ha decidido complacer a Alexander pues verlo feliz para ella es más importante que cualquier otra cosa en el mundo. A las once de la mañana Alexander llega a la casa de los Russell, llama a la puerta y Sheriza abre prácticamente enseguida, se encontraba esperándolo.
– Eres tan hermosa– dice saludando a la joven con un beso en los labios.
–Y tú muy atractivo, Alex– responde ella mirándolo con adoración, realmente lo ama de una manera en la que jamás se imagino–, ¿Qué película veremos?
– Es sorpresa– responde él con misterio.
Sheriza se limita a sonreír con ternura, toma la mano del joven para juntos alejarse de la casa y dirigirse al centro comercial que se ubica cerca del lugar. El amor que se tienen es evidente así como lo felices que son, llegan al centro comercial, entran y se dirigen al cine sin soltarse un solo segundo, aprovechando cada oportunidad para besarse y abrazarse, entran al cine y disfrutan la película. Sheriza se siente verdaderamente afortunada por tener a Alexander a su lado y para él no es diferente. Realmente no hay nada mejor en el mundo.
El lunes por la mañana Sheriza llega al colegio, ha decidido no tomar el autobús del colegio y caminar para disfrutar del frío de la mañana. Se encuentra feliz hasta que se percata de que en la entrada del instituto la esperan Ryker, Violet, Avery, Peter y Anthony, es evidente lo que sucede al menos para ella y aunque hubiese querido escapar en ese momento sabe que hacerlo no es una posibilidad, con tranquilidad y seguridad avanza aproximándose al grupo.
– Hola– saluda con su sonrisa arrogante–, ¿Qué hacen todos reunidos?
– Te esperábamos, Shery, para felicitarte– responde Violet con una sonrisa.
– ¿Felicitarme? ¿Cuál es el motivo? Mi cumpleaños no es.
– Eso lo sabemos, linda, pero has cumplido tu misión de manera exitosa– indica Ryker sonriendo arrogante.
– Qué bueno que lo mencionas, Ryker, porque debemos dejarla sin causar daño– responde ella con determinación sabe perfectamente que no accederán tan fácilmente.
– ¿Por qué, Sheriza? El plan está prácticamente en su última etapa, precisamente por eso te esperábamos para planear el final– interviene Avery consternada.
– No vas a decirnos que te has involucrado, ¿Cierto, Sheriza?– cuestiona Ryker sin ocultar la amargura que le produce ese pensamiento.
– No digas tonterías, Ryker, tengo otros motivos, piénsenlo y me comunican su decisión– replica Sheriza con indiferencia para después alejarse del grupo, siempre fue consciente que ese momento llegaría.
Con semblante evidentemente preocupado Sheriza ingresa en el instituto sin prestar atención a lo que sucede a su alrededor. Algo le dice que sus amigos ni siquiera consideran su petición y con justa razón. Ella misma había hecho esas estúpidas reglas que ahora la tenían entre la espada y la pared. Llega a su casillero, comienza a buscar y ordenar sus cosas mientras centra sus pensamientos en encontrar una solución.
– ¿Tienes algún problema?– pregunta un joven de manera disimulada llamando la atención de ella.
– Hola, Alex, estoy bien, no te preocupes– responde ella tratando se sonreír.
–Sabes que cuentas conmigo para lo que sea– expresa él con evidente preocupación.
– Gracias– dice controlando sus sentimientos–. Vamos a clases.
– De acuerdo.
Sheriza se aleja fingiendo indiferencia y se dirige a su clase. Alexander espera un poco sin ser capaz de evitar la preocupación que lo invade. No le gusta ver de esa manera a Sheriza; sin embargo, si hay una persona más hermética que Alexander esa es Sheriza Russell. Es eso lo que la convierte en una joven popular, es realmente indescifrable por lo que cautivaba a todos pero ninguno conseguía ganar su atención. Alexander se dirige a su clase al tiempo que trata de relajarse.