Una última esperanza
Día 28, mes 6, año 4224 del calendario imperial.
El sol brillaba en lo más alto del cielo despejado, el cálido viento veraniego acariciaba la Arboleda del bosque que ocultaba a Arcadia, mientras los estudiantes ze todos los años se preparaban para el un largo y esperado descanso. Finalmente, después de cuatro intensos meses de clases, llegó el receso de verano. Bridget, con su característico andar silencioso y rostro amigable, se encontraba en el jardín central de la universidad junto a sus amigos para una despedida.
—¿En serio no quieres quedarte con nosotros..? Es verano, podemos ir a los ríos a disfrutar del calor y comer hielo..— Cuestionaba Marina, casi en súplica, mientras se aferraba a uno de los brazos de Bridget.
—Mi abuelo cumple años en unas semanas, quiero estar con él..— Dijo la morena con suavidad, mintiendo sin titubeos, mientras sentía más pesos sobre ella.
—Pero seria tu primer verano con nosotros..— Exclamó Charlie con pena, colgándose de la espalda de la mayor.
—No me gusta el verano.. odio el calor..— Suspiró divertida Bridget, agachandose a medida que alguien más se le colgaba.
—No te olvides de nosotros..— Lloriqueo Erick, rodeandola por la cintura a la mujer luego de prácticamente arrojarse al suelo.
—Nunca podría olvidarme de ustedes, no sean dramáticos..— Musito ella, logrando liberarse de ellos, antes de rodearlos en un cálido abrazo.
Luego de convencerlos que volvería antes de que empiece la nueva jornada, Bridget se despidió dulcemente de cada uno. Aquel trío revoltoso lloriqueo ante la despedida, Isis y Eugene simplemente le desearon un buen viaje y Damián, quién se había mostrado ligeramente distante, para sorpresa de ella, él se despidió con un firme abrazo. Acto que la conmovió un poco, aunque no tardó en empujarlo cuándo él le dijo que no la extrañaría.
Después de los abrazos de despedida y promesas de reencontrarse pronto, Bridget se dirigió hacia la entrada del bosque con ma intención de tomar un carruaje que la llevaría de regreso al pueblo a unos kilómetros de su hogar.
[...]
Día 1, mes 7, año 4224 del calendario imperial.
El trayecto en carruaje habia sido mucho más corto que la anterior vez, pues en esta ocasión solamente había solicitado ser acercada al bosque antes del inicio de las montañas y, una vez que el chófer desapareció con su carruaje, Bridgdt se tomó la libertad de cambiar a su verdadera naturaleza para llegar en una cuestión de horas y no de días.
La joven de brillantes ojos idénticos al oro había extrañado sentir las gélidas brisas del norte, su piel había anhelado esos cuatro meses lejos de su hogar por volver a sentir el helado tacto de la nieve en las montañas. Cuándo logró divisar su hogar a la lejanía, Bridget volvió a su forma humana para acercarse el último tramo a pie. Allí, parado en el marco de la puerta con su usual expresión tranquila y sus ojos azules ansiando por tenerla cerca, su abuelo Ferus la esperaba sonriente, y al poner un pie en la estrada de la casa fue recibida con un fuerte abrazo.
Ambos charlaron con emoción, pero fue en cuestión de minutos que Bridget notó algo raro en su abuelo; él se veía decaído, como si hubiese recibido una mala noticia.
—¿Que sucede abuelo..?— Se atrevió a decir ella, tomándolo de las manos para que la mirara a los ojos. Y al notar cómo los orbes azules de su abuelo se cristalizaban, supo que algo grave había pasado.
—Debemos hablar, querida..— Murmuró con un tono débil, soltando delicadamente las manos de su nieta mientras le indicaba seguirlo.
Ferus camino a pasos lentos por los pasillos más viejos de la mansión, guiando a su nieta hasta una de las salas ubicadas en el subsuelo de la mansión. Allí, aquella gran sala iluminada por los candelabros y la chimenea humeante, Ferus invitó a Bridget a sentarse mientras él continuaba de pie, inquieto. Y finalmente, con la voz un poco quebrada, comenzó a hablar
—Ellos..— Titubeo, tragando saliva mientras caminaba de un lado a otro. —Ellos finalmente lograron con su cometido..—
—¿Quiénes abuelo..? ¿Quiénes lograron qué?— Preguntó la joven mujer, confundida y altamente preocupada al no entender la situación.
—Nessha fue localizada por los Exécuters, Bridget.— Soltó finalmente, logrando que el rostro de su nieta se desfigure al atar cabos. Ferus suspiró, permitiendo que unas lagrimas rebeldes rodarán por sus mejillas. —La persiguieron desde el noreste, la asesinaron.. Mataron a Nessha.. Lograron acabar con ella..—
Bridget se quedó sin aliento, no sabia si sentir sorpresa o ira, no podía creer que una mujer como la Sra. Nessha Vythrael hubiese podido ser sometida por un grupo de humanos corrompidos con magia maliciosa y una sed de venganza sin sentido. Por su mente pasaron los momentos que compartió con la mujer, quien fue como una tía para ella. Recordaba como si hubiese sido ayer las historias que la mujer le contaba de su juventud con su abuelo, de la época que su edad no rebasaba mas tres cifras, de cómo su amistad había sido íntima y llena de aventuras problemáticas por doquier.
La joven Basset bajo la cabeza, cerró con fuerza los ojos y dio un minuto de silencio por la mujer asesinada mientras le rogaba a los dioses que le permitieran a Sra. Nessha reunirse con sus ancestros para poder descansar en paz.