Día 23, mes 05, año 4224 del calendario imperial.
Damián Hilary
La biblioteca de Arcadia era mi refugio de paz en medio del bullicio constante de la universidad.
Como usualmente hago, estando oculto en un rincón apartado entre estanterías repletas de libros antiguos, me senté en una mesa de madera oscura. A mi alrededor reinaba el silencio, roto únicamente por el susurro de las páginas al ser pasadas y el leve crujido de la vieja madera bajo mis pies. Era el lugar perfecto para ordenar mis pensamientos, lejos de las miradas curiosas y las conversaciones triviales de los demás.
Abierto frente mío estaba mi viejo amigo, mi diario personal, un cuaderno de cuero desgastado, me esperaba pacientemente. Era un hábito que había adquirido durante mi niñez, una forma de mantener mi mente clara y de canalizar las emociones que a menudo se volvían abrumadoras.
Hoy, sin embargo, las palabras me parecían más difíciles de plasmar en la página de lo normal.
Tome la pluma, sumergiéndola en el tintero, y dejé que el silencio de la biblioteca se adueñara de mi mientras comenzaba a escribir.
“He estado pensando mucho últimamente sobre lo que significa mantener en secreto mi identidad en un lugar como Arcadia. Un lugar donde todos ocultamos partes de nosotros mismos, donde la verdad se envuelve en secretos y mentiras. Es extraño, cómo siempre he visto mi naturaleza como un peso, algo que debía esconder a toda costa. Ser miembro de mi familia significa más que gloria o poder; significa llevar una carga que pocos pueden comprender. El fuego en mi interior siempre ha sido una carga para mi... hasta que conocí a alguien que lo hizo brillar de una manera totalmente distinta.."
Tras poner un punto hice una pausa, mi mirada se perdió brevemente en la página. Mi mente regresó a los momentos que había compartido con Basset a lo largo de estos meses, resaltando el encuentro de hace tan solo unos días. Había algo en ella, algo que me atraía, que hacía que mi fuego, esa esencia mía, no se sintiera como una maldición sino como un regalo. Era una conexión que no había anticipado y que, por mucho que intentara ignorar, se hacía más fuerte cada día.
“Bridget Basset... Hay algo en esa mujer que me intriga, algo que me hace querer saber más de ella. No sé qué es lo que oculta, pero sé que lo que sea, lo lleva con la misma carga que yo llevo mi fuego interno. Ambos vivimos con secretos, ambos estamos obligados a ocultar partes de nosotros mismos, y sin embargo... cuando estoy cerca de ella, siento que tal vez, solo tal vez, podría ser diferente. Que podría ser libre de ser quién realmente soy.”
El animal en mí interior, esa chispa constante que nunca se apagaba dentro mío, resonaba con fuerza cuando pensaba en ella. Tras suspirar cerré los ojos por un momento, sintiendo cómo ese fuego interno reaccionaba ante mis emociones, un calor sumamente familiar que se expandía a lo largo de mi pecho.
“Arcadia está llena de personas que fingen ser algo que no son, y yo no soy la excepción. Pero Bridget... ella es diferente. Hay una fuerza en esa mujer, una determinación que no he visto en nadie más. Y, aunque no sepa qué es realmente, aunque no sepa por qué estoy tan atraído hacia ella, no puedo evitar sentir que nuestras vidas están entrelazadas de una manera que aún no comprendo. La idea de que ella podría ser una parte esencial de mi propio renacimiento me asusta, pero también me llena de esperanza.”
Volví a dejar escapar un suspiro, sintiendo el peso de mis propias palabras. ¿Era posible que ella fuera la clave para liberarme está la carga que he estado llevando durante tanto tiempo? La idea era tentadora, pero también peligrosa. En un mundo donde la verdad podía ser mortal, permitirse confiar en alguien era un riesgo del que no estaba seguro de poder tomar.
“No sé qué me depara el futuro, pero sé que no puedo seguir viviendo en las sombras. Si hay alguien con quien podría compartir mi verdad, sería con ella. Pero la pregunta sigue siendo: ¿Ella podría estar dispuesta a aceptar lo que soy, así como yo estoy dispuesto a aceptar lo que sea que ella esté ocultando?”
Cerré el diario con un suave suspiro, frunciendo ligeramente las cejas. Aunque escribir me había ayudado a ordenar sus pensamientos, las respuestas que buscaba seguían siendo esquivas. Sin embargo, una cosa era cierta: Bridget había encendido algo dentro de mi, algo que no había sentido en mucho tiempo.
El fuego en mi interior, que siempre había sido una carga, ahora ardía con un propósito diferente. Y mientras las llamas se alzaban en mi pecho fue que me di cuenta de que, quizás, ese fuego no estaba destinado a ser un peso, sino una guía hacia algo más grande, algo que aún no podía ver con claridad.
Me levanté de mi asiento, guardando el diario en mi mochila. La biblioteca, con sus sombras y su silencio, ya no me ofrecía el consuelo que había buscado. Ahora mi lugar estaba allá afuera, donde los secretos se mantenían ocultos pero también donde el futuro se desplegaba con todas sus posibilidades.
Y en ese futuro, de alguna manera, sabía que Bridget Basset jugaría un papel crucial.