Obsesión

8.

 

 

 


 


 


 


 

8.
 


 


 


 


 


— El uniforme blanco con el moño lavanda. — dijo Fleur cuando le pregunte como debía de vestirme para el recibimiento de mis padres y hermano. — Debería de ir a ver si Félix ha logrado vestirse.

 

— ¿Quieres que te acompañe? — pregunte levantándome de la cama, hice a un lado las cobijas, abrí la gaveta de la mesita de noche y saque uno de los ratones vivos que guardaba para Pooh. El búho ululeo feliz cuando deje el ratón dentro de su jaula, una sonrisa malvada se extendió por mi rostro cuando mi pequeño atrapo a su pobre víctima, Fleur me miro furiosa.

 

— Cínica— gruño señalándome con su delgado dedo, luego miro la gaveta con desagrado. — Odio que guardes a esos pobres animalitos en ese lugar, un día alguien va a llevarse un susto por culpa tuya.

 

— Soy una bruja, no puedes pedir que no haga estas cosas. — replique haciendo un puchero. Busqué entre el armario el uniforme y me metí al baño dejando la puerta abierta, Fleur me siguió.

 

— Y se supone que yo soy un lobo y no hago cosas raras. — ataco mirándose en el espejo, terminé se quitarme la ropa y abrí el tubo de la ducha. 

 

Fleur se quedó en silencio esperando mi respuesta, cerré el grifo y me pasé las manos por el rostro.

 

— Defectos técnicos. — respondí finalmente luego de enjabonar mi cuerpo, volví a abrir el grifo y lo cerré enseguida.

 

— Ni que fuera un robot Sia. — respondió rodando los ojos mientras recogía su largo cabello en una coleta. Se giró para mirarme fijamente unos segundos antes de darse vuelta y salir por la puerta dejándola abierta.

 

¡Podía ir! Salí del baño chasqueando los dedos para vestirme y corrí detrás de ella cogiendo un peine para desenredar mi cabello en el camino.

 

— ¡Espera Flor! — chille detrás de ella, se detuvo en medio pasillo mientras esperaba con una ceja elevada. 

 

— Lo siento. Y no me llames así, pesada. — gruño a la vez que me daba un golpecito en el hombro.

 

— ¿Cómo vamos a entrar al cuarto de los chicos?

 

— Yo voy a entrar, tú vas a ir directamente al comedor.

 

— ¡Pero...!

 

— Sin peros Sia, Félix es un chico muy delicado. Lo mejor será que te quedes en el comedor y esperes.

 

— Vale, no se para que salí de nuestra habitación me hubiera quedado repasando algunos hechizos. La próxima vez que vea a ese ladrón de pasteles lo voy a convertir en un sapo.

 

— ¡Deja de decir tonterías! Te dije que olvidarás a ese chico.

 

— Jamás. Y deja de molestar porque en vez de un sapo será... Sera...

 

— ¿Qué cosa? — pregunto a la defensiva parándose delante de na entrada de la torre de los chicos.

 

— ¡En una mariposa!

 

— No te atreverías. — siseo apuntándome con su dedo.

 

Sonreí con malicia al ver como su rostro había pasado a un pálido blanco.

 

— ¡Lo siento no te escucho! — comencé a gritar mientras corría al comedor agitando el peine en el aire.

 

Varios me miraban divertidos pasar por su lado cuando entre por la puerta principal del castillo, la directora corría de un lado a otro con su desdichada secretaria siguiéndole de un lado a otro. La escena me causo un poco de gracia, pero en contra de mis ganas de ir a molestar a las dos mujeres pase de lejos mientras deslizaba lentamente el peine en mi cabello. Llegue al comedor y entre directamente hacia la barra que parecía estar en funcionamiento, ventajas de que alguien de la realeza estuviera en camino. De camino le lance una mirada maliciosa a Lola y a su grupito, la loba me mostro los dientes furiosa.

 

Sonriendo jalé el banco y me senté haciendo un mohín. Definitivamente esa iba a ser la mañana más aburrida de mi vida.



 

...
 


 


 


 


 


— ¿Dónde has estado metida toda la mañana? — gruño Fleur Klog cuando llegue a su lado, sus manos no habían tardado en llegar al lazo de mi cuello para acomodarlo. Comenzaba a pensar que eso lo hacía más para distraerse que para que me viera formal.

 

— En la cocina de la cafetería. Digamos que ocupaban que alguien probara los platillos de esta noche, y como soy la hija. — respondí recordando como una joven me había prácticamente arrastrado a la cocina luego de reconocerme cuando llegué a la barra horas antes.

 

— No sé cómo te las arreglas para que todo salga como quieres.

 

— Se llama magia, y esta vez no hice nada.

 

Fleur había abierto la boca para replicar.

 

— Señorita de la Rose, por favor baje un escalón. — nos interrumpió la secretaria de su madre tomando con suavidad mi brazo. Sonreí victoriosa a la loba mientras me dejaba llevar por la otra chica. — Quédese aquí, dentro de poco comenzara la ceremonia de recibimiento.

 

— Vale.

 

Minutos después, ya todos los estudiantes y servidumbre de la academia estábamos meticulosamente acomodados.

 

Al pie de las escaleras, la directora junto con Fleur esperaban vestidas perfectamente a la llegada de mis padres y hermano. Los demás alumnos formaban dos filas largas vistiendo sus uniformes de gala, yo incluida, pero no me encontraba en la fila estaba en la escalera un escalón más abajo que la directora, quien tenía una mueca furiosa formada en el rostro. Sus hijos Kaztiel y Félix no daban señales de querer aparecer y eso a ella la estaba volviendo loca, o eso fue lo que me dijo Fleur. También había dicho que había más posibilidades de que apareciera el ermitaño que el mayor.

 




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