Obsesión

Capítulo 6 - "Una jaula sin barrotes"

Bella

Camino por el jardín, la brisa nocturna acaricia mi piel trayendo consigo el perfume tenue de las rosas blancas. Cada paso sobre la grava suena como advertencia.

Me detengo junto a la fuente, el agua cae en un murmullo constante. Miro mi reflejo en la superficie, me desconozco, hay algo en mis ojos que no estaba antes, algo oscuro, algo que él dejó. Quiero arrancármelo del cuerpo de los pensamientos, de la piel, pero lo tengo metido en los huesos.

¿Quién soy ahora? ¿La misma que entró en esta historia? No, ella murió el día que él me miro por primera vez, él me miró y yo no volví a ser mía, fue así de simple, así de cruel. No hubo advertencia, no hubo tregua, solo esa mirada suya afilada como una daga, y yo deje de resistirme.

Sigo caminando por el jardín, arrastrando conmigo todo lo que ya no soy. Cada paso es una confesión que nadie escucha, cada respiración es una súplica disfrazada de calma.

Camino sin rumbo entre las sombras del jardín, todo huele a él, a rosas blancas, a peligro, a deseo, a todo lo que no debería sentir. Me odio por necesitarlo, por soñarlo despierta, por buscarlo en cada rincón vacío, en cada silencio demasiado largo.

¿Por qué me estoy enamorando?
¿Por qué me doy cuenta justo ahora?

Sigo caminando pero me detengo al instante cuando veo una silueta de un animal grande. Me acerco con cuidado y lo veo. Un tigre blanco, gigante, imponente, con manchas negras en su piel. Me quedo congelada cuando lo veo caminar hacia mí, me tenso y pego un grito agudo. Un grito seco, ahogado.

Camina con elegancia hacia mí, el corazón lo tengo en la garganta. Cuando mí cuerpo reacciona empiezo a correr, no se a dónde. El tigre viene detrás de mí, no corre, sólo camina con esa calma terrible de los que saben que no necesitan apurarse para atraparte.

Sigo corriendo hasta que me golpeo con el pecho de Alexander, sus brazos me sostienen para no caer. Levanto mí mirada y ahí está, mirándome con esos ojos que no tiemblan.

—¿De qué huyes? —pregunta, su voz no tiembla, la mía sí

—Del tigre—digo sin aire

—¿Del tigre? — repite, sosteniendome de los brazos

—Sí, me miraba como sí supiera quién soy y me seguía, no corriendo, sólo caminando.

—¿Como era?

Trago saliva, el aire me cuesta pero logro responder.

—Blanco —empiezo, apenas. —Gigante, hermoso, con manchas negras, como cicatrices que no se esconden

—¿Qué sentiste cuando te miró?

—Miedo

—El tigre es mío — dice sin rodeos

—¿Qué?

—Lo que escuchaste

—¿Por qué me seguía?

Se acerca a mí oído —Por qué hueles a mí

—No soy tuya — le espeto, sabiendo que trata de insinuar

—¿No? ¿Entonces por qué corres hacia mí cada vez que algo te asusta? ¿Por qué siempre terminas en mis brazos, Bella?

Me suelta los brazos , pero no me muevo, no porque no quiera, sino porque no puedo, porque me sostiene incluso cuando ya no me toca, porque el verdadero agarre no está en sus manos, está en lo que ha hecho dentro de mí.

—No me estás salvando— le digo. —No te estoy reclamando

Se queda en silencio, no dice nada más.

Siento un impulso, lo sujeto del rostro con las dos manos, mis dedos tiemblan en su piel pero mí boca no. Lo beso con rabia con deseo maldito, como si ese beso fuera castigo y súplica al mismo tiempo.

Mi boca choca contra la suya con torpeza al principio, como si no supiera como se hace. Sus labios son duros, fríos al principio, inmóviles, pero entonces algo en él se rompe y me besa de vuelta. Alexander me agarra de la nuca con esa fuerza suya que no duele pero exige.

Me muerde el labio inferior con violencia y luego lame, como si pidiera perdón y volviera a pecar en el mismo segundo. Sus manos bajan por lo espalda, me aprietan contra él, me aferro a él como si lo necesitara para respirar.

Lo beso más profundo, más salvaje.

Le abro la boca con la mía, le busco con ansias la lengua, y él responde como si me hubiera estado esperando. El aire me falta pero no me importa porque él me da otra cosa, otra forma de oxígeno, otra forma de morir y seguir viva.

Cuando por fin me separo, los labios me arden, los suyos también. Nos miramos como dos lunáticos, dos bestias, dos culpables sin rendición. Ni siquiera me arrepiento porque en ese beso me perdí y me encontré en él.

Sus ojos se clavan en los míos, Alexander no dice nada, solo respira fuerte, como si estuviera apunto de decir algo. Sus dedos siguen en mi nuca, apretando, sujetándome, como si le costara decidir si besarme otra vez...

—No vuelvas a hacer eso —dice al fin

—¿Besarte? —pregunto, con la voz rasgada, los labios hinchados, las piernas temblando.

—No vuelvas a hacerlo... si no estás lista para lo que viene después—dice él, y se inclina apenas, sus labios rozan mi mejilla.

Suena como una amenaza, pero no me importa, lo haré, Dios mío, se que lo haré.

En cuanto Alexander se aleja un paso, me doy la vuelta… y ahí está.

El tigre.

De pie frente a nosotros, con esos ojos dorados que no parpadean, con esa calma que no tranquiliza, que aterra. Mi primer impulso es esconderme detrás de él, de Alexander, buscar la protección que odio necesitar, pero que mi cuerpo anhela como aire. Me aferro a su espalda, como si él fuera un muro que pudiera contener lo salvaje.

Pero no dura, en segundos, Alexander me toma del brazo y me gira, suave, como quien no pide permiso. Y ahí estoy, de nuevo frente a la bestia.

—Ven aquí —le dice al tigre, con voz baja, firme. Esa voz que se clava como un anzuelo.

El animal obedece. Obedece. No me lo creo.

—¿Qué… qué haces? —pregunto, mi voz es apenas un susurro quebrado.

—No te va a hacer daño.

Lo dice como si fuera una promesa o una condena. No lo sé, no lo entiendo.

Alexander toma mi mano, entrelaza sus dedos con los míos, y me guía hacia el pelaje espeso del tigre. La calidez de su cuerpo me estremece, mis dedos tiemblan mientras lo acaricio, primero con cautela, como si fuera a romperse o a devorarme, pero no lo hace, se queda quieto, respira, me permite.



#1991 en Fantasía
#2687 en Otros

En el texto hay: mafia, obsesion, darkromance

Editado: 17.07.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.