Obsesión | Bilogía libro ll

CAPÍTULO X

Se quitó los zapatos para subir las escaleras.

Mierda, ya casi sentía sus pies sangrar.

Había caminado todo el trayecto.

No quería ni pensar en el maldito de Mike, había sido totalmente desagradable.

Cogió las llaves de su bolsa y abrió la puerta.

Todas sus quejas desaparecieron al ver tan bonita escena.

Sonrió con ternura.

Edward dormía en el sofa y en su pecho se encontraba Brenda plácidamente dormida abrazando a su padre.

Se dirigió hasta el sofa y movió ligeramente a Edward para despertarlo.

— Ya llegaste... — dijo entre abriendo los ojos aún dormido.

— Sí, ve a dormir a la cama con Brenda, no puedes dormir en el sofa o te lastimaras.

Edward era más grande que el sillón por lo que era incómodo para él dormir allí.

— ¿Dónde dormirás tú? — preguntó aún adormilado.

— No tengo sueño, además te puedes enfermar. Anda.

Edward la miró no muy convencido pero aceptó. Como podía decirle que no a una mujer tan hermosa.

Miró su brazo y notó que tenía una hematoma en él.

— ¿Quién te hizo eso? — preguntó inmediatamente. Molesto.

Ada vio a la dirección donde veía Edward confundida y miró la gran hematoma.

No se había percatado.

— No es nada — aseguró — trataron de asaltarme pero no pudieron es todo — respondió tratando de restarle importancia al asunto.

Edward no le creía pero no podía preguntar más o de lo contrario ella se molestaría.

Llamenla inmadura si quieren pero evitaba el contacto visual, no podía mentirle mirándolo a los ojos, muchas veces y sin piedad lo había hecho, pero Edward era una célula sensible.

Había logrado una increíble conexión con él aunque él ya no lo notara.

Edward suspiró.

Tomó a la pequeña con cuidado de no despertarla y fue hasta la habitación.

Tal vez era mejor así.

Pensó.

Ada calentó la comida y notó que Edward ya había comido.

Incluso casi se había acabado la pasta la sopa de champiñones que había hecho.

Sirvió lo que quedaba y la acompañó con una cerveza.

encendió el televisor y puso la primera película que vio.

 

xxxxxx

 

— ¿¡Qué esa zorra hizo qué!? — gritó molesto al teléfono.

— ¡Lo lamentamos señor! — se escuchó en la otra línea.

— ¿¡Y qué esperan para encontrarla!? ¿¡son inútiles a caso!?

— E-enseguida señor — era evidente el miedo en la voz de la mujer

Mike pateó con fuerza un florero que estaba al lado, estaba totalmente furioso.

¿Cómo es que esa maldita se había atrevido?

¿Acaso no sabía quién era él?

¿Necesitaba recordárselo?

Claro que sí, tenía que aprender a respetarlo. 

Suspiró furioso y le molestó más el chillido que dió su secretaria por el golpe que le había dado el florero.

Tomó su chaqueta y se la puso, iba a ir a buscarla y hacerla saber que no era un simple chiquillo al que le podían quemar su casa y escapar ileso.

Si era necesario castigarla lo haría.

— Maldita mujer — susurró antes de irse.

.

.

.

Ada se levantó con pesar del sofa.

Sintió que aplastó algo con el trasero.

Miró y era una lata vacía de cerveza.

Miró a su alrededor y estaba repleta de ellas.

Suspiró con jaqueca.

Se miró a si misma y estaba en ropa interior, portaba una camiseta grande que "la cubría.

Fue hasta la mesa y miró todo con desagrado.

Todo era un desastre.

Lo peor era que solo recordaba haber ido al refri por más cerveza.

Supuso que en algún momento le dio calor y le dio por quitarse la ropa.

Escuchó la puerta de su recámara abrirse y vio un dormido Edward saliendo de su habitación con una risueña Brenda entre sus brazos despeinada.

La somnolencia de Edward desapareció al verla.

La recortó completamente y sus ojos se abrieron sorprendido.

— Buenos días — saludó ella frotándose el cabello cansada.

Quería bañarse.

— Buenos días — respondió saliendo de su ensoñación.

Eso incómodo a Ada.

— Iré a cambiarme y vendré a preparar el desayuno — caminó hasta el cuerto pero Edward la detuvo.

Estaba más cerca de lo que quisiera admitir.

Aunque lo suficiente para ponerla nerviosa.

Ambos se miraron a los ojos.

Pudo leer en la mirada de Edward lo que planeaba hacer.

Ada se quitó.

No quería ser una amante, se negaba a hacerlo.

No quería recibir las sobras de lo que no le daba su mujer.

Casi corrió hasta su cuarto.

Edward suspiró molesto y se dirigió a la cocina.

Ada no se tardó mas de 2 minutos saliendo con un lindo vestido azul.

Los días de verano eran muy calurosos.

Hizo el desayuno en silencio, cocinó algo rápido y le pareció algo gracioso ver a Edward alimentando a la pequeña, batallaba pero se esforzaba.

Si tan solo las cosas hubiesen sido distintas...

Pensó.

Pero movió su cabeza maldiciendo.

No, no era momento de lamentarse, lo hecho, hecho estaba.

Nunca existirá un "si tan solo".

 

 

 

 

 

 

 

 



#271 en Fantasía
#1422 en Novela romántica

En el texto hay: romance, venganza, regreso

Editado: 24.11.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.