Obsesión | Bilogía libro ll

CAPÍTULO XIV

— Ma-mi... — balbuceo la pequeña mientras era alimentada por su madre.

Los gritos y gemidos de la habitación de la segunda planta la obligaron a salir al patio a continuar alimentando a Brenda con su merienda.

Trataba de educar lo mejor posible a Brenda, quería lo mejor para ella.

Mike les daba lo mejor, nunca estaba en casa o si lo hacía solía llegar con mujeres pero era muy atento en cuanto a sus necesidades.

Así que estaba agradecida por ello.

Le pareció sumamente tierno ver a Brenda tratando de hablar.

A pesar de tener ya 2 años aún no podía hablar, ni siquiera lo intentaba.

Ya había ido con un pediatra y decía que estaba completamente sana. Simplemente ella hablaría cuando se sintiera lista.

Suspiró y tomó a la niña entre sus brazos.

La casa contaba con un inmenso jardín, era amplio y contaba con algunos tipos de frutos.

Se dirigió hacía donde estaban los barrotes de cemento y se sentó entre ellos.

Abajo corría un pequeño río haciéndolo resplandecer.

Sentó a Brenda entre sus piernas y le mostró el bello paisaje.

— El pediatra me recomendó que hablara contigo así que ¿que te parece si charlamos un poco?

Brenda rió y aplaudió con sus manitas mostrando sus hoyuelos.

Era idéntica a él.

— Bien — sonrió contagiada por la risa de la pequeña — 

Tú abuela me contaba que cuando yo tenía tu edad parecía un loro, siempre estaba hablando aunque no se me entendiera nada y que nunca me callaba.

Ah... qué bueno era recordar.

— Tú eres mi corazón — dijo pegando su frente con la de Brenda que pareciera entender lo que dijera su madre — y por la misma razón siempre te voy a cuidar así que también que yo espero que hagas lo mismo. La única forma de cuidarme es cuidándote a ti, respetándote y sobre todo luchando. Serás una hermosa guerrera que luchará con todo de si igual que su madre, yo estaré a tu lado, siempre.

Había hablado con su corazón.

No quería para su hija lo mismo que había sufrido ella, todo el abuso y el sufrimiento.

No mientras ella estuviera viva.

No sería igual que sus padres o esas basuras que le hicieron daño y le quitaron todo.

Ella sería mejor.

La iba a criar fuera de pleitos o discusiones que la asustaran, ella no vería a sus padres consumiéndose entre ellos.

No más.

Si eso significara renunciar por completo a Edward lo haría. No repetiría la misma historia que sus padres.

Escuchar el agua correr le tranquilizaba.

Alcanzó una manzana que colgaba de un árbol y la limpió en la pequeña llave de la que corría agua y le dió una mordida.

Estaba dulce.

.

.

.

Dió los últimos retoques a su maquillaje.

Ya estaba lista.

Ahora faltaba que Mike fuera por ella.

Hace ya días que no lo veía.

Aunque realmente no le interesaba.

Bajó hasta la sala y lo esperó allí algunos minutos. 

Mike entró agitado, con la corbata desatada, la camisa entreabierta y arrugada, sin saco y restos de labial rosa en sus labios.

En cuanto la vio quiso saludarla con un beso, pero Ada se quitó.

— ¿Qué sucede? — preguntó Mike confundido.

— Primero quítate ese labial barato y te daré los que quieras — dudaba que solo hubiera besado la boca de la chica — Madame — llamó, esta vino en segundos.

—A sus órdenes — dijo la mujer.

— Trae un traje para Mike, por favor — la mujer asintió y se retiró, miró a Mike y lo miró molesta — Tú ve y toma un baño rápido que se nos hace tarde, prepararé la corbata y los zapatos.

— De acuerdo — dijo y corrió hacía las escaleras.

Ada suspiró, enserio necesitaba un descanso.

Era un niño mimado que quería todo en la mano.

La única razón por la que se aferraba a ella es porque no estaban juntos como tal y ella hacía un buen trabajo como mujer de casa mientras él salía con otras chicas.

Al final su ex esposa se había cansado y lo había dejado, nadie sabía de su existencia así que solo desapareció sin dar explicaciones.

Lo último que volvió a ver de ella fue una demanda de divorcio, no pidió nada más que eso por lo que Mike no tuvo problema en dárselo.

Sin duda él dejó ir un gran tesoro.

No era una chica tan atractiva como él pero era muy amable, cuando nadie creyó en Mike y lo abandonaron ella siempre estuvo allí para él.

Incluso cuando su familia la amenazó que si no lo dejaba sería exiliada de su familia, ella sin dudarlo lo eligió a él, para cuidarlo porque sabía que él era el indicado.

Cuando escaló hasta ser lo que es ahora se casaron pero al sentir vergüenza de ella porque no era tan bella prefirió esconderla y aislarla de todos.

Y ella como buena esposa lo aceptó.

Incluso cuando comenzó a ser reemplazada con otras mujeres pensó que debía estar a su lado, siempre a su lado.

Hasta que llegó a su límite.

Ada llegó a conocerla, a pesar de que sabía ella que se acostaba con su marido nunca la ofendió.

Las pocas veces que la vio, era un encanto de mujer.

Nunca la vio rodeada de lujos o vestidos caros, era una persona muy humilde que le encantaba disfrutar de lo sencillo.

Una gran persona.

Demasiada mujer para alguien como Mike.

El físico no era para siempre y era algo que siempre tenía presente. Pero al parecer Mike no.

Algún día se daría cuenta y de la peor forma.

Ada subió a las escaleras y fue a la habitación. La sirvienta ya tenía preparado el traje por lo que ella alistó lo demás.

Puso sobre la cama calzoncillos, calcetines, la corbata y eligió unos zapatos para la ocasión.

Mike no tardó mucho y salió del baño en toalla.

Mientras él se ponía los calzoncillos, Ada comenzó a armar el chaleco antibalas por partes, de está manera era más ligero y más discreto.

Mike se puso la camiseta y ella se la abrocho.

Se puso los pantalones y los calcetines.

Ada lo ayudó a ponerse la corbata, las pistoleras y el saco.



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En el texto hay: romance, venganza, regreso

Editado: 24.11.2023

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