Obsesión | Bilogía libro ll

CAPITULO XV

Aquello reunión sin duda tenía un ambiente demasiado tenso.

Esta no era una simple reunión.

En aquella monstrusa mansión no solo habían empresarios, también habían mafiosos, gobernadores y grandes celebridades.

— ¿Ya sabes las reglas verdad? — preguntó Mike asegurándose de no crear líos innecesarios.

— No mirarlos a los ojos más de 5 segundos, no meterme en ninguna conversación y no hacer una mala cara — repitió las palabras que le decía Mike cada vez que iban a cada reunión de ese tipo.

Y en lo personal estaba de acuerdo.

No podías verlos más tiempo que un par de segundos ya que la arrogancia de aquellos hombres lo tomarían a que los estuvieras retando y harían un drama total.

También consideraban de mal gusto que las mujeres se metieran en conversaciones y negociaciones.

Unos machistas de mierda total.

Y última pero no menos importante que "las florecitas" también se llegaban a ofender si las acompañantes hacían una mala cara hacía ellos.

Una total estupidez.

Cuando se acercaron a saludar no puso la cara de desagrado que sentía en ese momento pero tampoco sonrió.

No iba a humillarse de esa manera frente a gente que solo por diversión le entretenia el sufrimiento ajeno.

Mike saludó mientras ella se quedó a un lado.

Le repugnaba la forma en como las mujeres tenían que saludar a los hombres allí presentes.

Como si se tratasen de maldita carroña tenían que besar los nudillos mientras que entre ellos solo bastaba un pequeño saludo informal.

Preferiría que la mataran allí mismo a someterse a semejante humillación.

Todos sabían de sobra quién era ella por si sola, antes de comprometerse con Mike y es por eso que ella era la única excepción en omitir aquel saludo con ella.

Más de uno había intentado hacerse el graciosito tratando de humillarla y el chiste siempre les salía caro.

Tal y como se lo había dejado claro Mike no se apartó de él en ningún momento. Se limitaba a beber los martinis que le entregaban los meseros que curiosamente tenían el rostro cubierto con una bolsa de papel negra con una pequeña cara dibujada.

Le pareció sumamente curioso pero solo se concentró en poner un semblante neutro y fingir qué prestaba atención.

En algún momento sintió los vellos de su nuca erizarse inesperadamente.

Volteó disimuladamente hacía los lados y no notó nada extraño.

Cielos, estos ambientes en verdad la ponían mal.

Todo el resto de la noche se sintió así.

Algunos hombres la miraban con ojos libidinosos pero no eran lo suficientemente valientes para acercarse, sabían que si lo hacían, Mike les metería una bala en el trasero.

Estaba distraída pensando en qué era lo que le causaba aquello hasta que notó que Mike le hablaba.

— Todos los invitados iremos a la sala de billar para hablar de cosas de extremo cuidado, todas las acompañantes se quedarán aquí. Vengo en un momento.

Ada atinó a asentir.

Mike le dió un beso pequeño y se retiró dejándola sola.

Caminó hasta un asiento en la barra y pidió algunos canapés para desaburrirse.

Los teléfonos móviles no estaban permitidos, al entrar los tenías que entregar para evitar posibles infiltrados y grabar este tipo de reuniones.

Entre ellos destacaban algunos que eran como fantasmas.

Tenían un imperio tras de sí pero nadie sabía de su existencia o su nombre nunca era mencionado en revistas o las noticias. Entre menos supieras de ellos mejor.

Esa incomodidad seguía presente, se sentía como... vigilada.

Si, era eso.

Volteó y miró a cada persona pero todas estaban en su mundo.

Ninguna platicaba o daba atisbos de querer acercarse, solo estaban allí.

En este tipo de lugares la mujer solo era vista como un objeto.

Quién tuviera la mujer más bonita era él que tenía todas las miradas. Es por eso que pagaban incluso millones por llevar a la mujer más bella a los eventos.

Una razón más por la que Mike nunca presentó a su ex esposa.

Menudo idiota.

Sacudió la cabeza.

Ya se le estaba subiendo el alcohol.

Eso le pareció un poco extraño ya que tenía una buena resistencia con el alcohol y apenas y había tomado unos cuantos martinis.

Miró como el bartender preparada su bebida y notó que lo preparaba con normalidad.

Su vista parecía nublarse cada vez más.

Pero si muchas estaban tomando lo mismo y parecían estables.

Se sentía como ebria pero la diferencia es que estaba completamente consciente de todo.

¿Cómo demonios?

Una mujer fue y pidió lo mismo. La diferencia es que a ella no le puso hielo.

Mierda.

El maldito hielo.

Escuchó disparos provenientes de donde se encontraban todos y se levantó sobresaltada.

Oh dios, ¿ porqué justo ahora?

Como pudo se levantó y sacó su pequeña arma de su cartera.

Por poco perdió el equilibrio pero logró recobrarlo rápidamente.

El bartender quiso tomarla del brazo y llevarla a algún lugar pero ella lo golpeó, logró dejarlo inconsciente pero se dió cuenta que estaba perdiendo fuerza.

Cada vez veía menos y los gritos de las mujeres no ayudaban en nada.

Se fue agarrando de las paredes hasta que alguien la tomó de  los hombros.

Iba a golpear pero la persona logró hablar.

— Soy yo — dijo Mike antes de que ella tratara de golpearlo en la entrepierna.

— No veo nada — dijo tratando de no perder el conocimiento.

Mike y Ada se ocultaron bajo la barra.

— ¿A qué te refieres? 

— Estos malditos me drogaron.

Todo ahora estaba completamente borroso.

Escuchaba disparos y gritos.

— Tenemos que salir nena, no podemos ocultarnos.

Ada chasqueó la lengua y se levantó.

— Cubreme.

Hombres encapuchados habían entrado y no ayudaba que todos se disparaban entre todos.

Bien, tenía que concentrarse.

No veía nada ya y no era capaz de un combate en ese momento pero si podía disparar.



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En el texto hay: romance, venganza, regreso

Editado: 24.11.2023

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