Obsesión | Bilogía libro ll

CAPITULO XVI

Se sintió incómoda estando en esa misma posición por lo que decidió darse la vuelta.

No estaba lista despertar.

O eso creyó después de moverse que algo en su cuerpo había hecho ruido.

Entonces involuntariamente su cabeza comenzó a pensar.

Comenzó a recordar hasta que todo llegó a su mente de golpe.

Se levantó bruscamente de la cama y logró marearse un poco.

Se vio a si misma y notó que llevaba cierto atuendo que ya había usado alguna vez.

Incluso las distintos tipos de joyas que ya había usado alguna vez le resultaron parecidas.

— ¿Dormiste bien?

Se escuchó desde arriba.

Volteó en todas las direcciones hasta que lo vio.

El Rey Sialamar.

Lucía divertido, expentante e inquieto.

— ¿Qué demonios quiere de mí? — preguntó molesta, miró a su alrededor.

Un maldito coliseo.

Oh vaya, ahora esto era un circo.

— Muestrame esa bestia incontrolable que llevas dentro. Déjala salír para mí.

— ¿Por qué haría algo para usted? Si va a matarme hágalo de una vez — escupió.

El Rey rió.

— Si ganas este combate te dejaré regresar con tu hija y amigos, de lo contrario te quedarás aquí para mi diversión personal.

Ada quiso responder pero una puerta fue abierta.

Un hombre entró por ella.

En cada parte de su cuerpo derrochaba maldad pura.

Era prácticamente un humano, pero su mano derecha ardía en un rojo abrasador mientras su mano izquierda era envuelta por una arma que se extendía por todo su brazo.

Pareciese que con cada paso que diese, el suelo retumbaba.

— Esto tiene que ser una mala broma — dijo poniendose en defensiva mientras buscaba algo con que defenderse. Algo le decía que si el monstruo frente a ella la llegara a tocar. No saldría viva de ese combate.

Miró a su alrededor y no miró nada, miró que era lo que traía y 2 Sai colgaban de su cadera.

El hombre caminó hasta enfrente de ella y se detuvo viéndola.

— Eres más hermosa de lo que imaginé  — dice viéndola de pies a cabeza — lástima que morirás aquí.

— No estés tan seguro de eso — ella también lo creía pero no iba a demostrarlo.

— Él es Isaac, uno de mis mejores guerreros de combate, su mano está a mas de 1000°g así que procura que no te toque con ella o de lo contrario no habrá futuro para ti — dice viendo a Ada — y tú Isaac — llamó su atención y volteó — no te confíes, esa mujer que está frente a ti logró destruir a Jarek y burlarlo como si fuera un juego. 

— ¿Fuiste tú? — preguntó sonriendo con maldad pura.

Ada no respondió.

— Tomen sus posiciones — ordenó el Rey Sialamar, cada uno lo hizo — comiencen.

El primero en lanzarse fue Isaac, como se lo esperaba trató de golpearla con su mano derecha, Ada se cubrió con el  sai y le dió una patada en el estómago empujándolo.

El hombre fue directo al suelo.

Furioso se levanta y con su mano izquierda logra golpearla y hacerla golpearse hasta la pared.

Un chillido sale de su boca.

Era muy fuerte.

Un poco mareada se levanta al ver que se dirige hasta ella y su mente toma como prioridad que su mano derecha no la toque.

Logra desorientarlo con un golpe con el mango del sai en la mejilla y poder tomar distancia.

Escucha reír al Rey.

Por desgracia ella no lograba comprender el chiste de todo esto.

— ¡Sigue así, me encanta! — grita eufórico.

Isaac corre hasta ella y la embiste empujándola de nuevo hasta la pared.

Intenta acorralarla pero ella sale por el hueco entre sus piernas y lo toma del cuello.

Aprieta con fuerza, Isaac se pone de espaldas y se estampa una y otra vez contra la pared golpeando a Ada pero ella no desiste.

Cuando ve que trata de tomarla con su mano ardiente se obliga a soltarlo.

Para su mala suerte se golpe la cabeza y nubla su mente, lucha para no desmallarse allí mismo.

Hay gente que la espera.

A su mente viene la cara de su hija.

No puede dejarla sola.

Con su mano al rojo vivo, trata de tomarla del cuello pero Ada lo impide con el sai.

El sai comienza a derretirse.

Unas gotas del hierro fundido le caen y no puede evitar gritar por el dolor.

— ¡Alto! — dice el Rey.

Isaac no se quita pero tampoco ataca.

— Me has decepcionado — dice con cierto toque de aburrimiento — así que antes de que Isaac acabe contigo te responderé una pregunta que seguro tienes.

— ¿Cómo rayos me encontraste? Ni siquiera Edward pudo hacerlo.

—Esa es una pregunta tan simple de responder, pero bueno — dice disfrutando el manjar que tiene al lado — Yo estaba en esa reunión por mera casualidad igual que tú. Nosotros no solemos ir a ese tipo de reuniones pero después de que huiste, se prohibió entregar mujeres a otros planetas por orden de Edward. así que fui a negociar con algunos humanos para poder negociar sobre aquello. Entonces te vi llegar a esa reunión. Tan hermosa y fugaz como la primera vez que te vi. Irradiabas deseo puro y todo lo demás fue improvisto. Así que los maté — respondió sin más.

— ¿Por qué? — preguntó una vez más.

— ¿Para qué necesitar humanas cuando ya te había encontrado a ti? Era evidente que el hombre que iba contigo no iba a soltarte así que acabe con todo.

Ada no dijo nada.

— Puedes seguir Isaac. Matála, es débil. No me interesa — hizo un gesto con desdén.

Isaac sonrió como un demente.

— Feliz eternidad hermosa — dijo terminando de aplastar el sai, alzó su mano listo para atacar.

Isaac iba a atacar cuando vio que de su boca comenzaba a salir sangre.

Miró su estómago y el segundo sai de Ada estaba enterrado en su estómago.

Ada aprovechó para patearlo y quitarlo de encima suyo.

Isaac cayó al suelo por unos segundos pero se levantó.

¿De que demonios estaba hecho?

Miró a su alrededor en busca de algo más pero no había nada.

Hasta que logró divisar una cadena muy gruesa con un candado muy grande que colgaban de una de las puertas.



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En el texto hay: romance, venganza, regreso

Editado: 24.11.2023

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