Obsesión | Bilogía libro ll

CAPÍTULO XXII

Mike está alerta.

 

Conoce a Ada, así que debe de tener cuidado.

 

Frente a él, tiene una pantalla donde las cámaras les muestras los diferentes ángulos que resguardan.

 

Sabe que está cerca.

 

Puede presentirlo.

 

Sus manos están temblando ligera- mente y eso le causa gracia ya que el no es un maldito gallina.

 

Todos sus hombres están alertas así que no debe preocuparse no tiene porqué.

 

Solo es una estúpida mujer.

 

Algo llama su atención.

 

Una cama logra enfocar mujer delgada.

 

Su cara y su cabello son cubiertos por una pañoleta amarilla y empuja una carreola con sus manos.

 

Los grandes lentes no le permiten ver quien es.

 

Al parecer un guardia también se percata de la mujer que va caminando como si nada entre la propiedad privada.

 

Un guardia se acerca molesto y trata de empujarla. Pero antes de tocarla, cae al suelo retorciéndose de dolor.

 

La mujer mira con una sonrisa como el sujeto se retuerce de dolor. Lo extraño es que ningún guardia acude en su ayuda.

 

Cuando el sujeto se deja de mover y queda totalmente inmóvil. La mujer voltea a la cámara.

 

La mira fijamente unos cuantos segundos y comienza a quitarse todo aquello que tapa su rostro.

 

Un escalofrío recorre todo su cuerpo al ver esos ojos grises oscurecidos, viéndolo con total frialdad.

 

Alza su mano y chasquea los dedos.

 

Y en eso todas las cámaras pierden la señal.

 

El ruido blanco que produce la pantalla lo hace entrar en pánico.

 

Sobresaltado se levanta de la silla y camina hasta la puerta a pasos rápidos.

 

xxxxxx

 

— ¿Abel, como vas? — pregunta Ada escabullendose hacía unos arbustos que están cerca.

 

— Harry ya desconectó todas las cámaras pero no puede desconectar todos los sistemas de seguridad. Le tomará más tiempo.

 

Ada maldice.

 

— Quiero un grupo de hombres en la entrada trasera. Distraere a los demás guardias atacando la puerta principal.

 

Toma la pequeña metralleta que está en la carreola, envuelta con cuidado sobre mantas.

 

— ¡No! Tu eres tan sigilosa como un gato. Cuando mis hombres logren abrirte una entrada tu entrarás. Necesitamos discreción.

 

— Bien, entonces manda a alguien más a hacer mi trabajo o de lo contrario los guardias nos estarán esperando.

 

— De acuerdo, Malcolm ya va para allá. Tú concentrate en lo que te dije.

 

— Bien.

 

Ada camina hasta la entrada de trasera de la mansión y nota como Edward como algunos hombres están allí.

 

— ¿Lista? — pregunta Edward poniéndose su casco.

 

— Lista — responde con total seguridad. 

 

Todos los chicos se posicionan en grupo y comienzan a disparar a la puerta blindada que está cerrada.

 

Al principio luce intacta, pero al ser demasiadas balas comienza a abollarse hasta finalmente comenzar a agujerarse.

 

Y luego ya no es capaz de resistir y cae al suelo.

 

— ¡Esperen!— grita Ada.

 

Todos casi corren, pero al sentir una explosión sobre la puerta, caen al suelo.

 

Olvidaba ese pequeño detalle.

 

— Tengan cuidado con el sistema de las puertas, cuando son derribadas se activa la granada que está incrustada en ellas.

 

Todos los chicos maldicen.

 

— Solo siganme y no hagan nada estúpido — dice rodando los ojos ante las miradas de molestia por parte de los chicos.

 

Edward por su parte está encantado viendo a Ada más sexy que nunca. Su ropa de anciana no le quitaba que ese aire peligroso que emanaba.

 

Caminaron hasta la entrada y Ada noto que el piso era de 2 colores.

 

— Tenía que ser... — dice golpeando su rostro frustrada.

 

Bien, tenía que ser lista.

 

Piso un azulejo blanco y sintió alivio al ver que no pasó nada.

 

Siguió así. Con cuidado.

 

Todos comenzaron a hacer lo mismo y a seguirla.

 

— ¡Al demonio — dijo uno ya harto y comenzó a caminar sin cuidado.

 

En menos de 3 segundos pisó un azulejo equivocado y su cuerpo voló en mil pedazos.

 

— ¿Algún otro valiente? — preguntó Ada mirando a los chicos.

 

Estos negaron rápidamente.

 

Ada siguió caminando con mucho cuidado hasta finalmente terminar aquella trampa.

 

En cuanto terminaron, una oleada de balas los recibió.

 

Todos se cubrieron con lo que pudieron.

 

Ada y Edward se refugiaron en un pilar de cemento.

 

Sintió algo vibrar sobre su falda. Era su celular.

 

Lo tomó y notó que le había llegado un mensaje de un número privado.

 

"Rápido querida mía, se te acaba el tiempo"

 

Edward notó como se tensaba y acarició sus hombros.

 

Ada lo miró nerviosa y él le señaló un conducto de ventilación que estaba en el techo. Muy alto.

 

— Yo te empujare — dice animandola.

 

Ada quiso negarse, pero ya no había tiempo.

 

Edward hizo que sus hombres los cubrieran la espalda y cargó a Ada.

 

La lanzó con todas sus fuerzas.

 

Ada logró agarrarse de la lámpara que colgaba a un lado y con cuidado retiró la rendija.

 

Suspiró llenándose de confianza y se lanzó.

 

El golpe fue duro pero al menos logró entrar.

 

Iba a vengarse de Mike.

 

 

 

 

 



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En el texto hay: romance, venganza, regreso

Editado: 24.11.2023

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