Obsesión | Bilogía libro ll

CAPÍTULO XXIV

Algo pica su nariz.

 

La arruga un poco con molestia sin abrir los ojos.

 

Otra vez esa incomodidad se hace presente.

 

Abre sus ojos y estos se desubican un poco.

 

Primero ve todo borroso y poco a poco todo se va clarificando.

 

Lo primero que ve es a Abel sostener un algodón sobre su nariz, probablemente con alcohol.

 

— ¿Qué sucedió? — pregunta con voz rasposa y tratando de levantarse.

 

Aún está confundida.

 

Hace memoria y todo llega a su cabeza como un par de fotografías.

 

Mira alrededor y nota a un Edward abrazando a una pequeña Brenda.

 

Por fin pudo respirar.

 

— Te vas a enojar — dice Abel sonriendo levemente —Mike escapó.

 

Ada niega con la cabeza restandole importancia a ese patán.

 

— ¿Todos están bien? 

 

Abel asiente y señala a Henrrieta durmiendo a un pequeño de cabellos rubios.

 

Una escena totalmente hermosa.

 

Abel mira maravillado esa escena.

 

Y ver que están bien.

 

— Es igual a ti —  comenta Ada notando el suspiro de alivio que sale de Abel.

 

— Pero tiene el mismo carácter que su madre — dice negando con diversión.

 

— Ve — le dice señalandolos con la cabeza.

 

Abel asiente y se levanta para caminar hacía su familia.

 

Está lo reciben más que contentos con un enorme beso por parte de Henrrieta y ambos miran juntos a su pequeño.

 

Ahora le toca a ella.

 

Se levanta sintiendo su cuerpo pesado pero ignora esa sensación por completo.

 

Ninguno se da cuenta de su presencia hasta que se sienta a un lado de ellos.

 

Edward se da cuenta y la voltea ver y sus ojos brillan de amor y fascinación por Brenda.

 

Brenda sabe que él es su padre.

 

Es demasiado lista.

 

Sus ojitos achinados y contentos también brillan de la misma manera que los de Edward.

 

— Papi... Ma-má... es papi — murmulla con cierta dificultad.

 

Ada siente sus ojos humedecerse un poco.

 

— Así es cariño, es papi — dice aunque su pequeña lo sabe de sobra.

 

Realmente hizo mal odiando a su padre en el embarazo.

 

Porque es identica a él.

 

Dios, es tan perfecta como él.

 

.

 

.

 

.

 

Desde que vio a Brenda no pudo separarse de ella en todo el día.

 

De ves en cuando se les unía pero era más hermoso verlo.

 

Aunque gracioso a la vez.

 

Ver a Brenda jugando que tomaban té y Edward tomando té inexistente de las tazas vacías sin duda era divertido.

 

No lo disfrutaba tanto como Brenda pero amaba verla feliz.

 

Edward también había caído bajo los encantos de esa pequeña.

 

Vaya, vaya.

 

Al final del día había terminado cansado y con un sombrero rosa.

 

La pequeña Brenda había sido tan acelerada que terminó dormida en los brazos de Edward mientras cantaban alguna canción infantil.

 

Era sin duda increíble.

 

Al llevar a Brenda a su habitación una cara de molestia se poso en todo su rostro.

 

Ada solo reprimía una sonrisa burlona.

 

— No digas nada — amenazó con molestia quitándose el sombrero y aventandose en el sillón, cansado.

 

Le había dado mucha guerra.

 

— No he dicho nada — responde mostrando la sonrisa que reprimía.

 

— Tu cara lo dice todo — bufa, dejó ir su preciado orgullo por su princesita.

 

— No está tan mal — dice aún con esa sonrisa pegada a su rostro — lograste hacer que se le acabara la batería. Son las 7, normalmente a está hora suele jugar un poco más.

 

— No se puede quedar igual de quieta que tu — se queja, acostándose en el regazo de Ada.

 

— Sin embargo logró ponerte un interesante sombrero de plumas — dice viendo el sombrero tirado.

 

El gruñido que sale de la boca de Edward la hace reír.

 

Ambos se quedan un momento disfrutando un poco.

 

Ada siente demasiada tranquilidad y eso hace que su corazón también se sienta tranquilo.

 

Como siempre quiso.

 

Edward también disfruta de la tranquilidad, aunque también de el aura de una extraña sensación que siente.

 

Aunque hay algo que aún quiere.

 

Se levanta pero ni solo, si no con Ada en su hombro.

 

Ada suelta un suspiró impresionada.

 

— ¿Qué demonios? — pregunta sonriendo.

 

Edward camina hasta la habitación.

 

— Calla, ahora me toca mimarte a ti.

 

Ada suelta una risa con diversión.

 

— Me siento halagada — dice admirando la vista que tiene del trasero de Edward.

 

Se disfrutaba la tranquilidad.

 

Pero también hace falta un poco de acción ¿o no?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



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En el texto hay: romance, venganza, regreso

Editado: 24.11.2023

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