Obsesión | Bilogía libro ll

CAPÍTULO XXVIII

Escuchaba sus pequeños quejidos mientras su sangre brotaba de su cuello, como si estuviera ansiosa por salir.

 

Su respiración era agitada de tal manera que sus oídos zumbaban.

 

— Esto es lo que eres. — dice una voz a sus espaldas.

 

Sus manos tiemblan con algo de fuerza, pero no es por miedo. 

 

Es por que necesita más.

 

Su cuerpo se siente tan vivo como nunca lo había sentido hacia tantos años.

 

Como si viviera a mil kilómetros por segundo de nuevo.

 

Mike está detrás de ella, mirando todo lo que pasa con una escalofriante sonrisa.

 

Ada siente tantas emociones que apenas y puede respirar.

 

Está drogada, pero también lo suficientemente cuerda para saber lo que está haciendo.

 

Todo está pasando de forma precipitada así que empecemos por el principio.

 

.

 

.

 

.

 

— ¡Mamá, ya nos vamos! — gritó Neliel desde la puerta. Ya iban tarde.

 

— ¡Apresurate! — ordena su hermana Brenda, corriendo hacía el auto.

 

Pero Neliel desde que tenía memoria, siempre despedía a su madre con un beso en la frente.

 

Ada llegó a grandes zancadas y despidió a su hijo, como de costumbre, depositando un beso en su frente.

 

No era sentimental pero esta acción la hacía ponerse de buen humor en las mañanas.

 

Su hijo le dió una linda sonrisa y se fue corriendo.

 

Edward la miraba desde la ventana del conductor y este le dió un asentimiento de cabeza en forma de despedida.

 

Ada le regresó el gesto.

 

Muy poco romántico para una pareja pero, eso era compensado en las noches  cuando sus hijos dormían.

 

Ada suspiró con alivio.

 

Aunque no del todo.

 

Había cierta tensión en el ambiente que no la dejaba tranquila.

 

Tal vez sea la edad.

 

Pensó.

 

Desde que Edward y Ada habían formado una familia habían dejado prácticamente todo.

 

Ada se dedicaba a cuidar de su familia y hacer las tareas comunes del hogar.

 

Sus hijos no estaban al tanto de su vida antes de la llegada de ellos y tampoco tenían porqué.

 

Edward le había dejado el trono a uno de sus familiares de más confianza y ahora solo era un simple hombre que trabajaba con Abel en el ejército junto a Varus.

 

Era sumamente interesante ver a Edward vestido con el uniforme de la Interpol.

 

La tostadora la saca de sus pensamientos.

 

Toma los panes y comienza a desayunar.

 

Mira el reloj.

 

9:00 AM.

 

Tenía que alistarse para ir a la escuela de sus hijos.

 

La habían mandado a llamar ya que Neliel había sido pillado mientras trataba de escapar de la escuela.

 

El día en que fue notificada de la situación, espero pacientemente a que llegaran de la escuela y no se contuvo.

 

Pero bueno, tenía mejores cosas que hacer que volver a enfadarse por recordarlo.

 

Pero hasta cierto punto le hacía mucha gracia tener que lidiar con él.

 

Y más que Edward lo apoyara en sus maldades.

 

Su relación era un tanto... especial.

 

Edward constantemente lo estaba poniendo a prueba. 

 

Solía derribarlo y hacerlo sufrir un poco cuando el pobre estaba distraído u ocupado.

 

Siempre terminaban en palizas inofensivas que no duraban más de 5 segundos porque ella muy amablemente los separaba.

 

Ha, estaba divagando otra vez, tenía que arreglarse.

 

La edad era solamente un número por lo que no era impedimento para no lucir bien.

 

Los embarazos y la edad le habían dejado algunas marcas, pero no le podía importar menos.

 

Y más cuando Edward miraba aquellas imperfecciones con tanta fascinación, como si fuera aquello lo que la hiciera perfecta.

 

Aún usaba esa ropa que usaba en su Juventud y aún le quedaba perfecta.

 

Silenciosamente se llenaba de orgullo cuando los maestros y otras personas solían confundirla como la hermana mayor de sus hijos.

 

Aún podía usar esos hermosos top que tanto le gustaban.

 

Y es que la verdad no había cambiado demasiado en estos años.

 

Solo algunos rasgos se habían endurecido ligeramente y algunas arrugas se habían formado pero se podía tapar fácilmente con maquillaje.

 

Ya estaba lista, se había puesto algo casual ya que solo sería una pequeña reunión.

 

Se recogió el cabello para estar cómoda y escuchó un leve ruido en la parte de abajo.

 

Todos sus sentidos comenzaron a alarmarse.

 

Trato de tranquilizarse, tal vez era solo su imaginación.

 

Pero su mente no mentía.

 

Respiró profundo y se animó así misma a ignorarlo.

 

Lo que ya no pudo ignorar fue un gas que comenzaba a infiltrarse en la habitación.

 

Olía dulce.

 

Era un maldito sedante.

 

Comenzó a calar en su garganta y sus ojos, cuando escuchó varios pasos dirigirse a ella.

 

Una fuerte patada la lanzó hacía la pared.

 

Pudo levantarse cuando escuchó como golpeaban la pared, había logrado quitarse a tiempo.

 

Tenía que salir antes de que hiciera efecto el gas.

 

Corrió hasta la cama y sacó un arma que estaba escondida bajo el colchón y respiró.

 

Iba a doler.

 

Corrió hasta la ventana, rompiendo y saltó por ella.

 

Rodó algunos metros por el pasto y se cubrió para no lastimarse.



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En el texto hay: romance, venganza, regreso

Editado: 24.11.2023

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