Obsesionado con Ruzzo

22-Me dejarás ir

Ya  en la primera me dirijo a mi  despacho al  llegar ahí le pido  a Maria que prepare el almuerzo.

Sentado  en su escritorio  se pierde en sus pensamientos  recriminando sé el hecho de haberle  puesto la manos  encima a su pequeña   para lastimarla, y  a sabiendas de eso saber que  tendrá que esforzarse el triple para que  ella acepte el trato y así poder lograr   que se quede por voluntad propia aún sabiendo  que lo más  probable es que los   rechaze.


Después  de darle vueltas al asunto y organizar la   propuesta que le tiene a Estef se  dedica   adelantar trabajo, para poder pasar más  tiempo con ella.

 Una hora después se encuentra frente a la puerta de su dormitorio con la dudas de tocar O simplemente entrar, la vergüenza de lo que hizo y la culpa no los dejan dar un paso más, aún sabiendo de que tiene que entrar y cerciorarse de que se encuentra en perfecto estado dentro de lo que cabe.

Y por la misma razón con todo el miedo del mundo de solamente poder ver el odio reflejada en su mirada decide entrar.

Agarró él  Picaporte aunque lo dudo por un momento sacudo la cabeza para despejar mi mente y dejar atrás todos mis miedo, finalmente abro la puerta dejo la bandeja en la mesa de centro.

Y ahí está ella en medio de toda mi oscuridad, verla tan serena inocente y rodeada de paz mientras duermes, me preguntó:


¿Quién corrompe rá a quien?, 
si el ángel al demonio, o el demonio al ángel.

-Peque, debes despertar ya. 

-Vamos, peque, tienes que comer algo. 

Le digo mientras le doy leves sacudidos.

-Vamos, peque. Que necesitamos aclarar muchas cosas. 

-Además, no has comido nada desde anoch...

Me interrumpo ya que veo como ella lentamente comienza a abrir sus bellos ojos, lo que me indica que tengo que encerrar lo capullo para no volver a cagarla sí, quiero conseguir que ella acepte por lo cual también tengo que saber mover mis piezas de una manera bastante precisa. 

Veo como mira todo lugar aún desorientada, hasta que su bella mirada caen mí, veo como en sus ojos llega la impotencia el odio, terror y sobre todo tristeza. 

 Causando revuelta en mí, aunque nada de eso. se compara a la inmensa opresión que siento en mi pecho a al ver como sus preciosos ojos se cristalizan y comienza a derramar lágrima a la vez que comienza a negar, y lleva sus mano al cuello, el cuello que está todo marcado por mí estúpido arrebato, me duele ver como su pánico se apodera de ella haciendo que en una esquina de la cama, sé abraza la rodilla y en conde su rostro en ella mientras escucho pequeño hipar.

-No, no me ha-hagas más da-daño p-por f-favor.

Me levanto de la cama y le doy la espalda para servirle un vaso de agua, ya que siento una opresión en mi pecho producto 
del miedo quieres refleja su rostro, me acerco lentamente para entregarle el vaso de agua sín que  se altere aún más de lo que se encuentra. 

Se queda viéndome a los ojos y después el vaso, dudando si en tomarlo o no, después de un rato lo toma aún con la dudas. 

Respiro profundo 

- Lo siento, peque, sé que me porté como un animal, un idiota sin razonamiento que no tiene perdón de Dios, un demonio y sobre todo un egoísta, un maldito egoísta que no merece vivir, por ser capaz de herir a una de las personas más importante de su vida, y entiendo que no me creas, y tampoco me creas que no me alcanzará la vida para pedirte perdón. 

Veo como mis palabras la aturden, sorprende y confunde.

- Me dejarás ir, te juro que nadie jamás se enterará de esto, que no iré a la policía y haré como si nunca hubiera pasado esto, pero por favor, por favor déjame ir. 

Dice ella con la voz en susurro y al mismo tiempo quebrada. 

Duele saber que la persona con la que quieres pasar el resto de tu vida desfile esperanza es sus ojos, pero qué es esperanza sea por alejarse de ti, y duele aún más ver como esa esperanza se transforma en rabia y decepción, y el terror por no saber que sucederá con ella.


 




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