Obsesiones que matan | Serie: Sqm 1

15. Inevitablemente mia

» ¿Por qué me sigues amando? si te dejo rota y sacudida. Soy todo lo que quieres, pero no lo que necesitas, buscando a Dios de rodillas. Porque el infierno es mejor castigo que este, está noche estoy clamando por ti «

Octubre 08, 2020 10:15 pm

Ya era algo tarde para regresar a mi departamento el viaje de regreso se aplazó más de lo que preveía, pero no quería quedarme en casa de mis padres por mucho tiempo, eso era como ponerlos en peligro. Con Ran era mejor no correr riesgos además me gustaba tener mi propio espacio, por suerte logré llegar a la estación del tren y tomar uno o sino terminaría caminando hasta mi casa y no me molesta hacerlo, pero de noche si daba miedo.

Aunque ahora me siento más tranquila al haber terminado todo tipo de relación con Ran, eso era lo mejor, todo se salió de control y el perdió la cabeza, él no entiende que no soy suya, no entiende que actúa como un maldito sádico, no entiende que me asfixia y no entiende que lo único que está haciendo es darme miedo.

Y miles de razones para dejarlo atrás, no lo había visto desde la semana pasada. Llamo muchas veces, de todos los teléfonos posibles, pero nunca conteste. Borre cada mensaje que dejó; incluyendo uno de hace tiempo donde solo decía: Descansa Becca, te veré al despertar.

Ran, como es posible que seas el mejor amigo que todos quieren, pero seas una bomba nuclear en el amor.

Baje del tren y camine calles hasta que un taxi me recoge para ir a mi casa, todo estaba tranquilo como de costumbre en este barrio, patee una pequeña roca en el camino que fue a parar a la llanta de un auto, cuando mi maleta estuvo fuera del taxi y este se fue volví a centrarme en ese carro color negro que reconocí al instante y fue cuando lo vi apoyado en el porche de mi entrada con los brazos cruzados y una expresión de pocos amigos.

—Donde demonios estabas, no sabes que es tarde —espeto con notable enojo. Me quedé parada del otro lado cerca de su auto guardando distancia de la puerta de entrada donde él estaba.

—¿Qué haces aquí?

—Esperarte ¡no lo vez mi ángel! hice esta misma mierda cada día desde que no te veo, ¿Hace cuánto? perdí la cuenta. Sabía que volverías, ¿lo ves ahora? te di el tiempo que querías.

—Porque demonios siempre interpretas lo que te digo a tu jodida conveniencia.

—Esa es mi naturaleza. —nos quedamos en silencio por largo rato— porque esto es todo lo que puedo soportar por ti. Una bala no causa el mismo dolor que tu abandono.

—¿Abandono? Tú mismo lo dijiste; volví. Estoy aquí ahora mismo, pude irme y no regresar nunca más, pero decidí enfrentar esto, enfrentarte a ti.

—No parece que quieras enfrentarme, en este preciso momento estás temblando a metros de distancia de mi... Vamos nena, dime. ¿Me tienes miedo?

—No —esa era la puta verdad— tú hablas del dolor que te causo, pero no del que tú me haces a mí. Si desde el comienzo te hubieras mostrado como eras de verdad esto sería diferente. Tendríamos salvación.

—Dices que te duele más la mentira que los hechos ¿Es así?

—Puede ser, pero eso no quita tu desequilibrio. Yo quiero un amor sano no uno que me destruya. —él se ríe hacia sus adentros.

—Eliges lo aburrido Becca.

—La diversión no va de la mano del dolor Ran.

—La mía sí. Pero como tanto clamas por ser escuchada te lo voy a conceder. Pídeme lo que quieras a cambio de estar a mi lado.

—Que vayas con un psiquiatra, que cures tu mente. Tus traumas. —el cierra los ojos y niega con la cabeza lentamente.

—No estoy loco Becca, llámame como quieras menos así. Pero es un trato; ya acepté buscar ayuda. Ahora ven conmigo.

Abre los ojos de nuevo y me extiende la mano con paciencia.

—No, eso solo ocurrirá cuando ya estés bien. Cuando seas el Ran que conocí, solo en ese momento estaré contigo.

—Ese no fue el trato.

—Tu juegas con tus reglas, yo lo hago con las mías. —Da un golpe a la puerta y centra su mirada en mí, estaba a punto de salir de control.

—Entonces el trato se acabó. Tu misma elegiste jugar con tu vida está noche. Dime nena ¿Dónde estabas?

Ran nunca dejaría de sorprenderme, su comportamiento era tan volátil. Nunca sabrías con certeza su reacción.

—No tengo porque responderte ahora vete, ya no somos nada como para que me controles —dije llegando a la puerta con paso firme, era mi casa y Ran no vendría a intimidarme aquí.

—Y quien dijo que ya no somos nada, te deje pasar ese drama porque estabas alterada y no pensabas bien, pero nunca dijimos algo de separarnos —toma mi brazo con fuerza.

—Deja de jugar Ran, ya te dije que lo nuestro termino, no te das cuenta de lo que te has convertido —trate de soltarme, pero este hizo más firme su agarre.

—Cuando se trata de ti princesa, nunca será un juego —acercó su mano a mi mejilla con una sonrisa torcida.

—Vete de aquí Ran —con fuerza salí de su agarre y estaba por entrar a mi casa.

—Ambos nos iremos —dijo y lo voltee a ver confundida pero antes de poder decir algo, me tomo por la cintura y con su otra mano puso algo en mi nariz y boca, no podía gritar porque su mano era muy fuerte como para apartarla, golpee su pecho para empujarlo, pero el solo me acercaba más a él, hasta que deje de pelear porque ya no supe más, todo se volvió borroso y confuso.




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