Obsidiana

Prefacio

La brisa soplaba con fuerza a las afueras de la gran edificación. El empedrado brindaba una fuerte barrera contra la ventisca, el interior de la oficina, cálido y confortable, albergaba un sinfín de cartas. Papeleo reglamentario para todo lo que se avecinaba.

– ¿Estás segura de que es hora de hacer el llamado? No estoy segura de qué tan preparados estén esos dos. Nunca han conocido nada sobre este mundo. –

Una mujer de rubia cabellera se encontró preocupada, demostrando lo preocupada que se encontraba sobre el plan maestro del director del instituto Blue Hill.

– No tenemos otra solución. El muchacho mayor se encuentra rondando los veintidós años. – Un jovial hombre de treinta y tantos no dejaba de firmar documentos. ¡Montañas de ellos!

– Sí. Pero… ¿Es prudente? Es un cambio brusco. ¿Cómo sabes que se van a adaptar a todo… Esto? – Finalmente él dejó de escribir. Dejó de mover la pluma y cuidadosamente la colocó sobre la mesa.

– Nadie puede prepararse para todo… esto. – Dijo él. Englobando con sus manos como si se refiriera a un todo absoluto.

– Sabes que la batalla se avecina. Y debemos adaptar a esos dos al mundo al que pertenecieron siempre. –

La rubia mujer suspiró, negó con la cabeza resignada y reorganizó los documentos ya firmados. Sin embargo, se centró en un par de cartas de admisión que se encontraban en el centro de la gran mesa de madera.

–Sheperd. – Leyó fuerte y claro. – Estoy segura de que será un largo suceso. –

–Ya lo creo. Ten, he avanzado con todas las que he podido para agilizarte el trabajo, Lou. Te encargo lo demás. – El director se incorporó. Haciendo a un lado sus obligaciones por el momento solo se plantó delante de la ventana y admiró el atardecer.

–El ocaso es realmente hermoso cuando logras encontrar el punto exacto para verlo.

–Ya lo creo señor. ¿Necesita algo más? Enviaré estas notificaciones. –

–Para nada Lou. Adelante.

La mujer terminó de tomar los papeles firmados prosiguió a retirarse; sin embargo, antes de que ella pudiese salir, un muchacho con un particular uniforme ingresó de forma abrupta a la oficina.

–¡Señor director! Han incendiado nuevamente la cafetería.

El susodicho se volteó de forma serena y miró al estudiante con una pequeña sonrisa. – Está bien, solucionaremos eso ahora mismo.

–Sí señor, como usted diga.

La mujer suspiró, casi exasperada. –¡No entiendo cómo pudiste admitir algo tan peligroso como el fuego! Sabes lo que dicen de ellos. ¡Sabes lo que dicen de esas criaturas!

–Lou, tranquila. – El director caminó a paso lento hacia su rubia secretaria. Colocó ambas manos sobre los hombros ajenos, intentando brindarle serenidad. – En cualquier guerra de razas, el fuego siempre es un aliado, Lou. Y pronto admitiremos a tres más.

–No estoy tan segura de qué tanto podamos controlar a un par de muchachos que nunca antes se han puesto en sincronía con su naturaleza.

–Lo descubriremos pronto. Anda, envía esas cartas. Necesitamos poner todo en orden antes del día cero.

Blue Hill, instituto y centro de educación superior Universitaria se estaba preparando para abrir sus puertas a su nuevo año lectivo.

Un instituto que quizás no es tan normal, con estudiantes que descubren y aprenden más de lo que creen saber sobre si mismos. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.