Obsidiana

Capítulo 7 → ¿Qué diablos pasa en Blue Hill?

Resumamos todo en un solo punto: Einar.

Recuperé el control de mi consciencia y lo primero que vi fue la cara sorprendida de Polaris. Sí, esa de boca abierta y ojos muy abiertos como si estuvieran a punto de salirse de su órbita.

– ¿Acabo de soñar esto? ¡Einar coqueteó contigo!

¿Lo hizo? Porque por como yo lo vi, realmente solo me pareció que estaba buscando fastidiarme de una forma muy desvergonzada. ¡Y lo lograba! Porque me incomodaba que se tomara esa clase de atrevimiento.

O quizás no. ¿Cómo me incomodaría una vista como esa?

¡Basta!

–Einar es coqueto por naturaleza y mujeriego por deporte. Pero usualmente es él quien siempre recepta las atenciones, no las ofrece.

–Oh, cielos. Me siento halagada. – La forma en la que lo dije solo causó que Polaris me mirada con una expresión irónica. – ¿Qué?

–¿No te movió ni un poquito el piso? ¿Ni un poquititito?

–No. ¿Por qué lo haría que un chico venga y se robe mi malteada? ¿Eso te pareció… Atractivo?

–Nope. Pero que lo haya hecho Einar ya de por si es un plus.

–Ahí lo tienes. Y el detalle es, mi querida amiga, – Me incorporé y tomé mi milkshake, Polaris me siguió el paso. – que no he estado los suficientes años en este lugar como para verme cegada por esos encantos. – Tiré el Milkshake en el cesto de la basura con todo el dolor de mi alma. Estaba rico y yo quería terminarlo. Y por alguna razón ahora me sentía enfadada.

Polaris me contó todo lo que debía saber sobre el baile de bienvenida. Por lo que me contó, se trataba de un evento similar a la presentación en sociedad de todos los que cursaban el primer año. Sea en secundario o universitario. Imaginarlo como una presentación en sociedad solo causaba que me imaginara una gala similar a las de la realeza en Buckingham. Bien, me considero culpable de haber asistido a la multitud que se congregaba a las afueras del castillo en Londres.

Era una muy buena ciudadana Londinense. Muy devota a las costumbres cursis, como lo llamaba Axel.

–Muchísimas gracias por toda tu ayuda, Elle. Me ha servido demasiado, agilicé el trabajo de toda una semana.

Sonreí para ella. Me causó un profundo sentimiento de paz el que me haya llamado Elle, por lo general no permitía que nadie me llamase así –a excepción de mis hermanos– claro está.

–Descuida. Ha sido agradable en verdad.

Polaris se acercó a mí y de forma inesperada me dio un abrazo. Me quedé… De piedra. No estaba acostumbrada a estas demostraciones.

–No dejes que nada te doblegue, no lo permitas. Mantente fuerte hasta el baile. Sé que todo tendrá sentido después de él.

Mi ceño se frunció de forma automática cuando la escuché. Me lo dijo en un susurro tan bajito que pareció la brisa del viento en mi oído. Se distanció de mí y me miró a los ojos. Un destello gris fulgió en sus ojos, fue tan nítido que me quedé mirándola fijo por unos segundos.

–¿Ocurre… Algo?

–Tus ojos…

Ella me dedicó una sonrisa de labios sellados y acarició mi mejilla con suavidad. – Te visitaré en la mañana para mostrarte los vestidos, Elle. ¡Nos vemos!

Todo era tan extraño en este lugar que empezaba a molestarme a mí misma el no comprender absolutamente nada. Me encaminé a mi dormitorio y mientras caminaba revisé mi teléfono móvil para comprobar si tenía algún mensaje de mis hermanos.

Y no. ¡No tenía ni uno solo! Me encrespé y lo primero que hice fue abrir un texto dirigido a Axel: Sigo viva, gracias por preocuparte.

¡Y enviar! A ver cómo te tomas eso, maldito. Ni tres segundos pasaron antes de que el móvil me vibrara y me mostrara la respuesta de Axel.

«Good for U! Eres una mala hierba, no me sorprende.»

¿Es esta la clase de vínculo de la que él habla? Vínculo mi trasero. Me interné en el pasillo de mi pabellón y solo me dirigí a mi pieza. Esa solitaria y cómoda pieza en donde podría dejarme caer y morir unos minutos.

En cuanto ingresé, fui empujada contra la pared y la puerta de mi dormitorio fue cerrada de un portazo. – Shh. No digas ni una sola palabra.

Pero… ¿¡QUÉ DEMONIOS ESTÁ PASANDO?!

En la penumbra de mi habitación me encontré acorralada por el cuerpo de un muchacho de cabello negro. Blue Hill no dejaba de ser el lugar de las posibilidades para mí. No dejaba de sorprenderme.

–¿Vas a mantenerte calladita? – Asentí. Hell yeah, asentí como si la vida misma se me fuera en ello.

Lentamente, el muchacho retiró la palma de su mano de mis labios y dejó de sostenerme contra la pared para mirarme en la penumbra de la habitación. Un halo de luz apenas y se colaba por mi ventana por lo que podía verlo bien. Lucía bastante joven, pero diablos, sí que tenía fuerza.

–¿Qué… Qué quieres? Si vienes a continuar con las malas bromas y el bullying te juro que voy a tirarte por la ventana.

Él frunció el ceño y me miró con diversión. ¡Mi amenaza le causaba gracia! Que mierda conmigo.




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