┏━━━━━• Jensen's Post •━━━━━┓
Giré la copa una y otra vez en mi mano, mirando como su burbujeante contenido danzaba de forma circular, formando un remolino que al final se deshacía en la base de la copa. Elevé mi mano conduciendo el bordillo de cristal a mis labios para dar un sorbo. Me sentía fuera de lugar de alguna forma. Desde hace tanto tiempo que no vivo esto, no de esta forma, en definitiva es algo a lo que no estoy del todo acostumbrado. Miré a mí alrededor con seriedad. Me he adaptado a tener las alertas, a tener los escudos en alto. Desde que las bromas pesadas y la exclusión han comenzado, preferí solo no prestarles atención porque no era algo que valiera la pena. Ellery lucía feliz, es decir, tenía una amiga.
Axel no lucía más arisco, de hecho se veía más animado, comprendí que mis hermanos pequeños se adaptaron muy bien al cambio y yo continúo así, pensando que haberme ilusionado de esa forma fue lo más estúpido que pude hacer. No pedí crecer tan pronto, sé que fue una necesidad inevitable, tampoco culpo a mi madre por ello, ni mucho menos la carga familiar que representaron los enanos cuando ella tuvo que irse por fuerza mayor. Tan solo… Comprendo que son situaciones que no estuvieron para que se desarrollaran en mi campo de juego. Los bailes del instituto han sido acontecimientos a los cuales, por distintos motivos, no he podido disfrutar. Y no es como si me lamentara al respecto. Las responsabilidades siempre están por delante, y yo tenía el deber de cargar con ellas.
Largué un suspiro y terminé el contenido de la copa que mantenía en mi mano –era la cuarta–, mi velada se traducía: Mirar a los demás, beber y tomar otra copa; repetir el bucle. No vi por ningún lugar a mis enanos.
Eso era una muy señal, porque quería decir que ellos no estaban atrapados en el bucle sin fin en el que me encuentro. Sonreí, regañándome mentalmente por sentirme como un adolescente marginal. Soy un adulto, por el amor de Dios.
Un mesero pasó a mi lado, se detuvo e inclinó su bandeja delante de mí para que depositara la copa vacía en la base metálica. Con cuidado deposité la base del cristal en la bandeja y le agradecí con un movimiento silencioso de cabeza. A la distancia, me fijé en una muchacha que no paraba de dar vueltas de un lado al otro, de hecho, incluso intentaba acomodar un arreglo floral sobre una mesa. Sonreí, su sentido de la perfección era tan fino que por un momento me pareció que estaba al borde de retirar el arreglo solo porque no lograba acomodarlo como quería.
–Con calma, vas a terminar deshaciéndolo.
Ella se sobresaltó con mi presencia, a lo que solo retrocedí, elevando ambas manos como un ladronzuelo pillado y le dediqué una sonrisa de labios sellados. – Soy inofensivo, lo prometo.
Ella rio, lo hizo con una dulzura que me cautivó de una forma particular. Arrebatándome las palabras de la mente por un lapso de segundos.
–Entiendo. ¿Lo ves bien, seguro? No quiero que nada se vea fuera de lugar, es mi momento de brillar. Si todo sale bien, puedo dar las ideas para el próximo evento.
–¿Eres la que organiza los bailes?
–Casi, estoy a prueba dentro del consejo de organización. Me han dado los pequeños detalles de la decoración para probar mi sentido organizacional.
¿Desde cuándo la decoración para un evento era un pequeño detalle? Una chica asombrosa, sin lugar a dudas.
–Y por lo que veo te ha ido muy bien. Felicidades. –
Ella unió sus palmas en un pequeño aplauso y dio un par de saltitos. – ¡Y aún no has visto nada! Ven, te mostraré algo asombroso.
La euforia de la preciosa muchacha me inundó el alma. Era como esas historias que mamá solía contarme antes, cuando los azotados viajeros vagaban solitarios y sin compañía por el sendero de una montaña aislada, una ninfa siempre venía a brindarle el brillo y su buena energía. Sonreían y reían sobre las pequeñas cosas buenas de la vida, sobre los pequeños detalles que causaban emoción y algarabía. Ella tenía luz, su sonrisa tenía un brillo especial que pude detectar apenas entable conversación con ella.
–¡Ta-dah! ¿Qué te parece? ¡Es una cabina de instantáneas! Pensé que siempre en un baile puede haber momentos que quieras guardar, por ejemplo yo, ahora mismo quiero una foto contigo.
Enarqué ambas cejas, sintiéndome halagado de momento pero algo preocupado al mismo tiempo. – ¿Conmigo? ¿Segura? No quiero… Causarte problemas, en realidad yo no soy tan bienvenido por este lugar.
Sus cejas se alzaron curiosas, y su expresión confundida me hizo sentir tan condenadamente atrapado. – ¿A qué te refieres? –ella se preocupó. Lo supe al contemplar su expresividad.
Maravilloso, sobrevivo los días intentando cuidar las apariencias con Ellery y con Axel pero con ella no. Asombroso, Jens, eres una maravilla.
–No. No. No es nada. Vamos a tomarnos esa foto. – No podía creerlo. Yo, Jensen el que siempre se preocupa por los detalles, las consecuencias y las causas, ahora mismo me encontraba junto a una bonita chica después de haber tolerado una semana laboral complicada y situaciones de inexplicable marginación social.
Una buena recompensa después de mi postura de mártir.
No podía apartar la vista de ella. Era peculiar en una perspectiva bastante linda. Su cabello era rosa. ¿Cómo le llamaban? Pink balayage. La raíz de su cabello se notaba a medias un azabache intenso, y unos ojos celestes que me observaban con curiosidad.
Era la primera persona en este lugar que no sentía repulsión o temor al acercarse a mí. Se veía segura y la determinación en su mirada no era una broma.
–¿Me esperas un minuto? Dejaré arreglando unos detalles de coordinación y volveré. ¿Me…Me esperarás?
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Editado: 14.05.2020