Obsidiana

Capítulo 14 → Primer día de fuga.

┏━━━━━• Axel's Post•━━━━━┓

Me quedé desparramado en la silla como un parásito incapaz de moverse, incapaz de siquiera levantarse.

¿Cuántas horas ya habían pasado?

No tenía la más puñetera idea. De lo que sí estoy seguro es que ya habían pasado unas seis horas a lo mucho. Lo supe porque una mujer con un traje blanco de enfermería ingresó en la habitación con una vitamina inyectable y lo colocó en suero que tenía Elle.

– ¿No va a descansar, joven? Ya ha amanecido.

Joder. ¿De verdad?

Ahogué un bostezo y me incorporé en la silla al mismo tiempo que negaba con la cabeza.

Curioso, detallé el procedimiento de la enfermera al inyectar la vitamina en el suero de mi hermana. – Esto – me dijo al mismo tiempo que me mostraba la jeringuilla. –, es útil para que ella no pierda nutrientes por la carencia de líquidos que no ha ingerido. No debes preocuparte.

Comenzaba a odiar que todos me dijeran eso.

No debes preocuparte.

Ella se pondrá bien.

Ella despertará.

Asentí como respuesta. Eso comenzaba a ser una reacción automática en mí, solo asentir.

 La mujer se concentró en su labor, y tras colocar la cubierta de seguridad respectiva la jeringuilla, tomó el frasco de vitaminas de donde había adquirido el producto y luego se retiró.

–Podemos turnarnos para esto, ¿lo sabes, cierto?

La irreconocible voz de Jens me hizo girar apenas un poco la cabeza, volteando como una mala versión del exorcista lo admiré casi de lado y arriesgándome a torcerme el cuello como un ganso. – Lo sé. En ese caso eres tú el que no debe estar aquí. Tienes trabajo. ¿O no?

Jens apretó sus labios. Bingo. –Sé que te preocupa el monstruo, Jens. Pero yo estoy aquí, sabes que puedo cuidar de ella en lo que tú vas a cumplir con tu horario laboral.

Mi hermano mayor solo asintió, Jensen era muy devoto a nosotros, tanto que ni siquiera consideró el hecho de saltarse el trabajo para cuidar de Ellery.

–Has arriesgado mucho por cuidar de nosotros a lo largo de tu vida, Jens. Déjame ayudarte a aligerar la carga, debes confiar en mí. Dame crédito. – Jens se encogió de hombros y me sonrió.

–Diablos. ¿Cuándo fue que creciste tanto?

Sonreí de medio lado. – Desde que tú empezaste a hacerte viejo.

–Muy gracioso, pelusa gruñona. Avísame si algo ocurre o si necesitas de mí. ¿Está bien?

Asentí y le hice una seña de ok, con la diestra.

Desde el incidente de anoche Jens y yo prometimos que íbamos a contarnos todo lo que ocurriera por la seguridad de los tres, cualquier novedad por muy inconsistente o leve que sea íbamos a contárnosla.

Mi hermano piensa que si nos hubiésemos contado los problemas desde que estos empezaron a surgir no hubiésemos tenido que andar separados, y que la carga emocional hubiese sido más llevadera.

Tenía un punto en realidad, pero él mejor que nadie es consciente que a esta altura de la vida, cada uno necesita su propio espacio. No podíamos ir por la vida agarrados de las manos como si fuésemos niños.

Al fin y al cabo, todos tres éramos ya grandecitos. Pero para no alterar a mi hermano el neurótico y preocupón, decidí decirle cualquier cosa rara que vea o me suceda, estuve de acuerdo en que se lo iba a decir todo como un nenito soplón.

Obviamente, eso NO sucedería.

Jensen se dejó perder al cruzar el umbral y yo me quedé sentado en la silla, eché mi cabeza hacia atrás y me quedé mirando el cielo raso de la enfermería.

A esto se ha reducido mi último día de libertad antes de las clases. Vaya aburrimiento sin fin en el que me encontraba.

El tic tac del reloj en la enfermería empezaba a ponerme de mal humor. No había ni un solo sonido a excepción de ese irritable tic, tac, tic, tac, tic, tac. Miré mi móvil por tercera vez en menos de diez minutos, esperando con algo de ilusión que la señal hubiera llegado ya a la habitación en donde me encontraba, pero no. Aún sin señal.

O de verdad la batería terminó agotándose o esa maldita cueva me jodió el móvil.

Sin señal, el móvil no es más que un aparato inútil y aburrido. Volteé nuevamente hacia Elle y me quedé mirándola por un rato.

– Despierta ya monstruo. Preocupas a Jens. Y me tienes preocupado a mí también. –le regañé.

Pff. Como si ella pudiera escucharme. Negué con la cabeza y me reí de mí mismo y de mi estupidez, tomé la mano de mi hermana y me preocupé.

Ella estaba ardiendo.

Su temperatura era muy alta y eso me forzó a ascender por su brazo, comprobando que la temperatura se extendía por todo su cuerpo. – Ellery… – Acaricié su mejilla con la palma de mi mano y apreté mis labios en una fina línea.

No podía llamar a Jensen, no cuando le dije que podía confiar en mí. – Vamos, monstruo, no puedes hacerme quedar mal. No en mi guardia. Joder.

De acuerdo, lo primero que hice fue tomar unas cuantas toallas que se encontraban sobre una mesa en la enfermería. Empapé un par de ellas y las coloqué en la frente de mi hermana y en cada uno de sus brazos.

Eso debería bajar un poco la fiebre que la devoraba.

Según mis cálculos dentro de una hora debería venir la enfermera a monitorearla para ver su reacción ante las vitaminas inyectables. Continué con mi labor temporal, tomando las toallas, humedeciéndolas y volviéndolas a colocar sobre la piel ardiente de Elle.

Empezaba a sentirme mal, obviamente. Mi hermana sufría un cambio en su cuerpo y yo me sentía tan fresco como una lechuga. Me enfadaba, me sentía inútil.

Era como si de los genes que compartíamos ella se hubiese llevado mi lado malo y yo hubiera succionado todas sus buenas defensas.

Pude haber continuado con mi condena mental, pero un toc toc proveniente de la puerta me hizo voltear. – What’s up men?

Ian.

–Bien, supongo. No lo sé. Todo esto es tan confuso para mí. Espera, ¿qué haces aquí?




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