Obsidiana

Capítulo 22 → Lado oscuro del dragón.

╔══════ Jensen’s Post ══════╗

Todo se fue a negro.

No vi absolutamente nada, ni siquiera a mí. Tan solo negro y rojo, sumido en una completa ceguera absoluta que me tenía liberando una poderosa energía que no cesaba. Fluía sin control por todo mi cuerpo con violencia, como la descontrola llamarada de un incendio sin control.

Mi pecho se hinchó de poder, me sentía poderoso y, al mismo tiempo, incontrolable. La negrura a mi alrededor predominaba cada vez más, el rojo incandescente empezaba a ser consumido por la absoluta oscuridad, tragándome con voracidad a la mismísima nada. Conduciéndome a una especie de ensoñación de la cual no tenía control.

Elle…

 

Jens.

Esa voz. Sumergido en la penumbra y rodeado por un tibio y voraz calor esa voz me removió hasta lo más profundo de mi ser.

Jens, ven conmigo. Vuelve.

Mi ninfa. ¿Cómo volver con ella cuando a mi alrededor solo era negro y oscuridad interminable? ¿Qué camino debo tomar para ir con ella? Volteé a cada lado de mi cuerpo pero no podía ver nada.

Jens.

La tibieza de su voz tenía una calidez que me cautivaba. Era diferente a la tibieza abrazadora que me rodeaba de forma natural, esta es mucho más cálida, más dócil. El eco de su voz empezaba a disminuirse, no podía escucharla con la misma nitidez con la que inicialmente me había llamado.

Quiero verte, Polar..

En medio de mi oscuridad, un destello de luz me llamó la atención. Lejano, como si estuviera en el interior de un túnel sin fin, atrapado y sin salida. La luz empezaba a acrecentarse, brillante, destellando en medio de la negrura y convirtiéndose en mi único sendero. Mi único impulso fue acercarme hacia ella. Pero se alejaba de mí, como si no deseara que la alcanzara.

No, no te alejes más.

Me impulsé hacia ella, intentando acercarme. Cada vez que tomaba cercanía la luz se alejaba mucho más, se distanciaba de mi como huyendo de mis manos, o como si fuera mi cuerpo el que retrocediera en vez de aproximarse. Sin embargo, mi determinación no era una broma, y mis deseos por llegar hacia la voz de mi ninfa me podrían convertir en un obstinado sin remedio.

–Jens. Finalmente.

Inspiré una gran bocanada de aire, llenando mis pulmones del vital oxígeno con desesperación, como si hubiera permanecido mucho tiempo conteniendo la respiración. Sentía mi cuerpo lleno de adrenalina, con la suficiente energía como para correr una maratón o incluso peor.

Una delicada palma se posó sobre mi vientre bajo, la calidez de su tacto me hizo bajar la mirada. Polaris me sonrió, su mirada encendida en una tonalidad plata y ese precioso halo gris recubriendo sus ojos. Era magnética, me capturaba como una abeja en un panal, condenado. Mi cuerpo empezaba a sentirse ligero, como si de pronto mi energía se hubiera mermado.

–¿Q-qué haces?

–Shh. Solo mírame, no te dejes cegar. Mírame solo a mí, y concéntrate en mi voz.

Aún no me acostumbro del todo a mirar ojos como esos, pupila alargada y tonalidades extravagantes que anteriormente me hubieran hecho huir. Sin embargo, en ella era lo más hermoso que había podido ver en toda mi condenada vida. El magnetismo con el que me atrapaba me cautivaba, me doblegaba.

Mi energía mermaba mucho más, los decibeles descendían considerablemente y mi temperatura comenzaba a enfriar, el calor abrazador se desvanecía pausadamente, descendiendo por niveles. Mi cuerpo crujió, de forma instintiva me encorvé ante el dolor que me causaba un cambio en mi fisionomía, me dolía la espalda y mis huesos provocaban una incomodidad tan incontrolable.

Un gruñido involuntario escapó de mis labios, mi espalda ardía y sentí como un par de puñales se clavaban en mi piel, hundiendo el filo con violencia y torturándome conforme mi piel los recibía, abrazándolos con dificultad. Los huesos de mis piernas y de mi espalda crujieron, forzándome a ceder ante la gravedad y a caer de rodillas. En un rápido movimiento apoyé ambas manos contra el suelo para frenar una inminente caída. El crujir de los huesos era un sonido poco grato para mí. Miles de articulaciones y un conjunto de huesos se reorganizaban, obligándome a inclinarme, curvando mi espalda.

Allí, agazapado sobre el suelo, mi pecho subía y bajaba con prisa. Los cambios habían cesado, pero la sensación de los crujidos aún se mantenía firme en mi mente.

–¿Qué diablos…fue esto?

–Tu primer cambio, Jens. –la voz de Polaris me hizo abrir los ojos. Ejerciendo un poco de fuerza sobre mis brazos me impulsé hacia arriba para poder erguir mi torso, encontrándola frente a mí, en cuclillas con una expresión de preocupación genuina.

–¿Qué?

–Liberaste tu forma draconiana en un arrebato de ira.

Arrebato de ira.

Una corazonada me hizo sentir un frío que perforó mi corazón. Y si mi temperatura no había descendido, ahora sí que me encontré completamente helado. – ¿Y Elle?

Mi ninfa esquivó mi mirada, mordió su labio inferior con suavidad y calló.

–Ninfa, ¿y Elle?

–Uh, ella está ahora con Einar. Creo que… Estaba un poco herida.

–¿Herida? ¿Yo…Yo la lastimé?

Polaris suspiró, me miró compasiva. Todo menos eso.

Fruncí el ceño y me sentí tan miserable.

–¡No ha sido culpa tuya, Jens! No podías controlarlo, apenas estás aprendiendo. Es complicado cuando..-

Tomé el impulso suficiente para colocarme de pie, pero cuando me erguí caí nuevamente de rodillas. Polaris me sujetó de los antebrazos y muy diligentemente me ayudó a levantarme.

Sin siquiera saber el porqué me liberé de su agarre. Retrocedí, me alejé de ella.

La tristeza se apoderó de su rostro. – ¿Qué ocurre? Quiero ayudarte.

Negué contundente. – No. Detente ahí. No necesito tu ayuda, no necesito que me tengas compasión.




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