—¡Rut!, ¡Tengo que ir por ella!—Se intentó levantar pero se encontró con unos lazos que le impedían levantarse de la cama.
Se lastimó un poco por el forcejeo y se detuvo al oír una voz.
—¡Hey, hey amigo, calma!—Su compañero le pidió que no se lastimara.
—Por qué estoy amarrado?—Preguntaba ya con tono enojado.—¿Qué pasó aquí?
—Amigo recuerda lo de la tormenta, te noquee para salvarte de hacer una tontería y faltar a tu juramento de marino.
—¡Rut estaba en ese bote, tenía que ir por ella!
—El capitán les hizo prometer que no romperían las reglas del barco por esa relación.—Se acercó a él.—De saltar, hubieras roto uno de los códigos y órden en situaciones así. O lo que es peor, habrías muerto también generando más bajas en el escuadrón.
—Morir también?—Dejó de luchar solo para mostrar un rostro pálido y desconsolado.—¿Quieres decir qué?
—Amigo no…—lo intentaba calmar poniendo sus manos en él.—Esa tormenta es demasiado extraña, hizo cosas que jamás hemos visto antes. Del escuadrón donde iba tu novia no supimos nada, ya estamos planeando regresar a la zona evitando ser dañados y poder encontrar sobrevivientes. Pero necesitas calmarte y tener esa actitud que te llevó hasta donde estás hoy.
—¡No puedo calmarme!—Respondía eufórico.—No solo Rut, todos los demás pueden necesitar nuestra ayuda.
—Crees que nadie está considerando ayudar?—Respondió también con gritos y sentimental.—Te voy a liberar porque necesito ir a mi puesto y no regresaré en un rato.—Deshizo los amarres en sus brazos.—Ya te expliqué la situación, tú sabes lo que haces a partir de ahora.
Alexander movió sus manos para desentumecerse y quedó más tranquilo.
—Ok, tienes razón, me calmaré.—Tomaba su cabello con ambas manos para pensar.—¿Qué hago ahora?, ¿en qué te ayudo?
—El capitán está reuniendo la mayor información posible hablando con la base. Todos los demás nos estaremos reuniendo para esperar órdenes.—Agarró algo de ropa.—Ten, cámbiate y ven conmigo.
Alexander agarró el traje para cambiarse y poder verse presentable en la reunión. Si algo cuidaban los marinos además de la disciplina era la imagen y la formalidad.
Ambos subieron a cubierta para unirse a la formación de los escuadrones que se organizaban.
—¡No tenemos muchos datos aún!—Explicaba el teniente.—¡Esa tormenta puede ser un peligro para nosotros y para todos los habitantes de la costa, según haga movimientos. Hemos pedido apoyo de todo el personal capacitado pero ninguno ha tenido resultados así que debemos proceder con cautela el mayor tiempo posible.
El capitán salió a cubierta y se unió para dar las órdenes a su equipo.
—¡Escuchen bien señores!—Recibió el saludo de todos al salir.—La situación es crítica, esa tormenta púrpura es algo que ni en todos mis años había visto. Ni siquiera algo similar. Tiene un comportamiento extraño, se mueve velozmente y no tiene sentido de rotación. Además no sabemos el alcance de esos rayos color púrpura. Nuestro reciente escuadrón de reconocimiento fue alcanzado por uno de esos rayos y el bote fue partido por la mitad. Desconocemos si hay víctimas o el paradero de nuestros compañeros. Así que tenemos 3 misiones principales: regresar a las coordenadas e intentar buscar a nuestros compañeros porque no descartamos que pudieran haber sobrevivientes. La segunda es explorar lo que más podamos sobre el recorrido de esa tormenta y poder calcular su velocidad, rotación y su posible dirección. Todo esto lo debemos hacer con sumo cuidado y con las precauciones del protocolo D-3.—Se detuvo para mirar al cielo por un instante.—Y la última y más importante para todos nosotros, debemos sobrevivir, no permítanos bajas en este escuadrón.
Solo se escuchó un “Sí capitán” de parte de todos los ahí presentes.
—Muy bien, ya conocen su misión, sus grupos y su función.—El teniente dirigirá la operación.—Zarpamos en este momento.
Todos los marinos empezaron a moverse a sus puestos y con sus respectivos equipos. Entre ellos destacaba el equipo médico cuya prioridad era buscar sobrevivientes y ayudarlos. También el equipo químico para buscar posibles soluciones y el equipo geógrafo y climático que se encargaban de buscar el terreno mejor ubicado para la misión.
Alexander se integró al equipo químico de inmediato rezando y deseando que su prometida estuviera bien.
El barco puso rumbo a la ubicación donde tuvieron el primer contacto con dicha tormenta. Avanzó a un ritmo semi rápido y al poco tiempo ya se acercaban al lugar. El reloj marcaba las 12 hrs. de aquel nuevo día cumpliendo casi medio día desde el encuentro con la tormenta.
Era casi imposible que estuviera en esa zona por el tiempo transcurrido ya que se van moviendo hasta que se internan en el mar. Pero no estaba de más tomar las precauciones por lo que habían visto, todo podía pasar.
El clima era favorable, había mucho viento a favor y el sol estaba en su mayor resplandor como si él mismo ayudara a buscar a los compañeros.
Conforme se acercaban al lugar, la preocupación era mayor pues era una zona recientemente marcada como peligrosa. Llegaron y todos los escuadrones comenzaron a prepararse para sus respectivas misiones. Con el telescopio intentaban ampliar terreno buscando sobrevivientes y al mismo tiempo estar alertas por la tormenta.
Más de 20 minutos tardaron pero no encontraron nada, el protocolo seguía pero la búsqueda no estaba dando buenos resultados. Alexander estaba en el equipo más inactivo de todos lo cual elevaba la frustración al querer escuchar que su amada había aparecido o peor aún, que dieran la notificación de encontrar cadáveres.
En esa zona del mar no había mucho problema, eran aguas tranquilas siendo incluso un área de pesca muy recurrente. El clima casi siempre era favorable para navegar y nunca tenían tema de alguna amenaza militar. Aún así todo el cuerpo de marinos estaba perfectamente preparado para cualquier situación.