Agradeció a aquel hombre por la información y le dijo que recompensaría su información.
El marino no sabía mucho sobre rutas marítimas de ese tiempo pero tenía a la persona adecuada para cumplir con su objetivo.
Con la moral más elevada, se levantó para mirar hacia su destino. Tocó una cadena que llevaba, aquella que le había regalado su amada, de alguna forma la sentía cerca con ella.
Las horas transcurrieron más rápidamente a su percepción. En cuanto vio, su compañero le dijo que estaban por llegar al refugio pirata que le había prometido. Aquel ubicado al sur de la isla Tortuga.
En aquella zona había mucho más tráfico de barcos, lo que él deseaba era pasar desapercivido pues no solo había mercantiles, también había de guerra propiedad del gobierno francés.
La milicia había puesto un punto de control en aguas tranquilas, era parte de su profundo deseo de aniquilar a los piratas.
Con ese obstác*l* sería muy difícil cruzar sin ser cuestionados.
Alexander revisó sus opciones y más confiable era dejar su bote lejos y acercarse caminando, pero no quería dejarlo nuevamente a la deriva, sería muy complicado perderlo nuevamente.
La solución fue rodear toda la isla para llegar a un punto donde había unas cavernas. Ahí podría dejar su bote. Dichas cavernas las sugerimos al anciano que conoció el terreno.
—No te preocupes, aquí nadie lo encontrará.—Le dijo muy convencido.—Los contrabandistas vienen a finales de año. Por ahora es libre.
Alexander se convenció pues no tenía de otra. En esta ocasión se preocupó por atarlo el mismo con cadenas, mentalizándose en ir rápido al refugio para regresar ahí.
Salieron de la caverna y cruzaron nadando un pequeño arroyo para llegar a la isla. Una vez ahí, emprendió la camita al refugio pirata de la tripulación rocas negras.
El camino por tierra era más sencillo de recorrer. Había muchas personas y acercándose pudieron pasar desapercividos. Utilizaron esa misma estrategia hasta que llegaron a la costa, ahí donde estaban las cavernas que buscaban.
Al llegar pudieron ver que había tres hombres haciendo guardia, no había duda, eran parte de aquella tripulación.
Se presenta diciendo quiénes eran. Los piratas vieron al extraño hombre que era inconfundible así que los dejaron pasar para llevarlos con su capitana.
Al avanzar, el marino notó que las cavernas ya no eran tan atemorizantes como al inicio. Eso se debía a que se estaba acostumbrado a ese mundo y todo lo que había pasado en las últimas horas le hizo tomar más valor. Ya no se sintió amenazado a casa instante como anteriormente.
Además ahora estaba orgullosa de sus logros, sentía la victoria más cercana a cada paso.
Después de unos metros llegaron a la cueva principal guiada por los piratas. Al entrar miró que toda la tripulación estaba ahí reunida. Empezando por Bote que estaba en el centro en una posición relajada.
En la general la moral de los piratas era muy elevada, el dinero que habían recuperado gracias a Alexander más lo adicional que obtuvieron, era pieza clave para estar así.
Aunque no habían cambiado mucho sus actividades a cuando él estuvo ahí, todos seguían jugando, desordenados y descansando.
La capitana tampoco había cambiado su posición, seguía en la cima sentada en su trono mientras observaba todo desde ahí. La única gran diferencia es que no estaba sola, disfrutaba de la precisión del profesor Gypson quien estaba a su lado. Siendo él el primero en reaccionar a su llegada.
—¡Amigo mío, que bueno que estás bien!—Le gritó desde donde estaba con mucho gusto.
—Profesor, ¿Se encuentra usted bien?—Le preguntó mientras se acercaba caminando.
—Estoy mucho mejor, muchas gracias.—Le mostró su herida.—Ya casi estoy como nuevo.
La actitud carismática del profesor seguía muy presente. Desde que lo vió se pudo contagiar de esa alegría y tranquilidad, parecía que todo empezaba a tomar forma positiva.
Alexander se acercó hasta el límite y desde ahí saludó a la capitana pirata.
—He cumplido mi promesa.—Le dijo mirándola a los ojos.—Ahora vengo por mi amigo.
—Muy bien, un trato es un trato.—Le respondió igual de sería.—Ayudaste a mi tripulación y yo mantuve a salvo a tu compañero.
El trató seguía pareciendo injusto desde el punto de vista de Alexander quien no les pidió ayuda. Pensaba que él se había bastado para cuidar a su compañero y darle las medicinas que tenía en el bote, sin embargo se mostró agradecido.
—Si, les agradezco.—Agachó levemente la cabeza.—Nos vamos ya.
—Solo tengo una petición más.—Dijo ella en tono coqueto.—Tu compañero, el señor Gypson me estuvo informando sobre su bote.
Alexander frunció el ceño, pensaba que era otro gran favor para no dejarlos ir así que esta vez arremetió con todo.
—¡El trato se cumplió!—Le dijo muy enojado.—¡Nos iremos ahora mismo!
—Solo me gustaría conocerlo.—Sonrió levemente.—Es una experiencia que no me quiero perder. ¿Un marinero sería capaz de no mostrar su nave a una dama que se lo pide?
Alexander se sonrojó con la petición y forma en que se lo pidió. No se negó pues sabía que era la única forma de irse ya y no tener más problemas con ellos.
La capitana bajó de su trono junto al profesor, ambos se pusieron de frente con el marino y pusieron marcha hacia el bote.
Salieron de las cavernas guiados por ella. La capitana había decidido ir sola así que solo habían cuatro personas rumbo a la playa; Gypson, el anciano pirata, la dama negra y Alexander, todos en dirección al bote.
El grupo rodeó tal y como habían llegado, solo que en algunos puntos tomaron atajos dirigidos por la capitana que dominaba perfectamente el terreno.
Al poco tiempo ya habían llegado a la cueva donde habían dejado el bote.