—Ya estoy aquí—Dijo Alexander muy nervioso.—Vine a cumplir con nuestra cita.
—Esa misma frase dijiste cuando tuvimos nuestra primera cita.—Le respondió Rut mientras caminaba lentamente hacia él.—Aquella ocasión me sentí igual de nervioso.
El viento soplaba lentamente, era como si quisiera juntar a esas dos almas que rogaban por estar juntas.
—¿Por qué estás nervioso ahora?—Le cuestionó mientras dió otro paso hacia adelante.
—Crees que está situación es fácil para mí?—Le dijo con sus ojos llorosos.—Han pasado diez años en los que hice una vida aquí… soy diez años más grande que tú ahora. Aunque vaya contigo eso no va a funcionar.
—Son diez años en los que tu belleza ha aumentado.—Le dijo con voz coqueta mientras tocaba su pecho.—Y eso es porque eres más bella por dentro, importa la persona que estás ahí.
Ella dio la vuelta para evitar que él la viera sonrojada. Seguía sintiendo complacida por los halagos como en el pasado. Aquel hombre era capaz de cautivarla solo con sus palabras. Siempre supe decir lo que ella quería escuchar.
—Ese es un problema.—Usó un tono de decepción.—Seguramente ya no soy esa persona que conociste, ¿Qué pasa si no te gusta esa nueva versión de mi?
—Viaje hasta aquí arriesgándolo todo por la mujer que eres y por lo que significas para mí.
Alexander se acercó para tomarla por la cintura y abrazarla. Ella respondió pegando su cuerpo a él. La respiración que sentía le daba ánimos para continuar el arrumaco, pero lo detuvo separándose de él.
—No es tan fácil. Ahora soy madre y tengo un esposo que me rescató y apoyó.
—Y ambos estamos agradecidos por eso.—Nuevamente tocó el pecho de Ruy con su dedo.—Pero en el fondo el debe agradecer que seas sincera y le digas que tu amor me pertenece. Para ti han sido años pero ni todo lo que ha pasado en ese tiempo se compara con él sufrimiento de no haberte tenido estos días… ha sido una tortura.
Se hizo un silencio prolongado. Era evidente lo que ambos sentían y querían, no había necesidad de las palabras.
Rut estaba ante una difícil decisión y con las emociones al tope en su cabeza, tanto que le impedía pensar con claridad por lo que se dejó llevar por lo que sentía.
Se dió la media vuelta besó a Alexander como tantas noches había querido hacerlo. No dejo de desear volver a verlo en todos esos años.
Se había aferrado a la idea de estar en ese mundo porque nunca imaginó que su amado iría por ella, pero ahora que tenía la oportunidad todos esos recuerdos de regresaron a ella.
Lo besó con tantas ganas, mismas que acomuló por años.
El marino correspondió con la misma intensidad. En todas esas noches soñó que lo hacía y ahora se cumplió.
La pasión que desbordaban era única, la que sólo dos enamorados pueden tener.
El profesor Gypson se acercó para interrumpir el momento mágico.
—Me alegra ver que al fin cumpliste tu objetivo.—Le dijo con mucho entusiasmo.—Pero hay algo que les tengo que contar.
Ambos dejaron de besarse para poner atención al profesor.
Alexander se encargó de las presentaciones. Gypson fue muy gentil como siempre mientras que Rut correspondió con la misma amabilidad. Supo que él le ayudó a su amado para llegar hasta ahí, gracias a él encontraron el camino que los trasladó. Ella no se olvidó de agradecer en cuanto lo supo. Tomó su mano y lo abrazó.
Terminado dicha escena Alexander le preguntó.
—¿Qué es eso que nos tiene que contar?—En su tono había mucha alegría pero también incertidumbre. Sabía que era importante viniendo de él.
—Como le comenté antes, he terminado mi investigación sobre ese fenómeno y he descubierto la causa de su inestabilidad.—Sacó su libreta para mostrar sus apuntes y ser más gráfico en la explicación.—Sucede que esa fenómeno lleva mucho tiempo existiendo, alguien lo creó por algún motivo aún desconocido. Pero ese fenómeno no se debe comportar así. Por alguna razón alguien lo cruzó y se quedó en el otro lado. Eso lo ha mantenido inestable y agresivo, reclama una presencia para lograr su equilibrio.—Se tocó la cabeza indicando que venía la peor parte de su explicación.—Cuando ella cruzó por última vez, la tormenta empezó a estabilizarse, era un proceso que tardaría un poco en lograrse, pero nosotros volvimos a romper ese equilibrio cuando cruzamos. En pocas palabras, el fenómeno necesita que alguien de nuestro mundo se quede aquí…
La desilución entró en el alma de ambos oyentes y se transmitió en sus ojos. Sus miradas estaban decaídas como cuando rompes los sueños de alguien.
—Si todos regresamos el fenómeno no estará en paz.—Continuó su relato a pesar de la baja moral en la pareja.—Seguirá en ese estado salvaje y me temo que irá empeorando hasta tragarse a más personas y barcos de ambas épocas. Serán tantas que él equilibrio no existirá pero una gran desgracia sí.
—Entiendo, pero no voy a renunciar a ella aunque tenga que quedarme aquí.—Le dijo Alexander con un tono serio y apretando de la mano a su amada.—Hemos pasado mucho por estar juntos, haré lo necesario.
—Aunque es noble su intención tampoco es la correcta.—Le sonrió sarcásticamente.—Si usted se queda tampoco habrá equilibrio.
El silencio se apoderó de nuevo en la escena. Alexander se lamentó porque pese a todo su esfuerzo parecía que el destino quería alejarlo de su amada sin importar qué. Estaba molesto y frustrado tratando de pensar en algo.
El profesor Gypson interrumpió su mente alocada dándole una hoja de papel que cortó de su libreta.
—Afortunadamente para ustedes tengo un plan.—Les sonrió como solo él sabía hacerlo.—En esa hoja están las coordenadas en dónde aparecerá el fenómeno, deben darse prisa e irse para alcanzarlo.
Alexander tomó la hoja y escuchó desconcertado lo que el profesor le dijo. Sonaba a una despedida pero no asimilaba del todo el por qué.
—¿Qué está haciendo profesor?—Le preguntó muy serio.
—Les dije que alguien debía quedarse aquí.—Comenzó a reír bruscamente.—Pero nunca dije que debía ser ella. Yo me quedaré de este lado del portal.