Odio la Navidad

CAPITULO 1

En una de las ciudades del estado de Massachusetts, donde la familia Whitman viven la fiestas navideñas desde muchas semanas de anticipación, donde cada miembro de la familia van buscando la manera de organizar los encuentros para compartir entre todos cada día desde las últimas semanas de noviembre, enloqueciendo así al Dr. de la familia, a Nicolas Whitman, al que todos llamaban “The Grinch”.

Por ello, este año, tomaría cartas en el asunto y solicitó con meses de anticipación hacer sus pasantías de la residencia en un lugar, el más alejado la ciudad de donde era oriunda su familia para así no enloquecer y que sus peores pensamientos no salieran a flote.

Es por ello que el treinta de octubre recibe la notificación que su solicitud fue aprobada, y por seis meses irá hacer la residencia en un recóndito pueblo de Utah, y debía partir para finales del mes de noviembre, aún así, soltó un bufido de exasperación sabiendo que deberá sufrir de las canciones infernales como él le llamaba a los villancicos.

Esas semanas pasaron rápidas, aunque para Nicolas le parecieron eternas al verse abrumados por las luces que adornaban la casa de su familia donde iba todas las noches a cenar con sus padres, así como la decoración excesiva en los pasillos de la clínica donde laboraba.

Él odiaba la navidad con una pasión ardiente, sin embargo no siempre fue así, su aversión a la navidad era desde hace siete años. Los villancicos, luces parpadeantes, las reuniones familiares forzadas, todo le parecía una burla.

Por eso cuando le aprobaron su solicitud, y que su nueva plaza de trabajo sería Cederwood, no dudó en aceptar, según lo que investigó a través de los buscadores en internet, era un sitio donde las festividades navideñas eran casi inexistentes. Para él, ese lugar era el refugio perfecto para escapar del bullicio navideño y las locuras de la manera de celebrar de su familia las fiestas prenavideñas.

Cuando llegó a la entrada del pueblo, se pudo percatar que había muy poca decoración, casi inexistente, sonriendo ampliamente ya que comprobaba que lo que encontró en internet era cierto. Lo que él no sabía es que debido a la fecha de su llegada los pobladores apenas estaban preparando los adornos para hacer de Cederwood una sucursal de la Villa de Papá Noel del Polo Norte.

Nicolas siguió conduciendo por un camino que se abría entre frondosos pinos donde sus copas ya se adornaban de copos de nieve. Ese cambio de aires estaba seguro que le traería la paz y tranquilidad que necesitaba en esas fechas. A pesar de que ya habían transcurrido muchos años, aún sentía el crujido de su corazón de ese 21 de diciembre, donde cada adorno navideño, lo llevaba a vivir nuevamente ese dolor y decepción. Desde ese día no solo cerró su corazón al amor, sino a celebrar la navidad.

El camino lo llevaba a las afuera de Cederwood, a medida que se alejaba del pueblo y se adentraba a una especie de bosque, la sensación de aislamiento se intensificaba, los pinos cada vez eran más espesos en follaje formaban una especie de túnel natural, la nieve que había caído cubría el espacio alrededor de la carretera como un manto blanco suavizando el terreno haciendo un paisaje mágico y perfecto para lo que él buscaba para esos días.

Al llegar al final del camino vislumbro un cartel que indicaba que había llegado al complejo residencial donde sería su morada por esos seis meses. Se instaló en una cabaña acogedora, desde la ventana podría ver un relajante paisaje invernal, sin ningún indicio de la alegría navideña que tanto odiaba, y a pocos metros había una cabaña muy parecida a la que él se encontraba. Las demás estaban más alejadas, al mirar la cabaña que colindaba con la de él observó la chimenea de la cuál no salía ninguna humareda lo que le dio a entender que no se encontraba habitada.

Para él, había encontrado el lugar perfecto para pasar las navidades en paz. Las primeras semanas transcurrieron sin incidentes, Whitman se dedicó a su trabajo como médico en la pequeña clínica del pueblo, las enfermeras que lo asistían eran respetuosas y agradables.

También supo que tenía una compañera de trabajo, una doctora de descendencia latina que estaba haciendo sus estudios de postgrado en Estados Unidos, aún no la conocía debido a que se encontraba de vacaciones en su país natal y regresaba la siguiente semana.

Sin embargo esa paz fue interrumpida debido que ese fin de semana debía ir al cumpleaños de su madre, a la cual asistiría a regaña dientes porque sabía perfectamente que lo que encontraría sería una total locura navideña en casa de sus padres, serían tres días infernales para él.

Al llegar a la ciudad de donde había huido semanas atrás, la algarabía, las luces, los villancicos constantes, todo le parecía una locura, preferiría estar nuevamente sirviendo en Médicos sin Fronteras donde se refugió por tres años después de ese terrible 21 de diciembre escampando de su dolor. Sin embargo a donde fuera, ese dolor lo perseguiría porque la menor decoración le recordaba ese día en el que perdió más que su vida, y por eso no se sentía con derecho de disfrutar algo que es un recuerdo constante de lo que perdió.

Tres días después, regresó a su nuevo lugar de trabajo, iba manejando anhelando la paz que respiraría, a penas pasar el cartel de bienvenida de Cederwood observó que había un poco más de decoración, pero la cual ignoró ya que no eran lo suficientemente llamativas para romper su paz. Fue directamente a la clínica, a cumplir con un turno largo de 36 hrs, sin embargo, debido al estilo de vida del pueblo no se presentaban muchas emergencias, y las que habían no eran gravedad.




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