Offside

CAPITULO 18

Chris.

— Señor Hotch. —me detuve a pesar de la gélida mirada de Nicholas lanzada en mi dirección. Los disparos de las cámaras apuntaban directo hacia nosotros al punto que llegaba a ser asfixiante.

Miré al hombre delgado con su micrófono justo frente a mí y suspiré esperando a su pregunta. —¿Es cierto que dejará los Chicago Warriors?

La pregunta dolió. Este equipo era mi familia. Hablar de dejarlos dolía, pero sabía que cualquiera que fuese la decisión de hoy, me merecía que fuese una patada directo a la calle. —No tengo idea.

No tan convencido por mi respuesta, miró a los hombres acompañándome. Sabía que esto iba a levantar las alertas de todos, pero los quería aquí conmigo y ellos no iban a aceptar un no por respuesta.

— ¿Podríamos estar hablando de volver a los Boston Devils?

— La idea es tentadora para cualquiera. —lo interrumpió Erick poniendo su mano sobre mi hombro. —De ser el caso, serán los primeros en enterarse. No tenemos nada más por decir. —soltó amablemente tirando de mi brazo hacia las instalaciones del estadio.

Barry detuvo a los pocos reporteros que se animaron a intentar entrar dándonos la paz que necesitábamos a medida que nos adentrábamos. Era domingo. Una jodida reunión en domingo había sido la peor de las decisiones, especialmente porque no me ayudaba en lo absoluto.

La sala de reuniones del consejo nos dio la bienvenida una vez llegamos a la gran puerta de cristal que dejaba a la vista al personal dentro. Mis ojos se encontraron con los de Rick, quien, por primera vez, no me sostuvo la mirada. En su lugar, volvió su atención a Blake y a Jim.

Entré atrayendo la atención de todos. Maikel me miró furioso al tiempo que Hannah se ponía de pie a su lado. No había querido dirigirme la palabra ayer y solo salió de casa de Samantha, tomó un taxi y se dirigió al aeropuerto. La había decepcionado a lo grande.

— Es una reunión privada. —soltó el presidente de la junta en dirección a los muchachos a mi lado. —Exclusiva para los Chicago Warriors y a no ser que ustedes decidieran presentarse para el próximo año, no deben estar aquí. —el odio presente allí era demasiado.

— Michael Ward. —pronunció Erick sonriendo con suficiencia.

¿De qué se conocían estos dos?

— Ellos se quedan. —dije en un intento de sonar lo más sensato posible. Maikel me miró, pero no dijo nada.

— No eres nadie para venir con exigencias, Hotch. Suficiente hacemos por ti dándote la oportunidad de defenderte cuando deberíamos sacarte por incumplir tu contrato.

Reí por la astucia del hombre. Miré a Erick y simplemente lo perdí. Este idiota no me iba a joder y si salía de aquí, lo haría al igual que como entré. Como un jodido ganador.

— Verás, Michael. —sus ojos se entrecerraron en mi dirección a medida que me acercaba a la mesa en el centro del lugar. —Ellos se van a quedar, porque esta jodida reunión dejó de ser privada desde el momento en que ustedes decidieron llamar a la puta prensa para ridiculizarme.

— No me hables así.

— ¿Quieres respeto? —me burlé. —Entonces gánatelo, porque estoy seguro de que el circo fuera lo armaste tú.

— No lances acusaciones de las que no tienes pruebas, Christopher. —no me inmuté por la voz del entrenador.

— ¿Quieres pruebas? —me dirigí a la puerta.

— ¿A dónde mierda vas? —me lanzó el muy idiota.

— A preguntarle a cualquiera del personal fuera quien mierda les avisó. —lo miré, sus ojos vacilaron con temor y furia dándonos a todos la respuesta a nuestra duda. El idiota lo había hecho. Sabía sus motivos, su hermano pequeño estaba en la banca por mí. Porque yo había vuelto al campo y era mucho más importante que el idiota lame bolas de su hermano.

— Siéntense de una buena vez y comencemos la reunión carajo. —pronunció la mujer junto a Michael. Era la vicepresidenta y hacia mucho más que el idiota a su lado.

Caminé hasta una de las sillas vacías y al igual que mis tres acompañantes, me senté mirando fijamente al hombre frente a mi decidido a sacarme.

— Incumpliste tu contrato faltando a terapia, Christopher. Eso además de una expulsión te genera una indemnización para con la liga. —sonrió. —¿Algo que decir?

Sonreí a su par inclinándome hacia delante. Esta mierda no era con las personas alrededor, se había vuelto personal. —Gracias por preocuparte por mi estabilidad emocional, querido. —escuché la risa de Blake. —Solo una cosa. No seas hipócrita.

— Christopher. —Hannah se fijó en mí.

— No. ¿Saben qué? —me puse de pie. —Sáquenme si quieren. No he faltado a un solo entrenamiento desde que firmé y comencé la jodida terapia. Estoy bien. Me siento jodidamente bien, mejor que nunca. —pronuncié. —Mis compañeros son geniales, maravillosos. Son fenomenales. Y ellos son los jodidos guerreros de Chicago. Pero no se les olvide que yo hago parte de ello.

Me acerqué amenazante al hombre trajeado. —Eres un puto bueno para nada. —la mujer a su lado sonrió. —El dinero que te llega a los bolsillos es gracias a nosotros. Nosotros. —recalqué. —Yo también estoy en ese nosotros. Porque yo le he dado victorias a este equipo tanto como mis amigos.

— Christopher. —miré a Maikel.

— Lo jodí. Pero no veo como el hecho de traer un papel en donde diga que superé la maldita muerte de mi hermana, afecte mi rendimiento en el equipo. —solté. —Hablamos de una jodida imagen familiar. ¿Queremos hablar de incumplimiento de contratos? —sonreí. —Entonces hablemos.

— Esto va a estar bueno. —oí reír a Kyle.

— Soy un libertino. Un alcohólico. Un miserable perdido. —pronuncié. —¿Eso fue lo que dijiste en esa entrevista, Michael?

No olvidaba la mierda que fue lanzada en mi dirección.

— No soy bueno para la imagen de la liga. Eso también. —me senté sobre el metal mirándolo de frente. —Hablemos de quienes son buenos aquí.

— Lárgate. —sonreí.




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