Lana.
Me removí en la cama completamente desorientada. La luz que medianamente se filtraba por la ventana me daba en el rostro.
Sentí el agarre sobre mi abdomen y la realidad de mi actual situación me hizo sonreír. De verdad había dormido en su hotel anoche. Me zafé de su agarre y me giré notando su rostro completamente pacifico con su boca ligeramente entreabierta.
Repasé su labio inferior con mi dedo índice, apenas rozándolo un poco, pero haciendo que se removiera y pasara su brazo alrededor de mi cuerpo de nuevo. Con un rápido movimiento, me pegó un poco más a él de manera que mi boca quedó en su barbilla y mis ojos un poco por debajo de los suyos.
— Christopher...—susurré con una sonrisa pegada a su piel. Su agarre sobre mí se apretó un poco más sin lastimarme.
— Duérmete. —soltó con voz soñolienta apenas en un susurro.
Me pegué a su pecho durante un par de minutos sintiendo su respiración subir y bajar calmadamente.
No podía creer que esto de verdad había pasado. Tan solo ayer me había despertado en mi antiguo lugar completamente desconcertada con la vida por no darme la posibilidad de ser feliz y aquí estaba ahora, en los brazos del hombre que con una mirada ponía mi mundo de cabezas y me volvía un completo manojo de nervios y emociones a flor de piel.
De no estar envuelta en sus brazos sabiendo que costaría un poco zafarme de ellos, habría buscado mi teléfono y llamado a Bailey. Las miradas que uno de los Boston Devils le lanzaba, no pasaron desapercibidas para ninguno y ya veía a la mujer yéndose a casa con él y a Owen apuntándolo en la mañana al verlo.
Por mucho que lo negaran, Owen acabaría con cualquiera que intentara jugar con el corazón de su hermanita. Ella no lo sabía, pero habían sido muchos los chicos que habían intentado acercarse y que Owen había golpeado al verla llorar.
— Vendrán otros que si se merezcan tu amor, linda.
Lo que no le dijo, era que cuando la dejaba dormida, salía de casa y los buscaba. De no ser por Sasha, yo jamás me habría enterado, puesto que el hombre tan correcto que nos protegía y que siempre estaba bajo el marco de la ley, no decía nada sobre ello.
— No te has dormido. —salté un poco al escuchar su voz sobre mi cabeza. —Lo siento.
Reí por lo bajo y aprovechando que había relajado ligeramente su agarre, me aparté de su cuerpo, mis ojos fijándose en los suyos observándome.
Había creído que se encontraba dormido.
— ¿Qué hora es? —pregunté haciéndolo encogerse de hombros.
Besó mi frente. —Todavía es temprano.
Entrecerré mis ojos en su dirección y pasando por encima de su gran cuerpo, tomé mi teléfono de la mesita de noche de su lado. Su boca se plantó en mi vientre dando un ligero beso al tiempo que encendía la pantalla.
Mis ojos se abrieron sorprendidos y chillé alejándome al notar lo tarde que era. Carajo. Bailey abriría temprano hoy. —Me tengo que ir.
— ¿Qué? —se aferró a mi cintura atrayéndome a su pecho cuando intenté alejarme. —No te vas. —enterró su cabeza en mi cuello.
— Tengo que trabajar. —reí.
— Bailey lo entenderá. Me iré por la noche y quiero pasar el día contigo. —masculló sin mirarme. Sonreí como idiota al escuchar sus palabras.
Carajo, Lana. No eres una niña. El hombre te gusta y tú le gustas, es lógico que quiera pasar tiempo contigo.
— La llamaré. —asintió sin dejarme ir. —Christopher.
— Mmmm. —comenzó a repartir besos por mi cuello llegando a mi mejilla. Cuando noté que quería alcanzar mis labios lo aparté. —¿Me acabas de apartar? —se incorporó con rapidez fijando sus ojos confundidos en los míos.
— Deja que me lave la boca por lo menos. —abrió la boca y luego la cerró de golpe.
Su respuesta a mis palabras fue subirse sobre mi cuerpo sin tocarme, con sus rodillas a cada lado de mis brazos sobre la cama. —¿Qué?
Lo vi sonreír y luego acercarse con cautela hasta que su rostro y el mío estuvieron tan solo a centímetros. —Eres hermosa.
Bufé. Claro. Con el cabello hecho un desastre y el maquillaje corrido por mi rostro. Hermosa no era la palabra que me describiría justo ahora.
— ¿Piensas que estoy mintiendo?
Solté una carcajada igualando su risa.
— Voy a llamar a Bailey, señor cumplidos matutinos. —me arrebató el celular de la mano y lo dejó a un lado. —Christopher.
— Solo un segundo. —besó mi nariz. —Cierra los ojos. —sacudí la cabeza, pero hice lo que me pidió.
Lo siguiente que sentí, fueron sus labios sobre los míos presionándose con fuerza sin darme la posibilidad de alejarme. —Me gusta todo de ti. Y como te vuelvas a alejar de mi cuando te vaya a besar por algo tan tonto como el aliento de las mañanas, no querrás ver el final de eso.
— ¿Ah sí? —asintió con el temple completamente serio. —Eres un idiota.
— Un idiota que quiere besarte. —sonreí. —Y que lo va a hacer como se debe.
Aprovechó que abrí la boca para responderle para besarme con fuerza e intensidad. Su lengua adentrándose en mi mientras mi mano derecha subía para pasearse sobre sus brazos descubiertos.
Me arqueé contra su cuerpo presionándome contra su entrepierna al momento que su boca dejó la mía y fue al lóbulo de mi oreja mordiendo con suavidad. —La mejor manera de despertar.
— No creo que tu amigo piense lo mismo teniendo en cuenta que hasta aquí llega. —me burlé. Pasó sus ojos de los míos a su entrepierna y sonrió.
— Lo superará. —se alejó de mi cuerpo, sentándose en la cama al tiempo que me incorporaba tomando la almohada y presionándola contra mi pecho. —¿Pido el desayuno o salimos? —miré mi ropa en el piso. Ese vestido no iba a servir de mucho para un desayuno fuera. —Lo pediré entonces.
Se acostó en la cama soltando un suspiro.
Tomé mi teléfono y marqué el número de mi amiga. Dos timbrazos después, llegaron a mi oído un par de risitas.
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Editado: 04.06.2024