Offside

CAPITULO 24

Chris.

Toqué la puerta de casa de Bailey luego de varios intentos fallidos usando el timbre en vano. La sonrisa de Lana me recibió a la vez que la puerta se abría de par en par.

Repasé su cuerpo y sonreí de vuelta al ver el vestido de noche color azul cubriéndola. Esperaba que mis ojos y la sonrisa le dijeran lo hermosa que se encontraba, porque parecía que el filtro que conectaba mi cerebro con mi boca había dejado de funcionar desde que fijé mis ojos en ella.

— ¿Y bien? —tiré de su mano y la atraje a mi cuerpo, plantando un casto beso en sus labios ligeramente pintados en un tono rosa. —Tomaré eso como un "fenomenal". —rió, pegando sus manos a mi pecho mientras me escaneaba. —Luce bien, señor Hotch.

— No mucho más que tú, muñeca. —besé su cabeza. Aún con los zapatos de tacón solo alcanzaba a llegarme a la nariz.

— ¿Estás seguro de que quieres que te acompañe? —mordió su labio inferior, con la duda reflejada en sus hermosos ojos marrones.

Reí, resultaba tierno de alguna forma verla así de asustada. Aunque si sus amigos fuesen como los míos, yo también estaría así. —No es como si tuviera muchas opciones. —solté. —Verónica vendría por ti si no te llevo, y me gusta cuidar de mi integridad física y no hacer nada para colocarla en peligro.

Una carcajada salió de sus labios. —Listillo.

— Solo digo la verdad. —me encogí de hombros. —¿Estás lista? —asintió.

— Solo buscaré mi bolso arriba. Pasa. —corrió y subió las escaleras apenas escuchándose el sonido de sus zapatos repiqueteando con el suelo.

Caminé hasta llegar dentro de la casa, cerrando la puerta de la entrada al ingresar.

Había sido un vuelo jodido tras el partido de anoche. Verónica había llamado nada más llegué a casa para decirme que el idiota de Kyle estaba planeando su boda a escondidas de Samantha. En parte había venido para ver eso. Ya quería ver el rostro de la rubia controladora al notar que no había tenido participación en su boda. Yo no haría eso. Y creo que un hombre consciente tampoco.

Los gritos en la cocina llamaron mi atención y me acerqué sin ser notado, ocultando mi cuerpo con la pared frente a mí.

¿De qué iba todo esto?

— ¡NO! ¡Ya te dije que no quiero irme a tu jodida casa! —la voz de Bailey sonaba furiosa y al borde de la histeria, si es que no estaba allí ya.

— De verdad que eres terca, mujer. —¿Grand?

Oh esto iba a estar bueno.

— No soy terca, soy autosuficiente. No necesito que me pongas una jodida mujer para que haga las cosas que puedo hacer yo. Estoy embarazada no invalida. —le contestó y escuché el ruido del refrigerador al cerrarse.

— Bailey, deja de comer esa mierda. La doctora dijo que el embarazo es riesgoso, solo necesito saber el bebé está bien.

— La bebé. —lo corrigió.

— ¿Qué? —mi amigo sonaba frustrado. ¿No le dijeron que no era coherente pelear con una embarazada? Erick y Nicholas tendrían que haberle advertido. Su buena cuota de noches en el sofá habían tenido, porque incluso Emma había resultado ser una embarazada llorona.

— Sabrías eso si estuvieras al pendiente de tu hija y de las consultas, pero como solo ignoraste el hecho de que te dije que iba a averiguar el sexo...

— ¿Lo hiciste sin mí? —se quejó.

— La cita era ayer. Lo olvidaste, Grand.

— Estaba trabajando.

La risa de Bailey resonó por todo el lugar. —Yo estaba trabajando ayer y saqué el tiempo que mi hija se merece, tú estabas metiéndole la polla a la primera mujer que te dijo que sí en un bar.

— Nuestra hija. —la corrigió Grand. —Y eso no es verdad.

— ¿No es verdad? —contraatacó la pelirroja. —No sé si estás enterado, pero desde que la prensa se enteró que dejaste a una preñada, han estado encima de ti como lapas. Saliste en los tabloides esta mañana. —le informó. —El padre ausente te llaman. El promiscuo indetenible. Y muchos más. Y de paso me tienen a mi como la jodida idiota incubadora de bebés.

— ¿Estás celosa? ¿Es eso? ¿O por qué demonios estás al pendiente de lo que hago?

— ¿Celosa? ¿Me estás jodiendo? —le chilló la mujer. Lana bajó las escaleras en ese momento y le hice una pequeña señal para que se acercara en silencio.

Me miró confundida, pero aun así lo hizo.

— Voy a dejarte un par de cosas claras. —me asomé un poco y noté a Bailey acercándose a mi amigo. ¿Eso era un cuchillo? ¿Qué demonios hacia esa mujer con eso en la mano?

Lana miró también y soltó una pequeña risita.

¿Por qué le parecía gracioso? El hecho de que estuviera embarazada no iba a justificar ante la Corte un jodido homicidio.

— La única razón por la que te dije que estaba embarazada, es por el hecho de que mi hija merece la oportunidad de tener a su padre en su vida. Y porque era tu derecho saberlo. —tragué en seco por el tono lleno de cautela. —No necesito de ti para nada. Creo que a estas alturas pudiste haberte dado cuenta de ello, a menos a que las dos neuronas funcionales en tu cerebro no te dejen ver eso.

— ¿Crees que ganas algo ofendiendo? —se burló Grand en su cara.

¿Qué no le tenía miedo a la mujer?

— No es ofensa, solo te digo la verdad, porque es lo único que has demostrado durante el último mes. —le aclaró. —Trabajo, tengo un lugar estable y mucho amor que dar. Mi hija...nuestra hija, —se corrigió. —no necesita nada de tu parte sino atención y amor, porque del resto, su madre puede proveérselo.

— No estaba hablando de eso y lo sabes.

— En cuanto a lo otro. —se rió. —El día que no me funcione la mano y ya no me pueda satisfacer o simplemente quiera la sensación de una polla de verdad en la vagina, puedo irme a un bar tal y como lo haces tú y conseguir a alguien a quien llevar a un hotel para quitarme las ganas. —calló durante un par de segundos. —Tampoco te necesito para ello. —miré de nuevo y ambos se estaban retando con la mirada a escasos centímetros con la mirada. —No tengo que estar celosa de ninguna de las que te llevas a la cama, Davis. Eres el padre de mi hija, pero luego de ello, nada nos une. No estoy enamorada de ti ni planeo albergar sentimientos de ese tipo en lo que a ti respecta. Si en algún momento deseo recibir afecto del sexo masculino, pues me consigo un novio. Soy hermosa, tengo eso claro. Y muchos serían felices de tenerme a su lado. —soltó una pequeña risita. —¿Algo más que quieras que te diga?




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